Crítica de 'Erreplika' (2024): El peso de las ausencias

Nos lo cuenta su hijo, Pello Gutiérrez Peñalba, en esta fina película perteneciente a ese subgénero sin nombre, el documental artesanal / ensayo fílmico poético / collage de hallazgos personales, que en nuestro entorno tan bien practican Oskar Alegría, María Elorza o practicaba el añorado Juanmi Gutiérrez.

'Erreplika', que obtuvo la mención especial del último Premio Irizar al Cine Vasco, es, ante todo, un documental emocionante sobre una historia de interés, la desaparición en 1979 de la imagen de la Virgen de Zikuñaga, patrona de Hernani. Pello Gutiérrez va desgranando certeramente los pormenores del caso: la peculiar situación de la ermita de Zikuñaga en terrenos de la papelera local, la convicción de algunos vecinos de que la 'secuestró' alguien relacionado con la empresa, la posibilidad de que la robara Erik el Belga, el vacío dejado por la talla de la patrona entre los hernaniarras, la posterior realización de una réplica...

Todo eso y mucho más se cuenta en 'Erreplika', donde la voz en off de Pello Gutiérrez, fragmentos de películas de su padre, fotos de archivo, lecturas de textos, escenas cotidianas y la sentida música interpretada ante la cámara por Maite Larburu conforman una atmósfera desde la que el realizador tira de hilos diversos, como el peso de las ausencias, nuestra actitud ante la muerte o el filo entre el original y la copia. Además, y por encima de todo, esta conmovedora propuesta es una despedida de un hijo hacia su padre, en su mismo lenguaje.