«Euskadi es sensible con la memoria histórica, pero nos queda la del terrorismo»
Edurne Portela gana el Premio Euskadi de Literatura en Castellano con 'Los ojos cerrados', una novela coral que indaga en las huellas de la Guerra Civil
Edurne Portela (Santurtzi, 1974) ha ganado el Premio Euskadi de Literatura en Castellano con 'Los ojos cerrados' (Galaxia Gutenberg), su tercera novela. La autora, colaboradora ... de EL CORREO, indaga en la violencia y la memoria, los temas esenciales de su obra, con una técnica más compleja y varias voces narrativas. Sin nombrarla expresamente, ahonda en las heridas de la Guerra Civil en una pequeña comunidad donde «el silencio es un personaje más».
– Por primera vez siete mujeres han ganado los premios Euskadi de Literatura. Si escribiera un artículo sobre ello, ¿qué titular elegiría?
– Pues yo intentaría no hacer hincapié en el hecho de que somos siete mujeres. Asumir que somos muchísimas, escribiendo y también dentro de la cadena del libro, desde las editoriales hasta las librerías. Somos mayoría y hay mucho talento, entonces ¿por qué no? Debemos normalizarlo ya, antes era parte de una discriminación que solo ganaran los hombres.
– Y en lo personal, ¿qué supone este premio para usted?
– Para mí es muy importante por varios motivos. Uno, porque es en Euskadi. Siempre he tenido una relación de cierta distancia y poco a poco voy volviendo, esto me hace sentirme muy en casa. A nivel profesional es un reconocimiento importante y tiene una repercusión nacional. Además, le da una segunda vida a la novela.
– Ha conseguido vivir de la literatura tras el giro que dio a su vida en 2016, cuando dejó un trabajo estable en Estados Unidos y volvió a España. Supongo que no sería una decisión fácil.
– Fue una decisión vital. Tenía 40 años y dije: ahora o nunca. Es como antes hacían los indianos, se iban a América y cuando se sentían más o menos seguros volvían. Yo no volví con una fortuna (ríe) pero sí con una formación y un colchoncito. La gente pensaba que estaba loca, pero yo sabía lo que tenía que hacer.
– Sus libros ahondan en la violencia y la memoria, dos temas que también abordaba en el ámbito académico.
– No sé quién decía que los escritores no elegimos nuestras obsesiones. Desde que empecé mis estudios – el doctorado era en Literatura pero la carrera de Historia– tengo una obsesión por el pasado. Como una certeza muy fuerte de que solo nos podemos explicar a través de la memoria. Somos quienes hemos sido. Normalmente las sociedades pierden tanto de esa memoria por motivos políticos e interesados que a mí me obsesiona indagar en aquello a lo que no tenemos acceso fácilmente.
– ¿La literatura llega a «las huellas que no están en los archivos»?
– La ficción abre una puerta, siempre reconociendo que es una visión subjetiva del pasado, para imaginar lo que pudo haber sido. Ahí hay un terreno muy rico, ese tipo de conocimiento nos nutre mucho para entendernos en el presente.
– Esta novela es diferente a las demás, con varias voces, asume más riesgos con el estilo.
– Ha sido muy compleja de armar para que resultara a legible. El silencio es un personaje más de la novela. También por eso este premio me hace particular ilusión. Puede gustar más o menos, pero sí vi que había dado un salto, que puedo evolucionar hacia otro tipo de escritura.
– ¿Los traumas de una guerra se transmiten de padres a hijos? ¿Hay una herencia de dolor?
– Sí, lo investigué en el caso argentino y he leído mucho sobre la memoria del nazismo y del Holocausto. Hay un término, la posmemoria, que tiene que ver con cómo las siguientes generaciones –no solo hijos, también nietos– heredan los silencios, los traumas de las víctimas, y los reproducen de una manera u otra si no son capaces de desentramar esas historias enterradas en las familias. El estigma también se hereda. El silencio lo que hace es perpetuar eso, es otra forma de violencia. No hay que exhumar solo los cuerpos, sino las memorias reprimidas durante demasiadas décadas.
Los expolios
– Hoy entra en vigor la Ley de Memoria Histórica. ¿Es suficiente reparación para las víctimas?
– No la he leído en detalle, pero me da un poco de miedo que se quede a medias. No se habla casi nada de los expolios, de aquellos que se quedaron con bienes de las víctimas y construyeron a partir de esos bienes sus fortunas. ¿Eso quién lo va a tocar y cuándo? Ahí hay mucho trabajo por hacer.
– Y estamos muy lejos del consenso, da la impresión de que si hay cambio de gobierno volveremos a empezar.
– O no le aportan fondos o la boicotean de diferentes maneras. Aquí en Euskadi hay otro ritmo, pero a nivel nacional...
– ¿Cree que en Euskadi hay más sensibilidad con la memoria histórica?
– Yo creo que sí, aquí lo que nos queda es hacer memoria reciente.
– ¿Se está avanzando en el relato del terrorismo o pesan las ganas de pasar página?
– Se está avanzando algo y desde las instituciones se están haciendo cosas que merecen la pena. Lo que pasa es que yo creo que nunca será suficiente, hay que seguir trayéndolo al debate público para que la gente no tenga la tentación del olvido.
– Es triste ver que hay jóvenes que no saben quién fue Miguel Ángel Blanco.
– Ahí el trabajo en educación es fundamental. El Gobierno vasco tenía un programa de visitas de las víctimas a los institutos. Por ahí hay que seguir porque estos testimonios son los que más llegan.
– «Sé más cosas de la Guerra Fría que de la historia de ETA», decía un universitario en este periódico.
– La tentación es decir 'vamos a dejar pasar un tiempo porque las heridas están abiertas' y yo creo que ahí está el error. Porque olvidar es sano pero el olvido tiene que ser natural, si es impuesto es desmemoria. Hay que mantener esa memoria viva porque hay gente de muchas generaciones que ha sufrido esto. A ellos deberíamos recurrir si creemos que es demasiado pronto para hacer historia.
– ¿Seguirá indagando en otras formas de violencia?
– Sí, en marzo publico una novela sobre una figura histórica, una mujer fascinante de origen guipuzcoano que vivió en Iparralde. Iba a hacer un ensayo, pero su voz me poseyó.
– Como feminista, ¿le preocupa la enorme división que ha suscitado la 'ley trans'?
– Me duele tanto esa división que intento no meterme demasiado. Creo que los términos del debate se han sacado de quicio de una manera tremenda y que hay una incomprensión muy grande sobre lo que significa ser una persona trans. A veces se priman intereses políticos y partidistas por encima de los derechos de unas personas que yo considero uno de los grupos más vulnerables de la sociedad.
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