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Directo La cronoescalada del Tour, en directo
Marco Antonio, nacido en Nueva York de sangre portorriqueña. Ania López

Marc Anthony impecable en lo visual pero perjudicado por el sonido en el BEC

Más de 7.000 almas plurinacionales corearon contentas pero a destiempo, ¡porque apenas se oía al cantante salsero vecino de Miami! Lo más celebrado fueron las versiones de Perales y Juan Gabriel, y el adiós con 'Vivir mi vida'

Sábado, 28 de junio 2025, 07:37

Este viernes acudimos a ver al salsero romántico y canallita (esa delgadez, esos tatuajes, esa cara de ca…, ejem, de malote…) neoyorquino Marc Anthony con las expectativas muy altas y con la seguridad de que presenciaríamos un espectáculo muy bueno que podría colarse en la lista de lo mejor del año. Todo prometía: las pantallas gigantes, la gran orquesta (16 músicos, diez a la izquierda y seis a la seis a la derecha, más él en el centro del escenario), el repertorio, el público hermano latinoamericano venido de diversas naciones, el carisma bailongo del flaco cantautor, el arranque de la gira española…

Pero la cosa sonó mal: retumbaba el bajo sobre los arreglos de vientos y el bullir de las percusiones (¡y eso que el volumen no era elevado!, ¡más bien era insuficiente!), y encima no se entendían las letras. Esto sucedía tanto delante de la pista como al fondo. En los bises preguntamos su opinión a espectadoras anónimas, y se quejaron inmediatamente por la calidad acústica de un show caro, de 78 a 155 eurazos las entradas, los tickets, los boletos, de los que se vendieron 7.200.

Trajo 16 músicos, seis a la derecha del escenario. Ania López

El gran concierto de 15 temas (contando como tal la introducción audiovisual sin el artista en tarima, y uniendo en una única pieza dos que ejecutó seguidas: 'Abrázame fuerte' de Juan Gabriel y 'Almohada') en lo visual discurrió impecable y modernista: retransmisión simultánea del mismo por las pantallas gigantes, apoyo de algunos video-clips en varias canciones, y muchas otras imágenes de recurso, como la de un Marc Anthony bailón, gigantesco y grabado que danzaba pero no exactamente como el Marc real, humano, escénico (algo parecido a lo que hace Eva Amaral en su nueva gira).

El show, el primero de una gira española que le tendrá por estos lares hasta el 14 de agosto (tras Barakaldo continuará por Madrid, Marbella -dos fechas-, Roquetas, Barcelona, Cádiz, La Coruña, Mallorca, Valladolid y Mérida), arrancó con 34 minutos de retraso (al principio faltaban muchos espectadores, pero a las 9.15 ya estábamos casi todos y muchos presentes silbaban impacientes y se ponían nerviosos ante cualquier movimiento en escena).

La primera pieza fue una introducción espectacular de los 16 músicos (tres eran coristas, y el líder bailaba suyo, sin apoyo extra), y en las dos primeras canciones (la salsa festera a lo Albita 'Pa'llá voy' y la también movida 'Valió la pena', muy al gusto de Bisbal) ya con Marc Anthony en escena, éste se mostró muy dinámico, moviéndose de lado a lado, bailando cual boxeador, ajustándose las gafas cada dos por tres (el sudor, las sacudidas de su cuerpo…), e incitando a las más de 7.000 almas. Pero su entrega decreció cuando abandonaron los fotógrafos el foso (por cierto, había un discreto, elegante y fornido guardaespaldas que también vigilaba a los foteros, ¡igual que los trajeados machacas de James Brown!; tener guardaespaldas da prestigio, y Marc los saca incluso en los vídeos).

La pantalla trasera era diáfana e inmensa. Óscar Cubillo

Marco Antonio Muñiz Rivera (Nueva York, 56 años, hoy vecino de Miami y embajador oficial de la ciudad en el mundialito de clubes de la FIFA), padre de siete hijos con cuatro damas distintas (Jennifer López –que actuará dentro de unas semanas en el mismo BEC, dos coronadas misses de belleza y una mujer policía), cantó hondamente romántico en 'Y hubo alguien' (ahí el sonido general ya era un barullito), sugirió «a ver si me ayudan» antes de interpretar la balada-bolero 'Hasta ayer' (con final bastante sonero y a la mitad un punteo de guitarra larguísimo que le sirvió para tomar aire retirándose de la escena), y como quien dice lo único que habló en todo el show lo hizo antes de la sexta, cuando comentó «veo banderas de Paraguay, Cuba, Perú, Puerto Rico, Colombia…» justo antes de pedir «ahora viene una de mis favoritas, por favor cántenla conmigo», y llegó 'Flor pálida', con acústica imperfecta (parecía incluso mal vocalizada por el cantante) y muchos coros de la gente.

Ah, en serio: la gente, la masa, coreaba fatal. Parecía inexplicable, pero hay una plausible razón: como apenas se entendían las letras, quizá cada quién entraba a entonar los versos a su tiempo / destiempo. Sí, se respiraba muchas ganas de fiesta general, y el concierto seguía: el punto bajo de la cita fue 'Volando entre tus brazos' (los coros cual jaula de grillos, la acústica imprecisa…), un momento brillante, comunitario y feliz fue la versión de Juan Gabriel 'Abrázame muy fuerte' (a la que se añadió 'Almohada', la cual identificamos sólo por este verso: «Te quedas callada sin ningún reproche»), y una muy, muy coreada fue la breve revisión del '¿Y cómo es el?' de José Luis Perales, cuyo éxito intercontinental e intergeneracional se certificó por los coros contentos de la concurrencia.

El sonido deslució el evento. Ania López

En Héctor Lavoe pensamos en la romántica '¿Qué precio tiene el cielo?', folklórico en todos los sentidos y tropical otra vez a lo Albita ruló 'Y te conozco bien', salsa pícara fue 'Mala' (con video de fondo y la voz tapada de la estrella por la mala ecualización), más salsa de Miami fue el falso final con 'Parecen viernes' (con otro video), y la masa que medio llenaba el BEC se lo pasó estupendamente en las dos del bis: 'Tu amor me hace bien', con las parejas bailando como profesionales en la parte de atrás de la pista y con la mayoría del pabellón coreando feliz como en la iglesia, y el adiós definitivo con 'Vivir mi vida', un tema puramente latin a lo Bisbal o Ricky Martin que instantáneamente puso a corear, bailar y filmar con sus móviles a la gente del BEC.

Marc Anthony se dosificó físicamente y ni siquiera abusó de las frases tipo «¿dónde está mi gente?» y «arriba esas manos…». Y nosotros salimos insatisfechos. Contentos por ver a una estrella mundial, pero totalmente insatisfechos y un pelín decepcionados.

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