La sonda DART, poco después de separarse del cohete y emprender el viaje en solitario hacia el asteroide. NASA
Ciencia | Espacio

Despega la primera misión de defensa planetaria contra asteroides

La sonda DART de la NASA se estrellará dentro de diez meses contra una roca de 140 metros para intentar desviarla de su órbita

Miércoles, 24 de noviembre 2021

La sonda DART de la NASA viaja ya hacia el asteroide Dimorphos tras haber despegado a las 7.21 horas en lo alto de un ... cohete Falcon 9 de SpaceX de la Base Vandenberg de la Fuerza Espacial estadounidense, en California. Dentro de diez meses, la nave, del tamaño de una máquina de refrescos y 600 kilos de masa, se estrellará contra la roca para intentar desviarla de su órbita en el primer ensayo de defensa planetaria contra asteroides, una misión conjunta de las agencias espaciales estadounidense y europea denominada AIDA (por Evaluación de Impacto y Desvío de Asteroide, en inglés).

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El choque tendrá lugar a 11 millones de kilómetros. Dimorphos, de 140 metros de diámetro, orbita otro asteroide, Didymos, de 780 metros. El impacto será seguido en el lugar por el minisatélite italiano LICIACube y telescopios terrestres observarán los dos asteroides tras la colisión, pero no será hará 2026 cuando la sonda europea Hera los visitará para comprobar las consecuencias. Aprender a desviar asteroides es la técnica que los expertos consideran más factible en el caso de que una roca de grandes dimensiones se dirija hacia la Tierra.

El sistema binario de Didymos y Dimorphos no supone ninguna amenaza para la Humanidad, pero el segundo tiene el tamaño de los asteroides más peligrosos. Las agencias espaciales tienen controlados todos los de más de 10 kilómetros que pueden provocar una extinción global y el 95% de los 900 que se calcula que hay de más de un kilómetro, que podrían acabar con la civilización, y no hay ninguno que vaya a ser una maneza en los próximos cien años. Pero sólo tienen registrado un tercio de los del tamaño de Dimorphos, de los que hay unos 25.000 y un impacto podría provocar una catástrofe regional.

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«Según el tamaño, liberaría entre cuatro y diez veces más energía que el objeto de Tunguska de 1908. Excavaría un cráter de un par de kilómetros, se generaría una onda de calor enorme que causaría incendios, el polvo y los gases disparados a la atmósfera provocarían un invierno nuclear...», explica Adriano Campo Bagatin, astrofísico de la Universidad de Alicante y miembro del Comité Coordinador de AIDA.

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