Don Celes, el muñeco cenizo
Su autor rebate el mal fario de su hijo de tinta. Un camarero recopiló las tiras con final feliz: seis por año. «Es el más optimista del mundo», decía
Este es el mejor día para acabar con una falsa leyenda. No es cierto que Don Celes sea un pupas al que nunca nada le sale bien. No. Y hay pruebas. Luis del Olmo las recibió en propia mano un mediodía. Estaba comiendo con su esposa en un restaurante del centro de Bilbao cuando un camarero le reconoció y se acercó a saludarle. Salió a colación, claro, la mala estrella de su muñeco.
Fue el propio empleado quien, entre plato y plato, le confesó la extraña adicción que le perseguía desde que tenía uso de razón. El tipo coleccionaba las tiras de Don Celes con final feliz. Ni corto ni perezoso, se metió en un reservado y apareció con su tesoro: un puñado de tiras en las que su muñeco acaba por comer la tarta, fuma un puro o liga con la chica de la melena yeyé. «Hice mis cálculos», nos contaba Olmo cuando Don Celes cumplió 60 años. «Tenía seis historietas del mismo año. Eso hacen unas 360 tiras con Don Celes satisfecho. Para mí es el hombre más optimista del mundo. Le salen las cosas mal, pero vuelve, día a día, hasta que una mañana le sonríe la fortuna», me explicaba ese día en su estudio. A sus pies, debajo de los 'Romances de ciego' y de 'Las desventuras del capitán Klutz', uno de esos rascadores para turistas acabado en una manita con la leyenda 'Peñíscola' grabada a fuego.
Así que 'desmentida', aunque sea en parte, la leyenda de Don Celes como hombre infortunado y de mal fario, llega el momento de bucear en su estrella y establecer el relato de su nacimiento. Era la Navidad de 1943 y el director de 'La Gaceta', Aureliano López Becerra, conocido como 'Desperdicios' por aquella anécdota del torero que recibió una cornada en un ojo y, retirando el despojo de su órbita, le chistó, altanero, al subalterno «¡bah! ¡desperdicios! », organizó una colecta para las Hermanitas de los Pobres. «Recogimos algo de dinero y lo envié con un dibujito a la sección Miscelánea. El caso es que poco después me recibió en su despacho y me preguntó '¿es usted capaz de dibujar al Doctor Nimbus haciendo lo que yo le diga?' Sí. 'Hágamelo cazando un conejo'. Le gustó. Me dijo que iba a cobrar dos duros. ¡Una fortuna! Cobraba más que un perito y dejé de estudiar. El primer dibujó salió el 23 de enero de 1943». De ahí a Don Celes media un paso. O más bien la apertura de fronteras que provocó el fin de la II Guerra Mundial. No se podía mantener la copia por más tiempo. 'Desperdicios' le propuso hacer otro muñeco. Olmo se había puesto a prueba y había pasado un mes dibujando una tira cada día. Las viñetas dormían en un cajón. «Se las llevé, le gustaron y empezaron a publicarlas. Me casé con Don Celes. Era la época del racionamiento y con aquel sueldo se podía vivir muy bien. Hoy, no».
El dibujante entró después en la redacción del rotativo y afrontó la tarea de la tira diaria. Si uno observa los rasgos del primer Don Celes se asemejan mucho a otros monigotes de la época. Ciertamente, en los cómics también hay épocas y estilos. «Ningún dibujante se inventa nada», dice Olmo. «Crear el muñeco fue un autodesafío. Usé el primer prototipo, con los tres pelos y el bigote. Al principio llevaban título».
«Pícaro, sí y nunca infiel»
Todo fue sobre ruedas. Olmo registró al monigote (número de patente 195.960) y un día, un representante sueco, decidió añadirlo a su catálogo de tiras sindicadas. Apareció en medio mundo con el nombre de Carlo a través del Press Ilustration Bureau donde le pidieron que, a ser posible, Petronila Pilonga, su esposa y «ama de casa», no apareciera demasiado en las historietas. El caso es que hubo meses en que Olmo cobró más dinero del sindicato sueco que de la editorial bilbaína. Don Celes ha hecho de todo. Como los buenos actores. Ladrón, pícaro, explorador, mecánico, guardia de silbato, conductor, manifestante sin suerte, romántico ligón de acera... «Pícaro sí es. ¿Infiel? Nunca.¿Infiel? Nunca. Posee los defectos, siempre leves, de cualquiera. Porque Don Celes es una buena persona... aunque a veces vaya a robar. ¿Que odia el arte contemporáneo? Bueno, es un tema que uso porque se presta a hacer chistes». El dibujante nos confiaba que hay cuestiones recurrentes, como los ruidos, los habanos, las chicas o los perros, que usa en beneficio propio. «El perro es el mejor amigo del humorista», explica. Don Celes ha hecho la mili. Sí. Y también la guerra. En la de Corea nada menos (donde, por cierto, combatieron soldados españoles, comoen Vietnam). También ha sido navegante solitario en una lancha neumática cuando el francés Alain Bombard demostró que era posible sobrevivir en el Atlántico y llegar a América arrastrado por las corrientes. «Ha sido futbolista cuando el Athletic ganaba la Liga (ahora no puede). Ciclista en la Vuelta y el Tour. Y también ha sido un personaje solidario. Cuando las riadas de 1983 no se publicó la tira... Después del 11-M, el director de EL CORREO, Ángel Arnedo, me llamó para ver qué hacíamos. Decidimos dibujar una historieta en la que Don Celes aparecía con un cartel que decía 'Cerrado por luto nacional'. Creo que es un muñeco pegado a la actualidad», explica su creador.
El 1 de abril de 1969, Don Celes se trasladó a EL CORREO. Olmo colaboraba entonces con el vespertino vitoriano 'Norte- Express', donde realizaba un suplemento de humor. Por abreviar, en 'La Gaceta' aquello no sentó bien. Antonio Barrena Ballarín, que de manera informal había tendido ya sus amistosas redes al dibujante (cuando coincidieron de veraneo en Torremolinos, Olmo alabó la calidad del hotel donde se alojaba Barrena con su madre y hermana, y el viejo director repicó diciéndole que él también podría permitírselo de trabajar para ELCORREO), acabó por tirarle una última terneza en una comida de la Asociación de la Prensa: «Te voy a hacer una oferta. Vas a venir a un sitio donde te valoren mejor». Al poco firmó un acuerdo de los de antes con don Luis Bergareche. «No fue capricho. Me fui por dinero. Tenía entonces cuatro hijos. Para EL CORREO fue un triunfo. Muchos lectores se pasaron con Don Celes al periódico de Pintor Losada. A los dos años nos dieron paga doble por vender un ejemplar más que ellos». Quizá poca gente sepa que, durante un mes, las tiras aparecieron en los dos diarios. A la vez.