La Bienal de Venecia es siempre el foro abierto de las tendencias, el reflejo de ese paralelismo entre las zozobras de los caminos creativos del ... arte y las preocupaciones sociales ante un futuro cambiante e incierto. Visiones a veces alternativas, descontextualizadas, muchas veces anticipadoras y metafóricas, pero siempre vinculadas a categorías contemporáneas del arte y a discursos curatoriales multidisciplinares. Tras el parón de la pandemia y en la valiosa senda marcada por visionarios como Bonito Oliva, Szeemann, Storr, Enwezor, Birnbaum y muchos otros, este año la 59 edición de la Bienal propone en su programa central y de la mano de la comisaria italiana Cecilia Alemani una metafórica reinvención de la vida desde el prisma de la imaginación, algo que permite un epígrafe poético sobre el que fundamentar los cambios que se atisban para el futuro desde el presente.
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'La leche de sueños', el título prestado de un libro de cuentos infantiles escrito por la artista surrealista Leonora Carrington, sirve a Alemani como visión para un viaje imaginario, donde se cuestiona la idea central del hombre acuñada desde el Renacimiento y la Ilustración, la relación del cuerpo y la tecnología o la vinculación entre lo colectivo, lo individual y la naturaleza. Una nueva mirada con pensamiento libre y exuberante al mundo cambiante, en definitiva, en la que también se integra el pabellón español con el sugerente comisariado de Bea Espejo -'Corrección' es el enunciado que induce la intervención de Ignasi Alballi-; o en la que June Crespo y Teresa Solar se inspiran con sus obras en los Giardini y el Arsenale para una Bienal, faltaría más, con mayoría de artistas mujeres y no binarias.
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