Lanzan al espacio un satélite vizcaíno para detectar emisiones de metano
El Gei-Sat Precursor pesa 21 kilos y está equipado con una pequeña cámara de alta resolución
Ya está en órbita el Gei-Sat Precursor, una pequeño satélite de la firma vizcaína Satlantis cuya misión es detectar las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero con un gran impacto en el calentamiento global. El lanzamiento tuvo lugar este lunes desde California y se espera que su vida útil se prolongue durante cuatro años. «Gei-Sat Precursor supone miles de horas de la mejor ingeniería dedicada a resolver uno de los problemas más acuciantes para el planeta, la cuantificación de los puntos de emisión de los gases efecto invernadero», aseguró Juan Tomás Hernani, CEO de la firma que lo ha construido.
El artefacto, de 20 centímetros de ancho, 40 centímetros de alto, un peso de 21 kilos y forma de cubo, está equipado con paneles solares desplegables y una pequeña cámara capaz de captar imágenes de alta resolución para la observación de la Tierra. Cuenta con un canal óptico dedicado al espectro visible y al infrarrojo cercano, y otro capaz de registrar los infrarrojos de onda corta. El lanzamiento a bordo de un cohete Falcon 9 se efectuó desde la base Vanderberg de la Fuerza Espacial estadounidense. El satélite se desplegó a una altura de 520 kilómetros poco antes de las dos horas de vuelo, tal y como estaba previsto.
La empresa vizcaína tiene en desarrollo otros tres satélites que lanzará entre finales de este año y 2024. El proyecto cuenta con el apoyo de la Comisión Europea y de un operador de gas estadounidense. Desde el punto de visto tecnológico ha contado con la colaboración de la Agencia Espacial Europea. Es la cuarta misión espacial de Satlantis, que cuenta con una plantilla de un centenar de ingenieros y sedes en Bilbao,Florida y Cambridge.
Calentamiento global
El calentamiento global es uno de los problemas que más preocupan a los científicos del todo el mundo. Hace apenas una semana, un grupo de 50 expertos advirtió de que las emisiones de gases de efecto invernadero habían alcanzado su «máximo histórico». Fundamentalmente originados por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, estos gases actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas a un ritmo más rápido que en los últimos dos milenios. En cifras, arrojamos a la atmósfera 54.000 millones de toneladas de dióxido de carbono todos los años, lo que ha hecho que las temperaturas se hayan elevado un promedio de 1,14 grados en la última década.
Las consecuencias son bien conocidas: sequías intensas, escasez de agua, incendios, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas, disminución de la biodiversidad… «Esta es la década crítica para el cambio climático», subrayaban.