«El cine es un lenguaje y una forma de emancipación»
Recibe el Premio Honorífico Zinegoak por una obra muy plural. «Tengo preocupación por construir imágenes y por elegir las que veo»
El cine es el modo de vida de Albertina Carri, aunque sus intereses también se extienden a la literatura o el arte. La realizadora argentina ... recibió ayer el Premio Honorífico del Festival Zinegoak por una creación que remite a la historia de su país y a la sexualidad como espacio de libertad donde caben interpelaciones sociales y políticas.
- Usted impartió recientemente una masterclass sobre la importancia de las imágenes. ¿Qué relevancia tienen?
- Muchísima importancia en todos los contextos. Hay muchas que no existen y, a partir de esa carencia, la primera reflexión es cuestionar las existentes.
- El cine es su modo de vida, según propia confesión, y también incluye una ética ligada a esa manera de estar en el mundo.
- Cuando hablo de ética, hablo de política de la mirada. Tengo una preocupación tanto por construir imágenes como por elegir las que veo. No da igual lo que tenemos delante. David Cronenberg asegura que cuando tomas una cámara pasas de ciudadano común a asumir una responsabilidad civil mayor. Pienso en el cine como un modo de expresión, un lenguaje y una forma de emancipación. Hay que comprenderlo y usarlo siendo consciente de qué se dice y cómo se dice.
«Mis padres fueron asesinados cuando era niña. No creo que sea posible cerrar una herida así, eso se transmite»
- El cine es arte y enorme espectáculo. ¿Esa segunda condición no ha banalizado el mensaje?
- Sí, en muchos casos, y por eso es difícil alcanzar el punto de equilibrio. Yo pienso en las películas como algo que trasciende.
- En 'Los rubios', su película de mayor proyección, habla del eco de los desaparecidos en generaciones posteriores en Argentina. ¿Es una herida imposible de cerrar?
- Esa película reflexiona sobre esa herencia de violencia, habla de criarse con la ausencia. Yo soy una víctima porque mis padres fueron asesinados cuando era muy pequeña. No creo que sea posible cerrar algo así, es como la guerra, se transmite, varía el dolor, pero todos quedamos heridos. En realidad, los humanos procedemos de una gran catástrofe.
- Argentina es prolífica en películas sobre orientación e identidad sexual. ¿Es el reflejo de una normalización de la vida LGTBIQ+?
- Siempre ha existido mucha militancia de estos colectivos y la comunidad travesti. Es el primer país latinoamericano con matrimonio igualitario y con ley de identidad de género, incluso antes del aborto. El cine y las artes en general se han hecho cargo de esos movimientos sociales.
- Su tejido creativo y productivo en el ámbito audiovisual es muy poderoso.
- Ha tenido una industria cinematográfica muy fuerte, y espero que siga siéndolo. Lo fomentaron iniciativas como la Fundación Universidad del Cine de Buenos Aires, donde yo estudié. Es un país muy inquieto. Yo veo mucho textos y autores argentinos en librerías españolas y me emociono.
- Su producción cinematográfica es muy plural.
- Me gusta leer y escribir y el cine antes de filmarse es escritura. La gramática del largometraje no me alcanza para narrar determinadas cosas y, entonces, me voy más hacia la videoinstalación. Mi estilo es entregarme a un texto, hallar su espíritu y, a partir de ahí, encontrar su propio camino.
- ¿Le parece interesante que las grandes productoras asuman proyectos vinculados con las inquietudes de gays y lesbianas?
- Sí, es importante. El asunto es que no apaguen la mirada, que no lo conviertan en algo seriado ligado a la lógica mercantil.
- Aún hoy, si un proyecto está firmado por una mujer, ¿es más difícil conseguir apoyos, financiación y canales de distribución?
- Sí, sin duda. La industria cinematográfica es totalmente heteropatriarcal.
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