Amuletos de fantasía: la magia de las joyas a través de los ojos de una vizcaína

«Mis joyas transportan a un mundo lleno de fantasía», asegura Bea González, fundadora de la firma de bisutería '13th Psyche'. Las piezas mágicas que diseña esta ermuarra de 35 años parecen haber salido de un cuento de hadas. Sin embargo, las fabrica a mano en su taller de Madrid. Entre sus propuestas destacan coloridos pendientes de resina con forma de alas de ninfa o unos collares elaborados con pequeñas botellas de cristal, en cuyo interior guardan fragmentos de lavanda o minúsculos barcos de papel, el icono de la firma.

Desde pequeña, el dibujo siempre fue su mayor afición. Todavía recuerda el momento en el que tuvo que decidir qué estudiar a las puertas de la universidad. «No lo tenía claro. Mi padre me dijo que tenía que optar por aquello que me hiciera más feliz, así que enseguida me vinieron a la cabeza mis lápices, rotuladores y cuadernos», cuenta. Haciendo caso omiso a aquellos que aseguraban que estudiar Bellas Artes no tenía salidas, se inscribió en esta apasionante carrera. «La disfruté al máximo, aprendí diferentes disciplinas con las que hacía volar mi imaginación». Aunque siempre fue fiel al dibujo, los seres mitológicos eran los protagonistas de sus bocetos. Así se convirtió en una gran ilustradora. «Mis trabajos tuvieron muy buena aceptación, a todo el mundo le parecían diferentes», revela. Una vez terminada su preparación, Bea lo tuvo claro: se trasladó a Madrid. «Sabía que si me quedaba en Ermua o en Bilbao me iba a limitar, aquí hay mayor mercado», manifiesta.

Vino a la capital para 'probar suerte' y ya lleva más de 10 años trabajando en el estudio que ha instalado en el salón de su casa. Comenzó a probar suerte como ilustradora aunque, por el simple hecho de experimentar, decidió ofrecer, aparte de sus dibujos mitológicos, unas joyas diferentes. «En realidad todo empezó con unos broches que hacía con mis bocetos», cuenta. Además, siempre había sido una apasionada de los collares de botellas de cristal, así que comenzó a elaborar los suyos allá por 2012. De esta manera, Bea fundó su firma de joyas fantasía y hechas a mano, bajo el nombre '13th Psyche'. «Me han preguntado mucho sobre el nombre y es que no tiene ningún misterio. Trece es el nombre de mi gato y 'psyche' es una palabra griega, que significa 'alma humana'. Asimismo, junto al nombre, añado una mariposa, que es un símbolo representativo de mis ilustraciones», desvela.

Comenzó a crear joyas a la vez que aprendía de forma autodidacta todos los secretos de este arte que hoy domina con soltura. «Empecé con los tradicionales colgantes de botellas de cristal rellenas de estrellas de purpurina, aunque enseguida me puse a experimentar. Me dio por meter resina de colores, por poner un ejemplo». Pronto acumuló gran variedad de joyas, desde anillos y colgantes a pendientes que se salían de lo común. «No quería limitarme, las joyas son una evolución de mi trabajo. Cada día descubro una puerta nueva con muchos caminos. Ahora, estoy trabajando con moldes de silicona. ¡Quién me lo iba a decir hace cinco años!», expresa. Bea pasa largas horas volcada en sus piezas, entre apliques de metal, purpurina de colores, resinas... «No es lo mismo meter un detallito en una botella de cristal, que puedes tardar unos siete minutos, a hacer los detalles de una pieza de resina, que puede durar horas e incluso días, ya que este material debe secarse al aire», detalla. El precio de estos complementos oscila entre los 7 euros de un colgante que tiene una pequeña vitrina con musgo natural, a los 30 euros.

Por el momento, cuenta con nueve colecciones. «Siempre varían, si gustan mucho las mantengo. Además, intento añadir piezas nuevas para sorprender a mis clientes», declara. También está dispuesta a crear piezas personalizadas, donde cada uno puede elegir los detalles de sus pendientes o collares. «También hago accesorios con recuerdos especiales de cada persona, como es el caso del ramo de flores de una novia en el día de su boda. Los puedo meter en una pequeña bola de cristal para que los lleven en el cuello», desvela. Todavía recuerda el colgante que le hizo a un cliente con arena de su último destino vacacional. Y es que Bea, incluso, es capaz de incorporar frases personalizadas en sus originales artículos.

A pesar de que la firma tiene muchos seguidores en nuestro país, ya sea en Bilbao, en Ermua o en Madrid, el mercado internacional es su verdadero filón. «El 80% de mis pedidos son de fuera de España, concretamente de Estados Unidos y Canadá», desvela, aunque sus productos también son solicitados en diferentes puntos de Europa como Reino Unido, Alemania o Bélgica. «La razón es porque, aparte de mi página web, mis accesorios están disponibles en las plataformas internacionales 'Amazon Handmade' y 'Storenvy'. Es curioso, pero tengo a más de una americana esperando a que saque un nuevo producto. Cuando se pone a la venta lo adquieren al momento», cuenta con emoción.

En un futuro, a Bea le gustaría ampliar su negocio para poder ofrecer más bisutería 'fantástica' a personas de todo el mundo. Aunque, por el momento, cuando cae un gran aluvión de pedidos, es su chico, Raúl, el que echa una mano. «Le está cogiendo el truco. Además, lleva diferentes aspectos de la firma». No descarta ofrecer sus especiales joyas en diferentes puntos de venta físicos, aunque, por el momento, su lugar está en el taller, situado en el mismo salón de su casa. Desde ahí, trabaja con dedicación para que estas piezas sacadas de cuentos de hadas puedan llegar a un mayor número de personas y así adentrarles en su maravilloso mundo de fantasía.