Borrar
Don Celes, un monigote de origen francés

Don Celes, un monigote de origen francés

Olmo fusiló al Doctor Nimbus, tira cómica que se publicaba en 'Le Journal'. También Don Celes fue plagiado y convertido en Mademoiselle Farfelue

Miércoles, 8 de septiembre 2021

El primer Don Celes vio la luz en las mortecinas tardes del diciembre bilbaíno, una ciudad cenicienta tomada entonces por la bruma ferrosa de las viejas acerías y el retumbar metálico de las remachadoras de los astilleros. La comadrona se llamó Aureliano López Becerra, a la sazón, director de 'La Gaceta' donde laburaba un pimpollo llamado Luis del Olmo. A López Becerra todos le motejaban 'Desperdicios' y él mismo firmaba así sus sueltos y demás apostillas directoriales. El origen del alias se atribuye al gusto de don Aureliano por narrar la anécdota de aquel torero que recibió una cornada certerísima en el mismo ojo. Ni corto ni perezoso, el maestro retiró el despojo de su órbita y, ante la sorpresa de subalternos y picadores, les chistó, altanero: «¡Bah, desperdicios!» mientras seguía la faena.

Un jovencísimo estudiante llamado Luis del Olmo organizó una colecta con sus amigos para las Hermanitas de los Pobres, algo demasiado común en esta tierra, y se presentó con el esplendoroso duro cosechado ante aquellos periodistas de manguitos, cigarrillo de picadura cosido a la comisura de los labios y visera de celuloide. «Envié aquellas cinco pesetas con un dibujito hecho por mí a la sección Miscelánea». Nadie sabe por qué angostas veredas, la ilustración fue a parar a la mesa de 'Desperdicios'. «El caso es que poco después me recibió en su despacho y me preguntó: '¿Es usted capaz de dibujar al Doctor Nimbus haciendo lo que yo le diga?'. 'Sí', le respondí. 'Pues hágamelo cazando un conejo'. Lo hice y le gustó. Me dijo que iba a cobrar dos duros. ¡Una fortuna! Ganaba más que un perito, que es para lo que estaba estudiando, y dejé los libros. El primer dibujo salió el 23 de enero de 1943», recordaba con su privilegiada memoria el padre de Don Celes con motivo del 70 aniversario del personaje.

Para explicarlo todo, hay que decir que Doctor Nimbus era una tira cómica francesa de mucho éxito y pocos dobleces que se publicaba en 'Le Journal'. Nuestro personaje, hábil con el lapicero y el plumín, se dedicó a fusilar, a plagiar al Doctor Nimbus, y a colocarlo junto a los artículos que 'Desperdicios' escribía sobre los donativos para menesterosos y familias necesitadas que llegaban al rotativo bilbaíno.

Si se fijan en las ilustraciones que acompañan a este reportaje encontrarán un más que razonable parecido entre nuestro Don Celes y el Doctor Nimbus, aunque solo sean por esos tres pelos que le dotan de carácter y por unos zapatones como para subir al Everest. Olmo no tiene empacho en reconocer que también se fijó abiertamente en Adamson, personaje sueco de cómic, calvo, por supuesto, (es sabido que los dibujantes prescinden del pelo para evitarse miles de horas de trabajo y litros de tinta; Ibáñez jamás se perdonará la barba del profesor Bacterio y la melena de Ofelia) y coronado también por esos tres pelos miserables.

El caso es que don Luis se aplicó a la tarea un día sí y otro también. Pero, amigo, los tiempos cambian que es una barbaridad y la denostada dictadura franquista empezó a asomar la cabeza por el mundo. La impostura del falso Doctor Nimbus de 'La Gaceta del Norte' no podía mantenerse por más tiempo.

Y como una cosa lleva a la otra, 'Desperdicios' no tuvo más remedio que proponerle a Olmo que inventara un nuevo personaje, no fuera a ser que los vecinos del otro lado de la frontera, los dueños de 'Le Journal', les pusieran un pleito por unos fusilamientos mayores que los del 3 de mayo de 1808 en la montaña del Príncipe Pío.

Nuestro hombre ya se había puesto a prueba y había pasado un mes esbozando las andanzas de un personajillo triponcete, bigotudo y bonachón, al que bautizó como Celestino. «Guardaba las viñetas en un cajón; se las llevé, le gustaron y empezaron a publicarlas. Aquel día me casé con Don Celes. Era la época del racionamiento y con aquel sueldo se podía vivir muy bien; hoy, no».

La partida de nacimiento de Don Celes tiene fecha de 19 de octubre de 1945. Fue bautizado por Aureliano López Becerra como Don Celes Carovius. A su autor, a los meses le asignaron una mesa y una silla y fue un plumilla más de Redacción. Además de la tira, le tocaba hacer de «reportero de calle», un trabajo perro, sin horarios, el mejor oficio del mundo para cualquiera... menos para la familia del esforzado reportero de calcetín gastado y libreta de espiral.

«Nadie inventa nada»

Es evidente que, con solo fijarse un poquito, Don Celes se parece muchísimo a otros monigotes de la época; un sastre diría que están cortados por el mismo patrón. En las tiras hay estilos y épocas, como sucede en el arte, en los vinos y en los toros. «Ningún dibujante se inventa nada», explicaba el dibujante de EL CORREO. «Crear el muñeco (don Luis se refiere a Don Celes con un desapego brutal) fue un autodesafío. Usé el primer prototipo con los tres pelos y el bigote. Al principio llevaban un título que sintetizaba la viñeta».

Pese a que todos los monigotes, como el Homo sapiens, arrastran ancestros y una historia común, Luis del Olmo corrió a registrar el suyo. Su número de patente es el 195.960. Un buen día, un representante noruego decidió incluir al muñeco bilbaíno en su catálogo de tiras sindicadas... Desde la Ría, Don Celes se lanzó a la conquista del mundo. Bien es verdad que le cambiaron su nombre por el muy operístico de don Carlo. El Press Ilustration Bureau solicitó discretamente a nuestro dibujante que, de ser posible, doña Petronila Pilonga, esposa y «ama de casa» de Don Celes, no se dejara ver demasiado por las tiras. Hubo meses en que cobró más dinero del sindicato sueco que del rotativo bilbaíno que le pagaba el sueldo.

Pícaro, sí; infiel, no

Don Celes, como era costumbre en la época del pluriempleo y como corresponde a un actor de su talla, ha hecho de todo: de ladrón, pícaro, mecánico, guardia de silbato, explorador, viandante, barrendero, marino, cazador, manifestante contrariado o frustrado y romántico ligón de acera... «Pícaro, sí. ¿Infiel? Nunca», se esponja Luis del Olmo. «Posee los defectos, siempre leves, de cualquiera... Porque Don Celes es una buena persona, aunque a veces vaya a robar. ¿Que odia el arte contemporáneo? Bueno, es un tema que uso porque se presta a chistes. Anote que el perro es el mejor amigo del humorista».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Don Celes, un monigote de origen francés