Corazones alegres con Malú Garay y Javier Colina
La vocalista bilbaína cantó con swing y también originales en castellano, y el contrabajista pamplonés pilotó un encuentro lúdico y trabajado donde el jazz latino fue realzado por el saxo de Ariel Brínguez
Estupenda jornada inaugural la del 44º Festival Internacional de Getxo, que de miércoles a domingo ofrecerá tres citas diarias en Algorta: a las 13 horas concurso de grupos (5 €), a las 17 (serie Tercer Milenio, acceso con invitación, en la plaza Biotz Alai pero con mascarilla; 170 sillas de aforo limitado), y a las 19 h (los cabezas de cartel, la mayoría ya con las entradas agotadas en la venta anticipada).
Tras el pistoletazo de salida matinal del grupo a concurso, Víctor Jiménez & Friends (de lo mejor del año, oigan), a las cinco de la tarde, en la Plaza Biotz Alai, en la serie Tercer Milenio, actuó un grupo contratado por el Getxo Jazz para el año de la pandemia y que evidentemente no pudo actuar. No obstante, 365 días después se ha desquitado la vocalista bilbaína Malú Garay (getxotarra sólo en verano, dijo, precisando la información oficial del festival), al frente de cuatro músicos de probada solvencia, tres vecinos de Getxo según señaló la lideresa Malú en las presentaciones (el guitarrista Raúl Sainz de Rozas, el contrabajista Javier Mayor y el baterista venezolano Juan Luis Castaño) más el pianista madrileño vecino de Laredo Marcos Salcines.
Ante más de cien personas atentas, con sonido que destacaba la guitarra eléctrica y el piano de cola, Malú Garay cantó 12 temas en 67 minutos. Dijo que tenían «el corazón alegre, como la plaza Biotz Alai, por poder tocar cuando ha pasado la pandemia», y alternó el inglés de los numerosos standards jazz de principios de siglo XX ('East of the Sun, West of the Moon', el 'All I do is dream of you' que suena en 'Bailando bajo la lluvia', el blues de Marion Harris –la primera mujer blanca en cantar jazz y blues, se dice- 'After you've gone' que les quedó de cine…) y del mejoramiento de la versión pop ('Creep' de Radiohead insuflado con swing), con el castellano de sus temas propios.
Las letras de Malú son bastante panteístas (dunas, la luna, el mar que salió en al menos cuatro canciones…), destacando entre estas la bossa (inspirada en Gal Costa, dio pistas al presentarla) 'Sola tan sola' y el blues 'Tú serás' (otro blues fue el tema inaugural, original pero en inglés: 'Health your heart'). Una pena que se dejara en el tintero su versión del 'Flor de lis' de Djavan y acabara el concierto con lo menos lucido de su selección, jazz-pop 'I' never fall in love again' de Dionne Warwick.
Ah, Malú estará en el ciclo de conciertos estivales de la terraza del Guggenheim, los miércoles, ella el día 28 de julio.
Y cerramos la primera jornada del 44º Getxo Jazz con el corazón contento de nuevo en el Musikebarri, donde más de 300 almas atendieron al concierto del contrabajista navarro Javier Colina, cuyo instrumento posee la sensibilidad de un fonendoscopio auscultando lo más hondo del corazón. ¡Sin necesidad de atriles!, durante 87 minutos sonaron 9 piezas en cuarteto lúdico, arriesgado y bien trabajado.
Colina se trajo como saxofonista tenor y soprano al cubano Ariel Brínguez, un tímido al que colocó delante del escenario, centrado, hasta taparnos su propia visión. Y con Brínguez muy protagonista, el pamplonés esparció breves, concisos y sabroso solos de bajo llenos de vida por todo el repertorio versionero que escogió. Versiones de la música cubana, caso de la nana de Eliseo Grenet 'Belén' (la cual pasó de lo arropador a la vanguardia oriental cubana), del bolero de José Antonio Méndez 'Novia mía' (una balada con un inspiradísimo y noctívago Brínguez al tenor) o del divertimento (entremés lo llamó el jefe) de Manuel Saumell 'Tu sonrisa', y también alguna adaptación de la música estadounidense, caso del 'Epistrophy' de Thelonius Monk (exótico y sorprendente en sus manos, que fue cuando Ariel sonrió de gozo al comprobar que funcionaba el cuarteto).
Pudo lo latino en el entregado auditorio municipal (las ovaciones eran cada vez más largas y con más aullidos y grititos) y Javier Colina ofició cercano al respetable al presentar la mayoría de las composiciones. Y aunque se mantuvo en un discreto segundo plano y vistió con camiseta (peor que sus escuderos, los tres con chaqueta), supo imponer su instrumento con técnica instantánea y un sentimiento jondo que cuando se lentifica evoca al gran Charlie Haden. Ojalá estén tan bien trabajados otros conciertos presuntamente improvisadores de entre los cabezas de cartel.