Paloma San Basilio se despide una vez más de Bilbao
La polifacética cantante celebró sus 50 años de carrera con un show elegante y un repertorio muy variado, interpretado en noneto, con su hija a los coros y ante un millar de seguidores en el Euskalduna
No cantó 'La fiesta terminó', su canción de Eurovisión 1985, Paloma San Basilio este sábado ante los mil seguidores (¡cuéntennos entre ellos!) que llenaron hasta ... casi la mitad el aforo del Euskalduna, en una fecha más de su presunta gira de despedida llamada 'Gracias Tour', la que celebra sus cincuenta años de carrera. En 2014 la vimos en el Arriaga, en otro tour del agur, y la entrevistamos antes y titulamos algo así como: «Me voy en un momento en que me encuentro muy bien».
Pues una década después, este sábado, en dos horas (119 minutos desde que salieron hasta que hicieron mutis lo actuantes) sonaron 27 temas (el decimosexto un instrumental para cambiar de vestido ella, para pasar del blanco reluciente y esplendoroso inicial al negro severo que la hacía mayor) interpretados en noneto (Paloma, dos coristas que también vistieron dos modelitos escotados, el primero negro y el segundo rojo pasión –ah, la corista de la izquierda es su hija Ivana San Basilio-, y seis músicos de acompañamiento, entre ellos dos chicas a las cuerdas que aportaron mucho, todos dirigidos por el pianista argentino Julio Awad) y repasando una variedad de estilos, desde el jazz al pop latino, defendidos todos con la misma enjundia, credibilidad y seguridad escénica por la incombustible Paloma.
Paloma Cecilia San Basilio Martínez (Madrid, 74 años, cantante, actriz, pintora y escritora; así la describe la Wikipedia, dejándose en el tintero su faceta de empresaria, pues esta gira la produce ella como plasmaron los créditos finales en la pantalla de fondo) pastoreó a su público desde el principio: a la segunda ya avisó de que este show sería una fiesta y que quería la participación cantarina de todos, y para aclarar la voz pidió que hiciéramos una suerte de gárgaras o zumbido («pronto empezamos», se quejó con razón Óscar Esteban), y en la 27ª y última, la genial 'Juntos', lanzó unos breves grititos oohhh-eehh. Pero estos dos fueron los únicos trucos censurables, pues durante el resto de las dos horas sólo pidió algunas palmas sueltas, nos halagó lo justo (calificó de 'espléndidos' al Euskalduna y Bilbao, y recordó que había estado ahí mismo con 'Los chicos del coro', «hace muchos años»; así la vimos en diciembre de 2015, donde su personalidad estuvo supeditada a las voces de los niños), y en la cuarta canción, 'Ansiedad', para provocar los coros la pantalla de fondo reprodujo las letras, como en un karaoke (la única vez que pasó eso).
Fue un buen concierto, un tanto irregular por el ramillete de estilos y acompañamientos, y con algún bajón de ella en la entonación en la segunda parte, aunque en todo eso solo caímos en la cuenta los que fuimos a analizar, no a meramente dejarse llevar. Le quedaron regular, que no mal ni mucho menos, la composición de su hija Ivana 'Te encontraré', de 2019; 'Un largo camino', de 1990, un tema progresivo transicional para celebrar la caída del muro de Berlín (y en su introducción Paloma lamentó que se estén levantando hoy otro muros); y 'Al otro lado del río', la versión del éxito de Jorge Drexler de 2004, que le quedó un tanto justita no por un leve desfallecimiento físico sino más bien por una prudente dosificación de fuerzas (esta es mi opinión, porque el drexleriano Óscar Esteban –viaja lejos en aeroplano para verle en teatros y así- juzgó que «casi la ha hecho mejor que la original»).
Por lo especialmente bueno apuntamos una revisión del 'Hijo de la luna' de Mecano teatralizada y lujosa (ah, parece que Paloma no utilizó teleprompter con las letras), una íntima, minimalista y pianista 'Cuando nadie me ve' de Alejandro Sanz que Paloma hizo suya hasta el fondo del alma («la ha clavado», sentenció nuestro asesor trotamundos), un 'Cariño mío' de fuerza orquestal y televisiva (uno de los temas en que incitó a las palmas), el exquisito y argentinizado bolero-jazz de crooner sinatriano 'Será que hoy' (de Bebu Silvetti y Armando Manzanero, acreditó ella al presentarlo; el primero argentino nacionalizado mexicano y el segundo mexicano eterno), 'Paloma infiel' por la carga de profundidad de su letra interpretada de manera semejante a Ana Belén (con versos como «Amor de horas ocultas, bendito amor secreto / Mi cuerpo te desea, yo también»), el final en falso con una estremecedora 'No llores por mí, Argentina' (con el cañón de luz aureolándola, con ella repitiendo brazos en alto la actuación que se pudo ver tantas veces en televisión), y el bis con un imperfecto 'Juntos' (el del café para dos, el de «cruzar en rojo los semáforos…»), pero que destacó por rezumar alegría y optimismo vital (es su canción más popular en Spotify, con 15 millones de audios, pocos, pero es que el público de Paloma no puebla Internet).
En esas dos horas hubo mucha elegancia musical y estética (aunque las visuales de fondo parecieron sencillas y a menudo muy new age), mucho saber estar de ella, y el Euskalduna encima sonó bastante bien (atronó un poco por el volumen en un par de ocasiones). Y otros números destacable fueron un 'Bésame mucho' de jazz after hours, un 'Yolanda' de Pablo Milanés con Paloma asimilando la nueva trova cubana con una clase especial, el delicado 'Luna de miel' de Gloria Lasso, el bolero llevado a la chansón 'La hiedra', un 'Nadie como tú' orquestado en plan Burt Bacharach, y un 'Vida' propio de musical y con poso orquestal beatleniano.
Y se acabó, y estábamos saliendo cuando los músicos reaparecieron en escena para coger sus trastos. Y el público de Paloma se paró esperando otra canción, pero no hubo más. «Yo me quedaría toda la noche», comentó una elegante señora mayor a una azafata del Euskalduna.
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