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Vanesa, de la tienda AH! del Casco Viejo, lleva siete meses recuperándose de un derrame cerebral. V. M.

La lucha de Vanesa, de la tienda AH! del Casco Viejo, tras sufrir un derrame cerebral: «Hay que pelear»

Vanesa Santos, que abrió su característica boutique hace casi dos décadas, lleva siete meses recuperándose de una hemorragia cerebral arropada por su familia, su barrio y sus 'AH!mIGuis', que no han dejado de demostrarle su cariño

Miércoles, 9 de julio 2025, 19:08

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Vanesa Santos llegó a Bilbao hace casi veinte años con un «finiquito de 600 euros como patrimonio» y el sueño de montar su propio negocio. Dejó Galicia por amor y, en 2006, abrió AH!, un pequeño universo de artesanía local, moda con personalidad e ilustraciones que cuentan cosas. Al principio no fue fácil: los fines de semana trabajaba de camarera en bodas para sacarse «un sueldo». Pero con ganas, intuición y muchas horas de trabajo, Vanesa fue transformando su boutique en mucho más que una tienda: en un espacio con alma que refleja su manera de estar en el mundo. Todo en AH! lleva su esencia, desde los diseñadores vascos y gallegos que defiende con orgullo hasta los accesorios y prendas que ella misma se pondría.

En 2012, esta emprendedora de 47 años abrió una cuenta de Instagram donde empezó a compartir imágenes de su tienda, ubicada en el número 18 de Carnicería Vieja, en el Casco Viejo. Con el tiempo, su perfil se convirtió en un hogar virtual: ella misma se grababa y posaba con la ropa, daba ideas de regalo a sus clientes o mostraba las últimas novedades con esa cercanía adorable que la caracteriza. En carnavales o en Halloween, Vanesa se disfrazaba y convertía su escaparate en un decorado de película para animar la calle. Impulsó también distintas iniciativas, como aquella vez que adornó la cristalera con esquelas de negocios y coronas de flores para recordar que, si no se apoya al comercio local, «tu barrio se convierte en un cementerio». Durante el confinamiento, lanzó también la 'Revolución de los labios rojos', un gesto simbólico -pintarse los labios de rojo- que animó a muchas mujeres a compartir sus miedos, su incertidumbre y a seguir adelante juntas con un símbolo sencillo, pero poderoso.

Vanesa Santos, en la ilustración realizada por su pareja durante el confinamiento.

Y así, haciendo barrio y siendo ella misma, Vanesa fue ganándose una comunidad fiel que cada día veía sus 'stories', donde estaba «la chicha», como a ella le gustaba decir. Más de 12.500 personas la siguen en Instagram. Pero no son solo seguidores: son sus 'AH!mIGuis', como los llama con cariño. El afecto es mutuo, y la han echado de menos durante siete largos meses. A principios de año, Vanesa dejó de compartir sus looks y novedades, y sus incondicionales empezaron a preocuparse al notar que algo pasaba. Su vida dio un vuelco el pasado 14 de enero. Estaba en casa cuando sintió un dolor de cabeza muy intenso. Su pareja, al sentir que algo no iba bien, llamó a una ambulancia. Vanesa había sufrido una hemorragia cerebral provocada por una malformación vascular llamada 'nidus': una maraña de arterias que llevaba ahí desde que nació, en silencio, sin dar señales.

Vanesa, como una auténtica 'rockstar' en los carnavales de 2023.

Hace apenas una semana, Vanesa compartió un vídeo en Instagram para contarle a sus 'AH!mIGuis' lo que le había pasado y recordarles que la tienda sigue abierta y que ahora necesita su apoyo más que nunca. «Estoy esforzándome mucho para poder volver un poco a la marcha, pero aquí está mi compi Amaya esperándoos. Si tenéis pensado compraros algo o tenéis que hacer algún regalo, acordaos de AH!, que a nosotros ahora mismo nos viene de maravilla esa ayuda extra», decía emocionada. La publicación se compartió más de 340 veces y en pocos días superó los 1.000 comentarios. Muchos comerciantes del Casco Viejo no dudaron en arroparla y en pedir a su clientela, también por Instagram, que ahora es el momento de comprar donde Vane. «Te queremos», «¡Qué alegría verte de nuevo!», «¡No te fuerces, aquí estaremos!» o «Te hemos echado muchísimo de menos», son algunas de las muestras de cariño que está recibiendo. «Me abruman tantos mensajes, no poder contestarlos todos... pero me dan fuerza y me llenan mucho», agradece.

Vanesa tiene un recuerdo borroso de aquellos días de enero. «No me acuerdo bien. Escucho a los demás hablar de esa época y me sorprende lo que pasó. Vinieron mis padres desde Galicia porque me daban dos horas de vida. Pasé tres semanas en coma. Pero estoy aquí. Cansada y peleando, pero sigo aquí», relata mientras mira a su madre, que se ha quedado a su lado, al igual que su padre, para acompañarla en la recuperación. «Muchas gracias, mamá. Gracias por todo», le dice antes de echarse a sus brazos. «A mí no me tienes que dar las gracias. Lo que tienes que hacer es luchar», le responde esta gallega de 68 años, que ya cuidó de su marido hace un tiempo, cuando sufrió un ictus.

