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Sebastián Durón (1660-1716) es de una calidad comparable a la de Lully y Purcell. Lo sostiene el director y musicólogo Albert Recasens, que ha ... realizado con su grupo, La Grande Chapelle, la primera grabación mundial de la 'Música para las cuarenta horas' (sello Lauda). La grabación, que tiene características muy especiales por los requerimientos artísticos, fue realizada en septiembre de 2023 en la colegiata de Zenarruza, después de su interpretación en vivo en el ciclo de conciertos que se celebra allí cada año organizado por Koldo Narbaiza, impulsor del proyecto.
Durón fue maestro de la Real Capilla después de haber ejercicio de organista en las catedrales de Sevilla, Cuenca, El Burgo de Osma y Palencia. Trabajó en música para la escena y en la de carácter litúrgico. En todos los ámbitos se mostró partidario, explica Recasens, de combinar el nuevo estilo italiano, considerado la modernidad, con la esencia de la música española.
Las Cuarenta Horas hace referencia a una tradición litúrgica que se llevaba a cabo entre el Viernes Santo y el Domingo de Pascua; es decir, en el tiempo que media entre la muerte de Cristo y su Resurrección. Durante aproximadamente una hora, en las dos tardes de ese período, la hostia consagrada se guardaba en el sagrario. En ese tiempo se celebraba la siesta, momento en el que se cantaban villancicos, algunas otras piezas vocales y otras instrumentales. Es exactamente eso lo que recoge este disco.
Recasens ha investigado en diversas fuentes para conseguir los materiales de una obra no grabada con anterioridad. Algo que, reconoce, les ha «obligado a un enorme rigor en la interpretación». Y la misma no ha sido fácil por las exigencias de una partitura escrita para instrumentos y voces de su tiempo que ahora no son fáciles de reproducir. Por ejemplo, el bajoncillo, un instrumento parecido al fagot pero de sonoridad más áspera y no fácil de localizar. O algunas voces, que ahora corren a cargo de mezzosopranos pero que en su momento asumían 'castrati'.
La obra de Durón se ha beneficiado en los últimos años de un interés por parte de investigadores e intérpretes, en especial a raíz del tercer centenario de su muerte, en 2016. Recasens defiende su carácter de «gran personalidad musical», que se ha visto perjudicada por la dispersión de los manuscritos de sus obras (pasó los últimos años de su vida exiliado en Francia, por su apoyo a Carlos de Austria durante la guerra de Sucesión). «En Europa se recuperan piezas menores de Haendel o partituras de compositores de tercera fila y aquí apenas hay ediciones o grabaciones de músicos magníficos, como Durón», se lamenta el director de La Grande Chapelle.
La grabación es la consecuencia del encargo que Narbaiza hizo a Recasens en 2022: una propuesta para un concierto en Zenarruza donde podía interpretar lo que él quisiera, con preferencia por piezas que supusieran un descubrimiento para los asistentes al ciclo. De esa forma, trabajando en «condiciones ideales», en un espacio con una acústica magnífica y un órgano histórico, ha conseguido que Durón vuelva a la vida. Y la colegiata ha unido su nombre a este compositor fallecido cerca de aquí. En la misma localidad donde también murió Albéniz.
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