Barra libre
Importa más ahora el señalamiento que el intrínseco valor de la creación artística
Barra libre para una cultura de la cancelación convertida ahora en instrumento favorito para ejercer el dominio, en simplificación moralizante para imponer la acusación denigratoria ... o incluso en instigación para someter el disenso al pensamiento único. Esta semana hemos visto cancelaciones de todo tipo y condición, a la izquierda y a la derecha, en América y en Europa, en Oriente y Occidente o en democracia y en dictadura. Pues sí, en el 'top ranking' de revocaciones y derogaciones semanales han descollado por su origen y respaldo popular las derivadas del antiwokismo norteamericano y las del neo-antisemitismo. Veamos.
Trump califica a Bad Bunny de demoníaco por sus críticas y su activismo pro LGTB, encima amenazando con enviar a la policía de inmigración al espectáculo del intermedio en la Super Bowl, en el que va a actuar la estrella del reguetón. En Turquía se suspende el concierto de Robbie Williams, porque algunas ONG pro palestinas le acusan de haber actuado en Israel en 2015 y 2023. Al comediante norteamericano Louis CK le cancelaron los temas sobre religión y poder en un festival de comedia en Arabia Saudita, no vaya a ser que la risa ofenda y humille al monopolio de lo correcto Y en España la Biblioteca Nacional a las órdenes del ministro Urtasun también cancela 'manu militari' el software israelí de catalogación, préstamos y adquisiciones, amparándose en el decreto contra el «genocidio» en Gaza.
Decididamente la cancelación se ha convertido en un remedio de amplio espectro contra los 'bacilococos' de la libertad, el pensamiento y la creación, oponiendo a su desarrollo y reproducción un rechazo popular alimentado con el tópico y la generalización. Es decir, en el caso de la cancelación cultural importa más ahora el señalamiento y el subrayado del encausado y de su vecindad e historial pensante, que el intrínseco valor de su creación artística e intelectual. Por eso ya solo falta, en fin, que este linchamiento popular sin juicio ni garantía procesal entre por aclamación como norma punitiva en los códigos penales.
Glamuroso Beaton
La narrativa visual más sugerentemente glamurosa en la estética del siglo XX fue la que definió con su indudable gusto Cecil Beaton, ese fotógrafo tan clasista y snob, tan dandi y exagerado, como genial y certero al reflejar en sus retratos el romance de la belleza con el glamur o el de la fama del cine con la relevancia histórica de la monarquía británica. De Beaton se vio hace poco el documental 'Love, Cecil', lo mismo que en sus autobiografías y biografías o en sus libros sobre la moda también se vieron sus criterios estéticos, sus comentarios afilados y mordaces e incluso su vanidad inabarcable o sus amores no correspondidos. Ahora la National Portrait Gallery de Londres dedica otra muestra a las fotografías de ese mundo suntuoso y teatral, el de la moda y sus allegados, preservado como arqueología social en impresiones de gelatina. Otros tiempos, otros gustos, otra estética…
Cuidado con Trump
Meucho cuidado con Trump y su campaña contra las asociaciones sin fines de lucro que apoyan con su mecenazgo a los centros culturales fuera de los Estados Unidos. Porque la Casa Blanca parece empeñada en privar de su exoneración fiscal a las organizaciones filantrópicas con actividad exterior, tratando con ello de ajustar su operativa a las políticas que promueve. De seguir adelante con este empeño saldrían afectadas algunas asociaciones de amigos norteamericanos que respaldan con importantes contribuciones al Palacio de Versalles, a la Ópera de París, al Museo del Louvre o al Museo de Orsay, entre otras muchas instituciones culturales europeas.
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