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Ibáñez, junto a sus personajes más populares, Mortadelo y Filemón. E. C.

Muere Francisco Ibáñez, el padre de Mortadelo y Filemón

El dibujante de 87 años, creador de Rompetechos, Sacarino o 13 Rue del Percebe, ha fallecido esta mañana en Barcelona

Sábado, 15 de julio 2023, 16:45

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El mundo del cómic recibió ayer un golpe en el corazón con la muerte de Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936), creador de Mortadelo y Filemón, el archiconocido dúo de superagentes patosos, entre otros míticos personajes que forman parte de la memoria emocional de muchas generaciones. La pérdida de uno de los grandes maestros del humor no solo afecta a los aficionados a los tebeos. Sus criaturas de papel forman parte de nuestra cultura popular y han sido traducidas a multitud de idiomas por todo el planeta. ¿Quién no se ha divertido alguna vez leyendo las torpezas de Rompetechos? ¿Qué sería del éxito televisivo de 'La que se avecina' sin '13, Rue del Percebe'?

Siempre risueño, incansable frente al tablero de dibujo, su último libro, 'Mortadelo y Filemón. Mundial de baloncesto 2023', se ha publicado este año. Ibáñez creció con los tebeos de 'El guerrero del antifaz y publicó su primer dibujo en la revista 'Chicos' en 1947, con solo once años. En aquel momento el tebeo, como se conocía popularmente al cómic, funcionaba muy bien entre el gran público, deseoso de evadirse de la realidad traumática de la posguerra.

Fue Ibáñez quien mejor dibujó las chapuzas de la España del desarrollismo con Pepe Gotera y Otilio y se vengó de sus años mozos de chico para todo en una sucursal del Banco Español de Crédito con El botones Sacarino. Colaboró con la editorial Marco antes de entrar en Bruguera. Muchos lectores han crecido con las revistas publicadas por esta editorial, cuyo legado, ahora en manos de Penguin, merece mayor atención. Publicaciones reeditadas, compradas de segunda mano o heredadas de algún familiar o amigo siempre están disponibles en la biblioteca para el deleite de grandes y pequeños.

Hubo un tiempo en el que se consumían ávidamente historietas en el mercado español, antes de que irrumpieran con fuerza la televisión y otras formas de combatir el tedio. Muchas cabeceras que buscaban la evasión mediante viñetas protagonizadas por personajes entrañables que transmitían una alegría contagiosa. Con el humor por bandera, títulos como 'Pulgarcito', 'DDT' o 'Mortadelo y Filemón' arrasaban en los quioscos. La famosa escuela Bruguera se erigió como una fábrica de sueños, aunque el reinado de la conocida editorial no duró siempre. No se pueden obviar los problemas con la censura de la época.

La primera viñeta de Mortadelo y Filemón la dibujó a los 21 años en la revista 'Pulgarcito'. Solía recordar que aquel dia «había que llenar una página y me metieron prisa». Marcados por las tropelías de los agentes de la T.I.A., que incluso en países como Alemania, bajo el título 'Clever & Smart', han sido todo un fenómeno, el encanto lascivo de Vázquez o las tribulaciones de Superlópez, muchos chavales inquietos iniciaron su idilio con las viñetas de la mano de Ibáñez y compañía. Escobar, Cifré, Peñarroya, Raf, Iranzo, Segura, Jan... La lista de autores sublimes de la época es extensa, pero el dibujante de 'El botones Sacarino y 'Pepe Gotera y Otilio' es, sin dudarlo, el más famoso de todos y trasciende el medio.

'Valor y al toro', 'El sulfato atómico' o 'Los monstruos' son tres obras geniales entre otras muchas que forman parte de una producción ingente: el maestro Ibáñez no paraba nunca de dibujar, según subrayaba en sus entrevistas. Se sentía un esclavo del lapicero, pero no podía soltarlo. «No tengo ningún lujo, no me da tiempo. Envidio a mis personajes: ellos han visto mundo. Yo lo máximo que llego es a Sabadell», contaba.

Sin el princesa de Asturias

Hay luces y sombras en su trayectoria de gigante. Con más de 50.000 páginas firmadas a sus espaldas, manteniendo el nivel en el trazo, tuvo que tener en algún momento algún asistente en su trabajo, pero nunca dejó de atender con simpatía a sus seguidores. «Mis premios los recibo cuando firmo: ese niño que ha estado ensayando a la noche lo que me iba a decir y se queda sin habla; ese abuelete que quiere que le firme para el nieto y en realidad es para él...», contaba a este periódico en 2007, cuando le rindió homenaje el Salón del Cómic de Getxo. Las colas que se formaban para conseguir alguna dedicatoria de su puño y letra eran kilométricas. Todo un fenómeno social difícil de repetir.

Recibió muchos premios a lo largo de su carrera, entre ellos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el homenaje de La Risa de Bilbao, embrión del festival JA!. Sin embargo, ha fallecido a los 87 años sin el Premio Princesa de Asturias que pedían a gritos sus amigos y lectores. Una de tantas injusticias culturales para el mundo de las viñetas. Están a tiempo de dárselo a Carlos Giménez.

Personajes como el superintendente Vicente, el profesor Bacterio, Ofelia o La familia Trapisonda, un grupito que es la monda, permanecen en muestra memoria. La historia de la picaresca nacional se ve reflejada en cientos y cientos de historietas repletas de gags visuales excepcionales. En cada rincón de cada viñeta hay algo. La chapuza, el enredo y el malentendido campan a sus anchas en busca de la sonrisa en numerosas aventuras impredecibles. ¿Quién no se acuerda de la famosa 'Máquina del cambiazo' o los increíbles disfraces de Mortadelo? Villanos terriblemente divertidos, con una cachiporra en la mano y frases legendarias como «Esos tipos con bigote tienen cara de hotentote». El desastroso cuartel de la T.I.A., parodia de la C.I.A., cuyas siglas resumen el nombre Técnicos de Investigación Aeroterráquea, es el centro neurálgico de mil y un aventuras que merece la pena recordar.

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