«Me siento una abuelita»

La recuperación está siendo dura. Vanesa va tres días a la semana a rehabilitación al Hospital de Basurto. «A veces estoy tan cansada que no quiero ir, pero sé que me hace bien y que estoy mejorando. Eso sí, me frustro un montón con las sumas y multiplicaciones, pero es que a mí siempre se me han dado mal las matemáticas...», reconoce con media sonrisa. Dos tardes a la semana también va a un centro privado en Deusto, donde recibe fisioterapia y apoyo psicológico. «Me siento como una abuelita, tengo ciática, molestias al andar, rigidez, me duelen los hombros... Me levanto y pienso: 'a ver qué me va a doler hoy'». Muchas veces no puede evitar recordar cómo era su vida antes del accidente. «Echo de menos la persona que era, las cosas que podía hacer. Aunque a veces me fijo más en lo que me falta, intento quedarme con los avances. En el hospital me dicen que la diferencia es enorme, que estoy mejorando mucho».

Vanesa está aprendiendo a convivir con las secuelas. También se ha visto afectada su visión -«por el lado izquierdo no veía nada, pero voy mucho mejor»- y la memoria reciente. «Muchas veces entro en bucle y me repito, porque no me acuerdo de lo que he dicho o he hecho. Me siento Dory, de Buscando a Nemo, que está todo el rato repitiéndose». Cada noche anota en una libreta lo que ha hecho durante el día. «Apunto todo: lo que he comido, dónde he ido, a qué hora me he levantado... Me ayuda a recordar, es como un diario para entrenar la memoria». Ahora siempre lleva en el bolso un boli y una agenda, donde tiene apuntado el 'pin' del móvil y teléfonos importantes. «Tengo miedo a perder mis cosas y hago listas para asegurarme de que llevo todo cuando salgo de casa».

«He vuelto a pintarme los labios»

No se olvida de su pintalabios rojo. «Me he vuelto a pintar los labios, porque necesito sentirme la de siempre». Y se ha quitado el chándal. «Ya no lo soportaba. Algunos días me pongo vaqueros, y hasta vestidos». También ha vuelto a hacerse las uñas. Sus alegres manicuras, llenas de color y dibujos simpáticos, son una de sus señas de identidad. «Me acompañó una amiga. Llegué y les dije: 'Chicas, necesito color, necesito volver a ser yo'». Y se ha puesto más rubia. «En mi pueblo me conocían como Vanesa la rubia. Les dije en la pelu que necesitaba dar un empujoncito a la rubia que llevo dentro», ríe, aunque reconoce que le ha costado mucho esfuerzo poder lavarse el pelo ella sola. «Pero ya puedo», añade, orgullosa. Aunque insiste en que no se siente «abanderada de nada», quiere que su experiencia sirva para quien lo necesite. «Si mi testimonio puede ayudar a alguien que esté pasando por algo parecido, les mando todo mi amor. Que no se rindan. Peleemos».

V. M.

Vanesa sabe que ahora su vida va más despacio, y que cada pequeño avance cuenta. «Aunque a veces me dan ganas de tirar la toalla, intento estar bien también por los míos. Mi familia, mi pareja, mis amigos... están siendo como una muleta que me sostiene». También sus 'AH!mIGuis' la están llevando en volandas hacia la recuperación. «Me costó mucho soltar la tienda, delegar, pero me tranquiliza saber que está en buenas manos y que los clientes no se han olvidado de mí».

De este duro golpe ha sacado varias lecciones. «He trabajado muchísimo. En casa metía muchas horas y, a veces, entraba en la tienda a las diez de la mañana y salía a las once de la noche grabando vídeos. He aprendido que hay que disfrutar más de la vida y dedicar más tiempo a los nuestros». También valora más que nunca la sanidad pública. «Gracias de corazón al personal sanitario que me ha cuidado en Basurto. Han sido encantadores conmigo y con mi familia. No me canso de repetirlo: hay que defender nuestra sanidad, porque sin ella no somos nada».

Vanesa, con uno de sus ahijados en brazos y acompañada de familiares en una anterior edición de la romería de Darbo.

El próximo 21 de julio tendrá que pasar por una intervención. Y el 8 de septiembre celebrará en su tierra, y con su gente, que la música sigue sonando. «Es mi ilusión bailar en la romería de Darbo, en mi pueblo, Cangas do Morrazo. Le he pedido a mi primo que me grabe los pasos y me mande unos zapatos para ir probando. Y a mi fisio, Susana, que tenemos que ir ensayando. Ahora estoy a base de mostos, como los críos, pero en cuanto termine de bailar, me pediré un Godello para celebrarlo».

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