Ingeniosa idea de estos comerciantes de Bilbao
La ingeniosa idea de unos comerciantes de Bilbao para protestar por dejarles sin luces navideñas en su calleLas tiendas y bares de Múgica y Butrón han cubierto de espumillón una veintena de farolas para ambientar esta turística zona, que desemboca en la Plaza del Funicular y «se había quedado muy triste»
La Navidad ha pasado de largo por la calle Múgica y Butrón, en el barrio de Castaños, pero los comerciantes y hosteleros se han unido para que luzca en todo su esplendor. «Llevamos dos años sin alumbrado navideño y la zona estaba muy triste, así que hemos decidido alegrarla nosotros y pagar a escote la decoración», cuenta Mila Ortun, impulsora de la iniciativa, que regenta con su hermana la tienda de diseño local Bilbao 48007. El año pasado adornó únicamente la farola que está frente a su comercio, pero esta vez ha decorado con espumillón granate cada una de las 17 farolas de la calle, porque se han sumado los otros 19 establecimientos, además de una tienda de interiorismo de Epalza. «Fui hablando con cada comerciante y todos estábamos preocupados por la diferencia con otras zonas de Bilbao, que sí tienen luces navideñas. Lo más bonito ha sido hacer barrio, estar todos unidos y convertir la desesperación en una acción conjunta».
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Lo que indigna además a estos comerciantes es que se trata de una de las arterias de la villa más transitadas por los turistas, ya que desemboca en la Plaza del Funicular, donde sí ha llegado la decoración navideña con un carruaje dorado y estrellas luminosas en las farolas. «Cada día pasan por aquí muchísimos turistas para subir a Artxanda en el funicular, que solo el año pasado tuvo 1,3 millones de viajeros. Tenemos dos hoteles en el barrio y yo incluso abro mi tienda los domingos, porque vendo más que un lunes, imagínate que triste que vean la calle tan apagada», lamenta Mila. Para llevar el espíritu festivo a Múgica y Butrón, se le ocurrió entrar en el bazar chino de esta calle en busca de algún adorno vistoso para vestir las farolas. «Yo quería hacer un amigo invisible aplicado a la decoración, es decir, con poco dinero conseguir mucho impacto. Hicimos risas pensando en que nos quedaría como la ciudad Springfield de Los Simpson. Y bueno, el resultado es muy lucido, y eso que hemos sacado chispas al euro», cuenta Mila mientras muestra el ticket de compra. En total, han sido 34 espumillones, dos por farola, que hacen un total de 76,90 euros. «Fíjate, hemos puesto 3,66 euros cada comerciante, qué poco se necesita para llevar la alegría a un barrio».
Mila y su hermana Cristina, que se han encargado de decorar cada una de las farolas, se pusieron manos a la obra este domingo por la tarde. «Antes de colocar los espumillones, los fuimos uniendo con bridas para que no se soltasen entre ellos». Y ya el lunes por la mañana, empezaron a adornar las farolas; mientras una sujetaba la escalera, la otra se iba subiendo para engalanarlas. «Le hemos dado la vuelta a la tortilla y hemos demostrado que la unión hace la magia», aseguran. El resto de comerciantes están muy agradecidos con ellas por el cariño y el tiempo dedicados por el bien de todos. «A mí nunca se me hubiese ocurrido y me parece una idea maravillosa, porque era una pena que la entrada al funicular estuviese así», dice Yolanda Saiz, que regenta la peluquería de caballeros Yolanda. Para Lara Jiménez, dueña del centro de estética Beauty stage, lo «más bonito ha sido hacer piña para dar vida al barrio». Y Nerea Zuazaga, fundadora de su peluquería homónima, destaca que «los clientes están encantados, porque ahora en esta calle sí que es Navidad».
También los vecinos han aplaudido esta iniciativa que ha llevado la magia a Castaños. «Me parece una idea estupenda para hacer barrio y fomentar el comercio local, además han sacado chispas a la calle con espumillón, algo sencillo de toda la vida», dice Leire, vecina de Múgica y Butrón desde hace doce años. «Mira, ama, hoy está seco», suelta un niño que acaba de acariciar una farola. Parece que la idea de Mila y Cristina está siendo un éxito. «Mientras los colocábamos, los vecinos nos decían: 'Qué buena idea, qué bonito, con qué poco se puede hacer mucho...' Es una pasada cómo nos lo han agradecido, si hasta me paró un vecino ayer en el supermercado para decirme que le encantaba», cuenta Mila orgullosa. De hecho, si el próximo año continúan sin luces navideñas, volverán a tirar de ingenio. «Si para entonces seguimos en las mismas, lo haremos con más tiempo y si hace falta pondremos más dinero. Quizá nos dé por añadir bolas, ramas de eucalipto, que están tan de moda... y lo ampliaremos a más calles. Seremos el barrio del espumillón, ríete del Soho».
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