Baños vascos en la Expo de Osaka
La arquitecta bilbaína Elsa Escobedo y su pareja, Shohei Kuma, construyen el pabellón de váteres: es unisex, utiliza el ciclo del agua y materiales reciclables
A poco que se hayan sufrido las casetas de los servicios públicos en festivales de música o fiestas patronales, donde uno no sabe bien cómo ... entrar, qué tocar y a veces tampoco cómo salir, es de apreciar cuando parecen diseñadas para disfrutar de un cóctel, aunque por allí tengan que desfilar los millones de visitantes de la Exposición Universal, que este año se celebra en la isla artificial de Yumeshima, en Osaka (la tercera ciudad más grande de Japón) hasta el 13 de octubre. Es el caso del pabellón bautizado como 'One Water', obra de la urbanista bilbaína Elsa Escobedo y su pareja, el arquitecto japonés Shohei Kuma. ¿Qué tiene de especial y qué pinta una vasca allí?
Publicidad
Esto último resulta fácil de contestar, tras acabar sus estudios de urbanismo y diseño en París, Escobedo hizo las prácticas en Japón, donde acabó quedándose al conocer allí a la que es su pareja en lo personal y lo profesional. Juntos crearon el estudio Elsa&Kuma. Lo primero tiene más complejidad; en 2022, los organizadores de la Expo sacaron a concurso una serie de pabellones, al margen de los principales, destinados a baños, estudios de grabación, espacios de descanso… «Nosotros, yo en particular -explica Elsa Escobedo-, teníamos dudas sobre el futuro de un evento como la Expo en un contexto de crisis climática. Pero decidimos presentarnos al concurso de los baños con una propuesta que reflejara precisamente esas dudas y tratara temas como la circularidad de los materiales y los recursos, y la inclusividad».
'One Water' es un espacio de servicios públicos para todos los géneros y además tiene un área de descanso: los baños se encuentran en el interior, y el espacio de descanso, en unas gradas o escaleras en la cubierta, con vistas al bosque central de la Expo: «Está pensado como un pabellón del ciclo del agua, en el que la mayoría de materiales y componentes son reutilizados, reutilizables o alquilados».
La fachada está recubierta de tablas de andamio que han sido fijadas con taquitos de madera para evitar perforaciones y facilitar su reutilización; así se desmontarán al término de la Expo -esta edificación tiene una vida de 6 meses, los que dura el acontecimiento- y lo mismo harán con los paneles de contrachapado de tilo de las cabinas de baño. En cuanto a las vigas de metal, son alquiladas, y los árboles serán trasplantados. Las columnas son troncos, «elección que tiene una dimensión poética, la imagen del árbol en un edificio para el agua, pero también muy práctica: el que se recupere un tronco de árbol en lugar de una columna ya cortada con una determinada sección da muchísima flexibilidad para dar un nuevo uso a esta madera».
Publicidad
El jardín de agua
El funcionamiento es curioso y tiene como eje central el agua, más concretamente su ciclo: la lluvia cae por la cubierta escalonada recubierta de piedra hasta el jardín; cuando este se llena, el agua se almacena en los tanques de la sala de máquinas y, tras ser filtrada, sirve para abastecer los baños y regar las zonas verdes del entorno. Cuando hace mucho calor, por encima de los 30 grados, un sistema se activa para verter agua, y al ser absorbida por las piedras calientes se evapora, enfriando así el espacio de descanso. «Al caer sobre el tejado, el agua también enfría el interior del edificio».
Dentro hay 40 cabinas con retretes y otros 20 urinarios para todos los públicos, aunque hay dos aseos reservados solo para mujeres y en el exterior hay inodoros accesibles para personas con movilidad reducida. Los arquitectos analizaron antes la gran variedad de situaciones que se pueden presentar al hacer uso de estas instalaciones: personas con una apariencia que no concuerda con su identidad de género, la dificulta de algunos padres para entrar en los baños con sus hijos de distinto sexo, o bien al revés, cuando hay que acompañar a los mayores. Señala Escobedo que al ser «este tipo de espacios para todos los géneros resultan poco comunes en Japón. Y señalizarlos bien tenía especial importancia. Para ello confiamos en el trabajo de la diseñadora gráfica bilbaína Angélica Barco (Ang Studio).
Publicidad
- ¿Tiene alguna filosofía especial su estudio de arquitectura?
- Puede parecer una banalidad decirlo así, pero cada proyecto es tan diferente... Según el cliente, el constructor, el programa, el lugar, los medios… Me gusta creer que cultivamos ese aspecto único de cada iniciativa. Nos interesa abordar los aspectos técnicos y climáticos del proyecto desde un punto de vista conceptual o incluso poético. Es decir, que de los retos actuales de nuestra disciplina, como el uso de los recursos, estrategias pasivas de ventilación, regulación térmica e iluminación... nazcan los aspectos poéticos, estéticos o emocionales del proyecto, ya sea a escala de la renovación de un piso, o de un equipamiento público como puede ser 'One Water'.
- En qué otras iniciativas están trabajando?
Publicidad
- Llevamos cada proyecto con mucha atención y cariño hasta la escala del detalle, lo cual significa que no cogemos muchos a la vez. Por ahora, estamos donde estén nuestras obras. Hasta hace poco actuábamos principalmente en Japón, en particular por esta obra de la Expo, y también hicimos 'Casa frente al templo', una vivienda unifamiliar en las afueras de Tokio que acaba de recibir un galardón en el Premio de Arquitectura Residencial de Japón.
Bilbao y Camerún
- ¿Tienen pensado regresar en algún momento a Bilbao?
- Sí, volvemos ahora porque empezamos dos obras de renovación de viviendas allí en breve, entre ellas un ático en la Plaza Nueva. En Euskadi somos miembros de la Asociación de Diseñadores del País Vasco (EIDE). En París, ahora mismo colaboramos en proyectos de investigación en urbanismo con el Centre Nacional de Investigación Científica (CNRS), la Université Paris 1 Panthéon Sorbonne, la Université Lumière Lyon 2 y el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD). Dicho proyecto se llama 'Infrapatrimonio': trabajamos con un equipo de geógrafos, sociólogos, fotógrafos, botánicos y artista franceses y cameruneses para entender cómo las grandes edificaciones recientes cambian los usos históricos de la ciudad, la capacidad de esta de adaptarse al cambio climático y la presencia de la vegetación.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión