Muere Francisco Ibáñez
Entrevista en EL CORREO: «Envidio a mis personajes: ellos han visto mundo»El Salón del Cómic de Getxo homenajeó al autor de Mortadelo y Filemón en su edición de 2007
Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936) tenía 21 años cuando parió a «Mortadelo y Filemón» en la revista «Pulgarcito». «Había que llenar una página y me metieron ... prisa». Medio siglo después, sigue considerando que el matrimonio mejor avenido «es el de mis nalgas y el taburete». «El gran libro de Mortadelo y Filemón» (Ed. B) y la segunda parte de sus aventuras en cine (estreno en enero) celebran el genio de un dibujante que ha conformado la memoria sentimental de varias generaciones. Ibáñez se hinchará a firmar ejemplares en Getxo.
-Se considera un mal dibujante
-Soy consciente de hasta dónde llego. Este es un país de dibujantes fabulosos, que podrían estar en el Louvre. Si me comparo con ellos
-¿Qué premios tiene?
-Oficiales, muy pocos; tengo el certificado de estar vacunado contra la viruela Mis premios los recibo cuando firmo: ese niño que ha estado ensayando a la noche lo que me iba a decir y se queda sin habla; ese abuelete que quiere que le firme para el nieto y en realidad es para él; el médico que se lee un «Mortadelo» antes de dormir De esos premios tengo cientos de miles.
-¿Los escritores le miran por encima del hombro?
-Siempre. Tengo terror cuando hay una firma colectiva, porque siento su mirada en el cogote. «Este tío que hace monigotes no para de firmar, y yo que soy un señor literato ». Paso mal rato. Una vez la editorial me envió a una reunión de escritores en el Café Gijón. Sólo se me acercó Vizcaíno Casas.
-Sus viñetas rebosan detalles: caracoles con audífono, colillas
-La viejecita con la Kawasaki subiendo por los rascacielos En 1983, dibujé un detalle de fondo en una aventura de Mortadelo en Nueva York: un avión estrellándose contra las Torres Gemelas. El 11-S ni me acordé. Un lector avispado lo sacó en Internet. Después me pedían la combinación de la Primitiva, «¡Ibáñez, profeta!, ¡promotor del terrorismo!».
-Ha enriquecido nuestro vocabulario: colodrillo, píloro, Pernambuco
-No me importa perder el tiempo con un diccionario de sinónimos. Ya no sé si los personajes hablan como la gente de la calle o la gente habla como mis personajes
-¿Mortadelo y Filemón sólo podrían ser españoles?
-Se han exportado por toda Europa con un éxito fabuloso. Su carácter es muy español: la mala leche, siempre les sale mal todo -¿España tiene historia o historieta?
-Mortadelo y Filemón viven juntos desde hace cincuenta años, nunca se comen una rosca A ver si van a ser la primera pareja de hecho de este país.
-Obedece a los tiempos de la rigidísima censura franquista. En un Extra de verano un señor podía salir en traje de baño, pero una señora debía vestir abrigo de pieles. Y como te cansabas de batallar, accedías. Ya entonces me decían que Mortadelo y Filemón eran «rarillos». Y quizá el autor. Hice una aventura sobre su vida privada, donde se les veía morrear a unas chicas
-Ahora los manda a las Olimpíadas de Pekín. ¿Qué criterios ha seguido para incluir hechos históricos y personajes?
-Yo no hago críticas de los personajes. Rajoy ha salido muchas veces; para los niños es un personaje más de la historieta, y los mayorcitos lo pillan.
-¿Tiene temas tabú?
-Desde que desapareció la censura, ninguno. Pero no me gusta tocar temas tristes, como las víctimas del terrorismo. Y tampoco que puedan molestar, por eso no me decanto por ningún político ni hago crítica de la Casa Real. Hay que mantener la clientela.
-¿Qué le parece la multa a sus colegas de «El Jueves»?
-Exageradísima. Si molestó, hubiera bastado con darles un golpecito. Ocurren cosas mucho peores y no llegan a los tribunales, y si llegan se resuelven tardísimo. Esa multa, ¿a santo de qué? Supongo que recurrirán al Supremo y se la quitarán.
-«Mortadelo» atesora viñetas políticamente incorrectas: a cuenta de negros, gays
-Hay que situarse en la época; hoy «El guerrero del antifaz» cargándose moros sería imposible. A veces la censura me afeaba el exceso de violencia, y al mismo tiempo se publicaban «Hazañas bélicas» Dibujaba con un ojo en el papel y otro en la censura. Un día pinté a la ballena Moby Dick en su cueva submarina rodeada de calamarcitos. Y a su lado el ballenato que la miraba con mala cara porque había un calamar gigante silbando. La censura estalló. «¡Cómo se le ocurre tratar el tema del adulterio en una publicación infantil!». Oiga, si son ballenas En «13 Rúe del Percebe» vivía un inventor con su Frankenstein. «No puede ser, porque este señor fabrica seres humanos, y eso sólo lo puede hacer el sumo hacedor». Me hicieron un favor: sacaba el piso vacío con un cartel de «se alquila» y acababa antes,
-¿Por qué no se jubila?
