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La mezzosoprano Beatriz Oleaga (Madrid, 1987) es una caja de sorpresas dentro y fuera del escenario. Se especializó en Economía Internacional tras licenciarse en la ... Universidad Complutense y llegó a trabajar en un banco. Ahora es una todoterreno que lo mismo canta Bach que Wagner, Rossini o Falla. Se siente cómoda en el mundo de la ópera y el oratorio, pero también le gusta la música de cámara y la sinfónica, además de los recitales. Habitual de las temporadas tanto de Barcelona y Versalles como de Frankfurt y Pekín, se ha ganado el respeto de directores tan dispares como Jordi Savall y Nacho de Paz. Camaleónica y osada, disfruta de los escenarios y del trabajo riguroso.
Auditorio del Euskalduna, 11.45 anda municipal de Bilbao con la soprano Andrea Jiménez, a las órdenes de José R. Pascual-Vilaplana. Obras de Wagner, Rutter, Puccini...
Sala 0A, 17.15 Alfonso Gómez al piano. Nocturnos de Chopin.
Auditorio, 18.45 Orquesta Sinfónica de Navarra, con Perry So a la batuta. Kukai Dantza Taldea. 'Las criaturas de Prometeo', de Beethoven.
Esta tarde, a las 18.00 horas, protagonizará en el Euskalduna 'Degli affetti proibiti', una producción de Musika Música con escenografía de Naiara Beistegui. Será la única cantante, con vestuario y maquillaje en sintonía con la ambientación barroca. No interactuará con nadie ni se moverá demasiado, porque le bastará la música para transportarse. Cantará piezas de las compositoras Caccini, Agnesi y Walpurgis, además de clásicos de Purcell, Vivaldi, Porpora y Haendel, arropada por el Ensemble Galdós a las órdenes de Iván Martín, que dirigirá desde el clave.
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- Usted es de origen vasco.
- Nací en Madrid pero mi padre es bilbaíno. Se apellida Oleaga, Bilbao, Etxeberria, Muguruza... Vamos, que tiene los ocho apellidos vascos y me hace una ilusión tremenda cantar en Musika Música.
- ¿El gusto por el canto le viene de familia?
- Mis padres no tienen nada que ver con el mundo de la música. Son profesores de Educación Física, pero sí que hay afición por la música y el canto.
- ¿Cuándo empezó a educar la voz?
- En el coro de la iglesia del colegio de La Salle. Luego, cuando se creó el coro de niños de la Comunidad de Madrid, me presenté a las pruebas y me cogieron.
- El director de ese coro era...
- ¡Otro vasco! José de Felipe Arnáiz. Un director muy bueno, que había estudiado en el Conservatorio Chaikovski de Moscú. Fui muy afortunada al poder entrar en su coro de niños.
- ¿Por qué?
- Imagínese, empecé a cantar en el Teatro Real, el Teatro Monumental, el Auditorio Nacional...
- ¿Su padres la alentaban con la idea de que fuera su trabajo en el futuro?
- No, no, lo veían como un hobby.
- Uno muy exigente, por cierto.
- Asumí como algo natural tener mucha actividad. Terminabas por la noche una ópera, hacías los deberes en el camerino y luego te volvías a casa. Después, ya mayor, cuando me dieron la beca para la Escuela Superior de Canto, tuve que centrarme... ¡No podía con todo!
- Con toda lógica. Tras la carrera de Economía y un máster, había entrado a trabajar en un banco.
- Sí, trabajé en un banco, di clases en un instituto y... aposté por el canto. Llegó un momento en que me vi obligada a priorizar. Máxime porque, además de conseguir la beca en la Escuela Superior, entré en la Academia del Centro Internacional de Música Antigua que dirige Jordi Savall.
- ¿Y no le tiraba el deporte? Con profesores de Educación Física en casa y su grado de compromiso, habría llegado a campeona olímpica.
- Jajaja. De niña, como era de suponer, hice muchísimo deporte por influencia de mis padres. Pero no era la mejor en ninguno. En el canto, sí que lo era.
- Tiene un repertorio que abarca desde el barroco a la música del siglo XX. Algo nada habitual.
- Lo sé, pero es que no quiero encasillarme. De un tiempo a esta parte, la obsesión por la especialización se ha disparado. Me parece una pena. Yo prefiero tocar muchos palos. Mi propio tipo de voz me lo permite y, hombre, no canto todo igual. No es lo mismo estar acompañada por una orquesta sinfónica en un auditorio que por una tiorba en un salón. Hay que saber adaptarse.
- Hábleme del programa que presentará en Musika Música
- Me atrae muchísimo. Se reivindica a la mujer con obras de compositoras y también con piezas que antaño cantaban los castrati y ahora interpretan casi exclusivamente los contratenores.
- ¿Cree que la voz de mezzo se acerca más a las de los antiguos castrati?
- Sin hacer de menos a los magníficos contratenores que tenemos, me gusta pensar que sí.
- ¿Qué opina de la escenografía que le han preparado?
- Es súper. Lo han hecho todo como si fuera un cuadro y yo formo parte de él. Me han hecho un vestidazo con miriñaque, peluca... Se lo han trabajado un montón.
- ¿Le gustan los disfraces?
- Desde pequeña me encantan, igual que a mis niños. Tienen cuatro y cinco años, y la gente flipa cuando vienen a casa y ven su baúl de los disfraces.
- ¿Le han salido con talento musical?
- El mayor va a clases de piano, pero no porque yo esté loca, sino porque él quiere. Ha escuchado más música cuando estaba en mi tripa que muchos adultos. Y con el pequeño, pues ya veremos. ¡Los dos son unos terremotos! No me aburro.
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