Ornette Coleman, la cima de la improvisación
Hace seis décadas revolucionó el jazz y anticipó su futuro con su reeditado e influyente álbum 'The Shape of Jazz to Come'
JOSU OLARTE
Domingo, 8 de septiembre 2019, 23:31
Todas las formas de música popular están marcadas en su evolución por momentos cruciales, años de encrucijadas y rupturas que marcan un antes y un ... después. El jazz tuvo uno de sus rubicones creativos en 1959, año crucial para el género que en apenas doce meses asistió a una sucesión de álbumes rupturistas de maestros como Miles Davis, Dave Brubeck, John Coltrane o Charlie Mingus.
Situado en la cumbre del jazz neoyorquino, con 'Kind of Blue' -aún hoy el álbum más vendido de la historia-, Davis había definido lo 'cool' como una actitud distante y fría, musicalmente innovadora, sutil, sexy y agradable de escuchar, lo que consiguió apoyándose en su estelar septeto con Coltrane y Bill Evans en su seno. Y con 'In Time', el pianista blanco Dave Brubeck sorprendió a su compañía Columbia llegando a la radio comercial e introduciendo una novedosa frescura rítmica en temas como 'Blue Rondo a la Turk' o su célebre 'Take Five'.
Con el jazz algo ensimismado por su transformación de una forma de arte popular a una música elegante, intelectual y respetada, de pronto apareció Ornette Coleman con su saxo alto para ponerlo todo patas arriba con su estilo de improvisación anárquica y opuesta a las estrictas escalas modales con las que Miles Davis había dado réplica los arrebatos del bebop.
Su sonado desembarco en moderno club Five Spot de Nueva York llegó precedido por el disco ahora reeditado por Warner/Atlantic 'The Shape of Jazz to Come'. Este álbum iconoclasta y audaz desde su propio título moldeó un jazz nuevo, bautizado como 'free jazz' en su disco homónimo de 1961, rupturista, desestructurado y de vanguardia, lo que despertó no pocos rechazos. «Salió como de la nada y abrió un nuevo horizonte de expresión para el jazz que fue un punto de partida para nuevas formas de música. Aún hoy suena radical», afirma Herbie Hancock en el documental de la BBC 'The Year That Changed Jazz'.
La hostilidad manifiesta no era nada nuevo para el autodidacta músico nacido en el 1930 Fort Worth (Texas), donde pronto mostró inquietudes más allá de rhytmn & blues de sus inicios. Radicado ya en Los Angeles sintonizó con sus músicos de confianza durante años, el contrabajista Charlie Haden, el trompetista Don Cherry y los baterías Billy Higgins y Ed Blackwell, y registró sus primeros discos en 1958.
En la escena de jazz angelina su sonido atonal, sin armonía, ni acordes o ritmos definidos, pero espontáneo y melódico, causó tanta hilaridad en el jazz que llegaron a romperle su saxo al ser agredido a la salida de un club. Sin recursos, solo lo pudo sustituir por otro de plástico blanco que acabaría convirtiéndose en su seña de identidad.
Ornette no era un músico demasiado conocido cuando desembarcó en Nueva York a finales del 1959. Pero tenía colegas influyentes como los de Modern Jazz Quartet que en noviembre de ese año propiciaron una residencia de dos semanas en el Five Spot del East Village, luego prolongada hasta enero del 60 debido a su impacto, que atrajo la atención de lo más granado de la escena musical y cultural. Escritores y activistas como Norman Mailer y James Baldwin, así como directores de música clásica de la talla de Leonard Bernstein, le mostraron sus simpatías, lo mismo que Miles Davis, Coltrane o Mingus.
El elogio de Lou Reed
«Dudo de que pudiera tocar una escala entera pero sus notas y sus líneas eran tan frescas que hacía que todo lo demás, incluido mi propio disco, sonara fatal», llegó a decir el gran contrabajista en referencia a su capital álbum editado en mayo de aquel año, 'Mingus Ah Um'.
«Cuesta imaginar una crítica negativa hacia piezas tan hermosas como 'Lonely Woman', que se me metió dentro desde que la escuché. Su actitud de crear sin límites, siendo tú mismo y sin estar nunca satisfecho con el 'statu quo' influyó a más gente de la se pueda imaginar», aseguró Lou Reed, que tuvo a Coleman como invitado en su disco 'The Raven', inspirado en Edgar Allan Poe.
«La música no es más que el sonido de mi corazón, así que me interpreto a mí mismo», diría Coleman. En 1987 protagonizó un histórico reencuentro en el Jazzaldia donostiarra con el trompetista Don Cherry. Tocando el saxo alto, la trompeta y el violín mantuvo un audaz cuarteto estable (con su hijo Denardo a la batería y dos contrabajistas y un bajo eléctrico ) con el que epató en la presentación madrileña de su álbum de retorno 'Sound Grammar' (2006), a la postre el último que registraría en estudio hasta su muerte por fallo cardiaco en 2015.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión