Alhondiga Bilbao Gonzalo Azumendi

Poco estético

Sigue el interrogante que afecta a la estructura organizativa de dos instituciones culturales vizcaínas, La Alhóndiga y el Teatro Barakaldo, ambas ahora en un puzle ... con pestañas o piezas formadas por una dimisión, una excedencia, un nombramiento, una plaza en permanencia y una libre designación. La dimisión, previa, es la de Fernando Pérez como director en la Alhóndiga, el mismo gestor cultural que a pesar de lo anterior mantiene allí en permanencia una plaza de programador.

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El nombramiento es el del nuevo director de la Alhóndiga, cuyo desempeño obligaría a Pérez si decidiera mantener su plaza de programador a un nivel jerárquico inferior al que tenía. La designación discrecional es la que podría rubricar la alcaldesa de Barakaldo en beneficio del propio Pérez como director del teatro municipal de la localidad, una vez resuelto en su favor el concurso correspondiente. Y ya como colofón del rompecabezas, la excedencia es la de la anterior titular del Teatro Barakaldo, ahora directora de Promoción Cultural en el Gobierno vasco, puesto de confianza del PNV.

Lógicamente, los primeros movimientos a rellenar en el puzle los tienen que realizar la alcaldesa de Barakaldo con la designación de Pérez en el teatro municipal y el propio Pérez, éste aceptando o no su designación y aclarando con la ley si puede mantener su plaza en la Alhóndiga o si ello es incompatible, algo importante toda vez que la anterior titular podría solicitar su reincorporación cuando finalice su trabajo en el ejecutivo vasco.

Pérez es un reputado y polifacético gestor que puede jugar un papel fundamental en la dinamización cultural de la Alhóndiga o también en la creación de una programación que estimule la audiencia y refleje la identidad del Teatro Barakaldo. Sí, pero verdaderamente este puzle no es nada estético ni para los dos centros culturales, ni tampoco para sus protagonistas.

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