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El único momento de su vida en el que un cocodrilo tiene las fauces abiertas, sin que se deba a la necesidad de respirar o ... de refrescarse, es cuando lleva a sus crías dentro de ellas; esa boca no hará el movimiento natural de cerrarse, las crías están seguras ahí, no habrá presión ni mordida. Eso lo leyó la escritora Nerea Arrien en un texto de Lacan sobre la maternidad y le pareció una metáfora muy bonita... al mismo tiempo que algo que temer cuando se habla de madres humanas.
«Una madre puede ser peligrosa, puede ser ese pedazo de reptil y engullirte. Una madre es muchas cosas», explica. Más allá de la idea tradicional de la cuidadora y protectora, la que enseña y apoya, la que acompaña y se sacrifica por sus crías, una madre puede ser cocodrilo. Y puede ser cigarro, llama al rojo. «Puede ser algo tóxico, una herencia que hace daño, la cesión de un dolor», prosigue la autora de 'Cul-de-sac' (Alberdania), la historia de una niña de «infancia fallida» y de una madre «que no ejerce». De ellas, de las que las precedieron y de un hombre tan ausente que está muy presente. «Quería un elogio del vacío y darle la vuelta, llenarlo».
La historia es dura y está contada, aunque con imágenes poéticas y metáforas, de forma muy cruda. Una primera persona para María, la madre que ha pasado un año «en la cama con depresión, o, como me dijo un marinero una vez en mi pueblo, se la llevó el barco», dice Arrien, de Lekeitio aunque vive en Donostia. Esta madre vive la perimenopausia, es consciente de que ya no es fértil, no tendrá más hijos, y en una sociedad que habla siempre de juventud desconoce quién puede ser a partir de ahora. Y otra primera persona para la hija, Élodie, que entra en la adolescencia y tiene su primera menstruación; también su primera relación sexual, «pero luego come gominolas, como una niña, y si llega tarde le gustaría que su madre le echara la bronca, pero no lo hace».
Arrien quería mostrar el conflicto madre-hija a través de «una semántica de la sangre, escribir de la sangre». De la primera a la última, y todas las que caben en el medio. El lenguaje de ambas es tan «crudo» que la autora reconoce que ha tenido que recurrir a los animales para narrar. Porque muchas de las cosas que quería introducir en el relato sonaban demasiado duras si solo se hablaba de humanas. «Es raro, porque la literatura debería poder soportar esto, pero no. Por eso me he apoyado un montón en los animales, en la biología». Aparte del cocodrilo, está la desesperación de la vaca en celo con la que se compara María; y está la historia de las hembras de pulpo, que una vez que desovan parece que enloquecen, «dejan de comer, en los acuarios se golpean contra los cristales y se comen sus tentáculos». Con ella se compara también María. Ella quiere ser madre cuando ya no puede serlo y después de no haberlo sido de su hija, que «durante toda la novela tiene que hacer cosas de adulta».
María y Élodie son también el reflejo del consumo -no siempre de cosas- para «llenar vacíos». «Una mujer que ya no puede tener hijos se queda como hueca y nos impulsan a llenar ese hueco. Si te falta esto, en la sociedad de la carencia lo tienes que llenar, lo tienes que comprar», afirma Arrien. Y son, ante todo, una reflexión sobre la identidad cambiante de las mujeres a lo largo de sus vidas. «Empecé a escribir a dos años de cumplir los 50, que es como una bomba de relojería. No es una crisis de identidad pero sí preguntarte quién eres. Yo tengo un trabajo, soy madre de dos hijos, pero aun así me pregunto qué he hecho yo en medio siglo», confiesa.
Otro animal para otra novela: 'Notas desde el interior de la ballena', de la mexicana Ave Barrera (Lumen). Las notas se toman desde el recuerdo de lo vivido con una madre como muchas otras, presente y muy normal. Pero la narradora siempre tuvo la idea de que no llegaba al nivel que a su progenitora le habría gustado. Ella había sido médico y dejó su trabajo al convertirse en madre. Una novela del amor y del odio sin que haya grandes conflictos, he ahí el gran conflicto.
La prestigiosa escritora latinoamericana Gioconda Belli vuelve a la revolución en Nicaragua, pero lo hace para mostrar cómo la entrega de aquellas madres guerrilleras a la causa política y pública quitaba tiempo a la esfera doméstica, al cuidado familiar. ¿Cuánto no han vivido sus hijas del amor materno porque las madres estaban en otro lugar? 'Un silencio lleno de murmullos' (Seix Barral) habla de esas ausencias, y también de la realidad del país natal de la escritora.
La madre que no podrá ser, que se queda sin futuro para ejercer; no es lo que quiere, pero no queda otra debido a una enfermedad. Así que se dedica a escribirle a su hija una serie de cartas cargadas de materia para la reflexión, de valores, de ideas para que se sostenga. Como esta madre es catedrática de Filosofía, de filósofos está lleno este libro de José Carlos Ruiz que se titula 'Una mujer educada. Toda la sabiduría del mundo en una novela' y que publica la editorial Destino.
'Mi vida robada', la última de la chilena Carla Guelfenbein en Alfaguara, sirve de guía por los grafitis y las pintadas de Nueva York, cuyas fotos aparecen al comienzo de los capítulos -y les dan título-. Con esas frases encontradas al azar se construye la búsqueda que la joven Lola hace de su madre, que hace mucho tiempo la dejó a ella en Chile y se fue a vivir su vida a la Gran Manzana. Su desaparición sirve para, por fin, intentar entender algo de esa figura tan ajena.
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