-Ya. La gente debe pensar que si Mortadelo tiene cincuenta años, ¿cuántos tiene el autor? Si los personajes estuvieran en declive Pero tienen el mismo auge que hace veinte o treinta años. Mientras el cuerpo aguante y el público lo pida vamos a seguir.
-Estará forradísimo.
-No, no, no Cuidado, yo no soy un cantante de éstos de moda. Gano la mitad de lo que merezco y, de esa mitad, una mitad se la lleva Hacienda. Tampoco me quejo.
-¿Cuáles son sus lujos?
-Ninguno, no me da tiempo. Envidio a mis personajes: ellos han visto mundo. Yo lo máximo que llego es a Sabadell. Tampoco soy amigo de lujos. Tengo una torre fuera de Barcelona, donde no voy a descansar, sino a trabajar. Me gusta echar una partida de dominó con los amigos, lo prefiero al mejor casino.
-A los cuatro años ya emborronaba cuartillas.
-El tiempo de la escasez. Dibujaba en los papeles de mi padre contable. Hice un ratoncillo en la esquina del periódico. Mi padre lo recortó y se lo guardó en la cartera. Lo llevó toda la vida.
-Trabajó en un banco antes de consagrarse a la historieta.
-¡Si hicieron una fiesta cuando me fui! Tengo un hombro más bajo de los golpes que me pegaban al pillarme haciendo dibujitos.
-Su trago más amargo fueron los tres años de litigios judiciales con la editorial Bruguera, que abandonó en 1985.
-La etapa de Bruguera tuvo sus momentos buenos, coincidimos dibujantes que nos hicimos buenos amigos. Pero era un esclavismo total. Hacíamos tebeos como churros. Un dibujante que hace cinco páginas a la semana ha cumplido; diez es una heroicidad; quince, la locura. Pues en Bruguera hacía veinte semanales. Me decían, «Ibáñez, usted es el primer escalón, después vienen impresores, correctores, rotulistas Y pensaba, »es verdad, qué malo soy«. Bruguera era dueña de nuestros personajes, de nuestro trabajo, de nosotros mismos, de nuestras familias, del gato
-Durante un tiempo tuvo un equipo de «negros».
-Uno hacía el guión, otro dibujaba, otro coloreaba El resultado era infecto, espantoso. Con Ediciones B conseguimos retirarlos del mercado. Mire, yo he llegado a estar en el despacho de un editor que rompía originales porque no tenía sitio para guardarlos. Ni siquiera se los devolvían al autor. Ahora hago cinco o seis álbumes al año. Uderzo saca un Astérix cada cuatro años.
-Hoy los cómics los compran aquellos niños que son adultos.
-Los tebeos ya sólo se venden en tiendas especializadas. Para mí, si no están en los kioscos han muerto.
-Estos niños de hoy que no leen tebeos, ¿qué leerán de mayores?
-Va a ser tremendo. El niño siente un terror espantoso hacia esos bichitos negros que se llaman letras. Antes, del tebeo pasaba a los libros de Guillermo el Travieso, de ahí a Salgari, Verne y Kafka, adonde yo no he llegado nunca. Ahora van directamente al videojuego.
-¿Le gusta el manga?
-¡Bah! Siempre veo a la Heidi y al Marco en esos mangas Dicen que en Japón los leen en el metro y los tiran a la papelera cuando los han leído. ¿Pero tú has visto esas imágenes del metro japonés, todos apiñados? ¿Cómo van a leer allí? El manga es una moda.
-Los chavales de 16 a 24 años pasan ya más tiempo con el ordenador que ante la tele.
-Sí. Quizá a partir de ahora les tengamos que obligar a ver la tele para que dejen Internet Mi nieta de cuatro año sabe navegar, yo no tengo ni idea. Cuando vienen a hacerme una entrevista a casa y ven que tengo una máquina de escribir vieja No se creen que no tenga ordenador.
-¿Percibe derechos de autor de series como «Manos a la obra» y «13 Rúe del Percebe»?
-No. Sólo de «El botones Sacarino», pero era muy mala. La película de «Mortadelo» sí que fue muy bien. Cuando me enseñaron al Benito Pocino «Tenemos un tío que se parece a Mortadelo». ¡Pero si era Mortadelo! Me conformo con que la segunda parte tenga la mitad de éxito de la primera.
-¿Mortadelo y Filemón morirán con usted?
-No. Yo no quiero ser como el hindú que, al morir, se va a la hoguera con la viuda. Tenemos dibujantes muy superiores a mí que pueden seguir. Otra cosa es el guión, que sale de dentro. Pero alguno habrá.
-¿A sus hijas les sigue gustando más Zipi y Zape?
-Ja, ja. De pequeñas lo decían, pero al final conseguí ganármelas.
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