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La joyería de autor de Lukene en Bilbao: piezas únicas para quienes huyen de lo clásico
En su tienda-taller de Elcano, esta artesana bilbaína crea piezas singulares y selecciona otras de reconocidos orfebres que apuestan por diseños modernos
En el corazón de Bilbao sobrevive un espacio donde las joyas se piensan como pequeñas esculturas. No son solo adornos ni un lujo reservado a ... unos pocos: son fragmentos de vida, trozos de memoria, símbolos íntimos que acompañan a quienes los llevan. Es la joyería SA'D, en el número 11 de la calle Elcano, regentada por Lukene desde hace más de veinte años. Esta bilbaína en la cincuentena, formada en Bellas Artes y luego en Gemología y Diamante, trabajó varios años en el textil, hasta que el destino la llevó por otros derroteros. «Al principio éramos dos. Mi socia era hija de joyero y me abrió las puertas de un mundo fascinante», recuerda. Desde el primer momento tuvieron claro que no querían seguir la senda de la joyería clásica, sino explorar propuestas nuevas y diferentes, elaboradas con materiales nobles como oro, plata, piedras preciosas y diamantes.
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Durante cinco años, la joyería SA'D estuvo en un local de la calle Astarloa, hasta que se trasladó a la calle Elcano, donde el negocio se ha consolidado. Pero sigue latiendo la misma idea inicial: diseñar para personas con otra sensibilidad, que buscan algo más que un objeto bonito. «Siempre me atrajo la escultura, lo estético y hacer cosas con las manos», confiesa Lukene. Por eso, no es extraño que las piezas que nacen en su taller sean diversas, pero siempre con líneas sencillas, formas orgánicas que recuerdan a la naturaleza y estructuras arquitectónicas.
Lo mismo ocurre con las joyas de autor que ofrece, procedentes en su mayoría de talleres pequeños donde cada pieza se trabaja de manera artesanal, y que llegan desde varios rincones de España y del extranjero: Polonia, Alemania o Japón. Entre las firmas que pueden encontrarse en SA'D están Esther Martín, Daniel Borde, Santi Capó, Vicente Gracia, Manuel Cuéllar, Sifis Stavroulakis, Clavometal, Elisenda Santacreu, Majoral o María Frantzi.
El comercio en Bilbao ha cambiado mucho en estos años, y Lukene es muy consciente de ello. Cada vez hay menos tiendas con identidad, menos espacios con alma. «Precisamente por eso creo que la gente está ávida de conocer propuestas diferentes y únicas, y se muestra muy agradecida de recibirlas», explica. Ella también valora profundamente la confianza de su clientela, que muchas veces se transmite de generación en generación. «Me emociona mucho cuando una madre encarga el primer anillo para su hija al cumplir dieciocho años, vuelve después para las alianzas de boda y más tarde para celebrar el nacimiento de un nieto. Es precioso ver la evolución de una vida a través de las joyas», confiesa.
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Taller propio
Ese tipo de historias son las que dan sentido al trabajo de Lukene y a las joyas de autor que selecciona y crea en su taller. Allí también da nueva vida a piezas antiguas, reconstruye joyas olvidadas, crea alianzas diferentes y deja que el metal se transforme entre sus manos. Muchas de sus piezas tienen acabados mate, aunque al día siguiente se atreve con otro brillo. No hay reglas fijas, solo la certeza de que el arte de hacer joyas consiste en escuchar el momento y permitirse cambiar de rumbo. «Aquí hay opciones para todos, tengo joyas desde cincuenta euros. Desde el principio tuve claro que no quería algo elitista: quería ofrecer piezas accesibles para todo el mundo. Y también que fuera un espacio abierto, donde la gente pueda entrar, preguntar, tocar, probarse…», explica.
Lukene camina cada mañana desde el Casco Viejo, donde vive, hasta su joyería. Un recorrido que aprovecha para hacer los recados del día a día antes de abrir la persiana y ponerse a trabajar. «Me siento, sobre todo, una privilegiada. Ahora que mis hijas son adolescentes, estoy retomando muchas colecciones que dejé en su momento y disfruto cada día más. Para mí, el taller es un refugio, un espacio seguro donde me olvido de todo. Adoro mi trabajo y no me imagino estar en otro sitio. Así que estoy segura de que cuando me jubile, aunque sea a otro ritmo, seguiré haciendo joyas», confiesa.
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