El debate sobre las polémicas operísticas está servido

Las escenas de índole erótica y sexual, así como la coreografía incesante de 15 bailarinas (en Bilbao serán 11 por razones de espacio), convencieron a un sector del público pero también incordiaron a muchos aficionados. ¿Dónde se encuentra el equilibrio entre los estímulos visuales y los estrictamente musicales? ¿Qué es prioritario en una representación operística? Son dos de las preguntas básicas que se abordarán en el coloquio, moderado por César Coca, director del Aula.

En los últimos 40 años la figura del director de escena se ha sobredimensionado en el mundo de la ópera. Ya no solo han conseguido erradicar la concha del apuntador de la mayoría de los coliseos líricos, porque es una estructura poco estética que les molesta en el escenario, sino que su autoridad ha llegado a imponerse sobre todo lo demás. Hay veces en que el nombre del compositor pasa a un segundo plano porque lo más llamativo es la 'adaptación' de la obra.

En teatros de prestigio se han visto montajes de 'La Bohème' que se ambientan en la Luna y se ha cambiado el final de 'Carmen' para que Don José muera de un tiro que dispara la gitana. Ni uno ni otro eran delirios de indocumentados. La primera producción, que se estrenó en la Ópera de París, se debía a la inventiva de Claus Guth y la segunda se ofreció en el Teatro del Maggio Fiorentino con el sello de Leo Muscato.

También dejó huella la vuelta de tuerca que le dio la regista alemana Doris Dörrie a 'Rigoletto', al situar la tragedia de Verdi en el planeta de los simios. Todos los personajes eran monos, gorilas, chimpancés y orangutanes, salvo el bufón protagonista y su hija, que aparecían como astronautas en aquella producción de la Ópera de Baviera, con Zubin Mehta a la batuta. No hay límites para la inventiva y cada vez son más los profesionales del mundo del teatro y del cine que dan el salto a la lírica. Entre otras cosas, además de las posibilidades escénicas que ofrece un espectáculo tan completo como la ópera, les tienta contar con un presupuesto abultado para materializar sus fantasías.

«Lo fundamental es el respeto y el diálogo. No hay que obligar a nadie a hacer lo que no siente ni entiende», reflexiona la soprano Sabina Puértolas, que interpreta a Gilda en el ambicioso montaje de 'Rigoletto' que hoy se ofrece en Bilbao. Se trata de una coproducción del Teatro Real, la ABAO, el Maestranza de Sevilla y la New Israeli Opera. En el reparto también cantan el barítono Amartuvshin Enkhbat y el tenor Ismael Jordi. Se cuenta con la Orquesta Sinfónica de Bilbao en el foso, con Daniel Oren al frente, y la última representación se verá en el Palacio Euskalduna el lunes 26.

Los tres intérpretes principales son primeros espadas de la lírica y conocen bien sus papeles. Hay química entre ellos y dan lo mejor de sí mismos cuando sienten y entienden lo que deben hacer en escena. «No me gusta el concepto de escándalo, pero me parece positivo que haya polémica. Debe haber innovación, claro que sí. Lo cual no significa que haya que ir en contra de las voces, el libreto y la música», subraya Juan Carlos Matellanes, presidente de la ABAO.

A la espera de la reacción de los aficionados que esta noche acudan a disfrutar de la primera función de 'Rigoletto', el asistente de dirección artística de la entidad bilbaína, Pablo Romero, advierte que si esta es su primera experiencia operística, «no me cabe duda de que gustará muchísimo, porque tiene una estética espectacular y una visión muy cercana». El debate está servido.