La cuarta visita de Eri Yamamoto
La grácil pianista japonesa actuó en el Bilbaína Jazz Club, donde triunfó con su estilo accesible y sus esfuerzos por presentar en castellano todas sus composiciones
Una semana permanecerá en Bilbao la delicada pianista nipona de edad indefinida (¿cuarenta y tantos?) Eri Yamamoto, natural de Kioto y vecina de Nueva York. Está trabajando en unas partituras de música tradicional japonesa con trío de jazz más masa coral que quizá cristalice con participación vasca. Además, el jueves rascó tiempo para dar su cuarto concierto en la ciudad, en el Bilbaína Jazz Club (BJC), donde ofició respaldada por el contrabajista también oriental Masa Kamaguchi, residente en Barcelona, más el baterista venezolano afincado en Bilbao Juan Luis Castaño.
Ante un centenar de atentos y expectantes espectadores, la grácil Yamamoto pugnó con timidez por romper la natural seriedad japonesa, regaló sonrisas y presentó todos los temas en esforzado castellano, pues informó que lleva dos meses estudiando español. En 75 minutos le dio tiempo a interpretar 8 piezas originales y a explicar a menudo sus inspiraciones. Fueron instrumentales de jazz accesible (lo contrarío al jazz abstruso e intelectual, lo describió el melómano Óscar Esteban), muy melódico, de calidad virtuosa en la ejecución (como apostilló Gorka Reino, portavoz del BJC, Eri comenzó a estudiar piano a los 3 años y a los 10 ya tenía acabada la carrera superior), y muy discursivo pues a menudo se basaba en imágenes paisajísticas.
Con bastantes espacios para los solos contrabajistas de Masa (que los leía del atril y se le transformaba la cara de emoción a lo BB King), la sesión fue buena y solamente no acabó de cuajarse el trío en el primer número, el muy americano 'Life', sobre su vida en Nueva York, «una ciudad loca donde eres feliz, te enfadas, lloras… Pero esta OK, la vida es muy bonita», introdujo mezclando idiomas la cercana Yamamoto. En 'Bumpy Trail', la que le inspiró una accidentada excursión ciclista en Boston donde acabó con el pompis dolorido de tanto bote y bache, cursó muy dinámica y paradójicamente supo retratar el caos urbano. Y en la romántica 'Benicassim' nos contó que en esta localidad castellonense grabó el año pasado un disco en directo, y que le encantan el zumo de naranjas valencianas, la playa, salir en sombrero… «perfecto», zanjó.
'Sunshine', o sea 'El sol', como lo tradujo, un contraste con el «invierno muy largo y frío de Nueva York», fue de lo mejor de la velada, engarzaría con el folk vasco y con la diva brasileña Eliane Elías, y se premió con silbidos y aullidos. Muy alto voló también en 'I Was Born', composición circular y urbana donde Yamamoto tocó precisa con solo la mano derecha (y donde cupo el único solo de batería de Castaño). Ya lenta e introspectiva tocó en 'Half Moon / Media luna' («qué bonito», dijo una dama de la primera fila al acabar), funky y sincopada en 'Weather Tomorrow', y flotante e introspectiva en el bis, 'Echo Of Echo', o sea el eco del eco, cuando contó que un día estaba ensayando en su pequeño apartamento de Nueva York y oyó una voz a su espalda, y era la de su padre, fallecido hacía dos años.
«Enhorabuena», le dijo la misma dama d la primera fila cuando Eri Yamamoto abandonó la escena para vender y firmar los dos CDs y el libro que tenía disponibles esa noche.