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Ser del todo
Certamen Relato Breve 'En Cuarentena'

Ser del todo

Este es uno de los relatos breves seleccionados para su publicación de entre los presentados al concurso 'En cuarentena', que organizan EL CORREO y la UPV. El día 17 de junio se dará a conocer el nombre de los ganadores

Asherah

Domingo, 14 de junio 2020, 00:49

Peter todavía tenía la esperanza tardía de amar a una de esas hermosas muñecas sexuales que la fábrica le envió a probar. Aparentemente, y según la promoción, eran tan auténticas que los dueños a menudo las ponían a su lado en el sofá para acompañarlos a ver la televisión. Cuando la cuarentena duró más de ocho semanas debido al virus que acechaba al mundo, se sintió motivado a probarlas. Las cajas llegaron con cinco damas de goma suave. Lo primero que hizo fue desinfectarlas a fondo. Las colocó con las nalgas desnudas aplastadas contra el vidrio de la bañera; tan reales eran esas carnes que hasta la celulitis se deslizaba por los pliegues; en sus espaldas tenían pecas, manchas rojas, pequeñas cicatrices y una de ellas incluso un tatuaje de mariposa celta. Se guiaban por una encantadora atmósfera primaveral, más real que cualquier otra primavera que haya experimentado. La corte estaba formada por un grupo de jóvenes, que gritaban con sus voces imposibles, y él, excitado por ser visto por ojos reales y falsos, parecía querer arrodillarse ante el baño, pero no lo hizo.

Esa atmósfera casi le hizo querer ser como las grandes superestrellas de las películas porno. Tanto es así, que Peter se estiró sobre el suelo de mármol tratando de entender cómo sería ese gran actor en la vida mundana, y caminó con sus suecos, y las jóvenes en la bañera casi se volvieron para mirarlo; y cuando sus zancos dejaron de caminar frente a la puerta de la bañera, su inteligencia ya le había dicho que nunca sería como los que lo inspiraron, los buenos actores de las películas porno. Con toda esa excitación se detuvo a pensar profundamente delante de las concisas nalgas de las doncellas, y después de un rato vio a la señora de la casa entrar y recoger a las criaturas con gran técnica y fuerza, y poner su brazo entre sus piernas y llevar dos de ellas. Fue entonces cuando la señora se dio cuenta; dejando a las niñas en un rincón de la cama, salió corriendo para buscar a Peter, que se había vuelto tan vivaz como si estuviera escuchando, tan dueño de sí mismo como si sintiera, tan triste a veces como si amara desesperadamente en su silencio, tan leal a sus fabricantes.

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