«Un minuto de espectáculo no compensa diez días de polémica»
Leo Harlem repasa en Bilbao sus mejores monólogos. «Me gustaría escribir una película o una obra de teatro, cuando tenga tiempo»
Su segundo apellido es Feliz «y vivo en la calle Virgen de la Alegría». Quizá Leo Harlem estaba destinado a compartir su sentido del humor ... con todos nosotros. Cae bien a la gente en un país donde eso es un arte y tiene la agenda repleta. Mientras repasa sus mejores monólogos en 'Deja que te cuente', hasta mañana en el Euskalduna, rueda otra comedia para el cine dirigida por Nacho G. Velilla y el programa de televisión 'El paisano', colabora en la radio con Carlos Alsina y participa en campañas publicitarias. «Estoy contento porque estoy trabajando. Hasta fin de año tengo bastante tomate, aunque todo lo que es presencial está sujeto con alfileres», asume.
La mascarilla no impide que le reconozcan por la calle, donde pesca ideas para sus monólogos. «Me fijo en la moda masculina, en una taberna que ahora se llama 'Afterwork', en los muffins que son las magdalenas de toda la vida...». Todo un estudio sociológico que ya no puede hacer de incógnito. «La gente me trata con mucho respeto. Primero, porque uno ya tiene una edad». Y segundo, porque nunca se mete en charcos. Practica el humor blanco por convicción, no por temor a la marea de 'ofendiditos'. «Para mí el humor es relajarse, disfrutar y salir con energías nuevas», dice. «Las polémicas me cansan y me gusta estar descansado. Si un minuto de espectáculo genera diez días de polémica, no me compensa. Yo rehúyo a los pesados. La gente puede pensar distinto a ti, pero que no te den la tarde». ¿En Twitter hay muchos de esos? «Hay gente con mucho tiempo libre».
«No imagino un monólogo sobre el virus. Cuando lo veamos con distancia, va a dejar mucha huella»
humor para disfrutar
No es su caso y el día que baje el ritmo quizá nos de una sorpresa. «Tengo bastantes ideas, me gustaría escribir una película o una comedia para el teatro, pero para eso tienes que parar y estar un mes en un sitio tranquilo». Tampoco descarta interpretar un papel dramático. «Si me llaman lo hago, lo que pasa es que hasta ahora me han ofrecido comedia. Siempre que los cómicos han hecho papeles dramáticos han funcionado, aunque no voy a compararme con Alfredo Landa en 'El crack' o Andrés Pajares en '¡Ay, Carmela!'».
De momento sigue llenando teatros, ha vuelto a hacerlo en Bilbao. En 'Deja que te cuente' habla entre otras cosas «de la invasión de la tecnología y de la obligación de cuidarse el tipín. La primera preocupación durante el confinamiento era que todo el mundo tenía que hacer deporte, ¡parece que vivimos en la Villa Olímpica!». Van a verle familias enteras, «el abuelo, el padre y el nieto, ahora están entrando más jóvenes a raíz de las películas». Actúa en los dos taquillazos de este verano, 'Superagente Makey' y 'Padre no hay más que uno 2'.
«Siempre que los cómicos han hecho papeles dramáticos ha funcionado»
cambio de registro
Siempre atento a las reacciones del público -«hay cosas que funcionan en Bilbao pero no en Cáceres»-, cuenta que la risa no suena igual con mascarilla, pero se fija «en cómo se mueve la silla y en el brillo en los ojos de la gente». De coronavirus nada, «solo un guiño al principio y luego vamos a reírnos. Para mortificarte te quedas en casa viendo las noticias». Tampoco cree que le dedique un monólogo el día en que por fin recuperemos la vida normal. «Cuando lo veamos con distancia va a dejar mucha huella porque hay muchos muertos y muchas familias que perderán trabajos».
Un sector muy castigado es el de los bares, que fueron para él «la mejor escuela» cuando trabajaba de camarero. «Lo que pasa es que hay locales que lo hacen muy bien, cumplen las normas, y si a un señor se le va de las manos pagan justos por pecadores. Espero que se reactive pronto porque es un negocio del que viven muchas familias además de nuestro estilo de vida, nuestra idiosincrasia».
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