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El piso de una pareja joven y sus dos hijos en Bilbao que juega con los colores y la luz del sol. Erlantz Biderbost

Piso en Bilbao

El piso de una pareja joven y sus dos hijos en Bilbao que juega con los colores y la luz del sol

Borja Vildósola, arquitecto bilbaíno de 32 años, ha reformado una vivienda de 160 metros cuadrados junto a la plaza Moyúa en el que la calidez y los tonos beige son los grandes protagonistas. «Es como un traje diseñado a medida y cosido a mano», explica el emprendedor

Domingo, 19 de mayo 2024, 01:55

Borja Vildósola, arquitecto bilbaíno de 32 años, ha dado vida y forma a una vivienda de 160 metros cuadrados ubicada en Bilbao, en un edificio histórico junto a la plaza Moyúa. Estudió arquitectura en la Universidad de Navarra, y su primera experiencia laboral después de graduarse fue en el Museo Guggenheim de Nueva York. «Fue un antes y un después en mi carrera. Comencé a especializarme en espacios expositivos, interiores… y ahí aprendí a tener un gran respeto por el arte», explica este emprendedor, que decidió crear su propio proyecto cuando volvió a Bilbao.

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Erlantz Biderbost

En 2019, a sus 28 años, fundó su estudio, especializado en la rehabilitación integral de espacios interiores, arte y decoración. «Lo que más me gusta de haber emprendido es el gran abanico de posibilidades que se abren durante el camino. También hay que estar dispuesto a cogerlas y a asumir el sacrificio que muchas veces supone lo nuevo. Hay momentos de inseguridad e inestabilidad, y hasta dudas de ti mismo, pero el negocio tiene que seguir vivo. Creo que mi personalidad va con ello», dice. Junto a dos interioristas, Borja ha hecho realidad el sueño de los propietarios a través de una combinación de arquitectura y arte.

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Los clientes, una pareja recién casada con un hijo y una segunda en camino, contactaron con él cuando buscaban vivienda, y visitaron diferentes pisos hasta que encontraron el que se adaptaba a sus preferencias. «Era muy antiguo y, al tener una estructura de madera algo debilitada, tuvimos que hacerlo con mucho cuidado y mimo», comenta. El piso dispone de un salón, un comedor, una cocina, una lavandería, cuatro habitaciones, un vestidor y tres baños. El objetivo era crear un hogar funcional que diera servicio a las necesidades actuales y futuras de la familia.

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Borja optó por utilizar madera noble, tejidos naturales y colores neutros para conseguir un hogar cálido y acogedor que pusiera el foco en la calidad de los materiales. «El punto fuerte es su distribución. La vivienda original tenía grandes dificultades: estructura de madera, muros de carga que atravesaban todo el largo de la casa… Además, es un edificio protegido por el Ayuntamiento. Con mucho trabajo, conseguimos darle la vuelta para sacar el máximo partido a cada metro cuadrado y generar un nuevo hogar muy funcional», dice.

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Colores que se potencian con el sol

La casa se divide en dos zonas principales, que se diferencian entre sí por el tipo de cierres que tienen. En una de ellas está la cocina, el salón y el comedor, y en la otra, separada por una puerta corredera que destaca por su color grafito, se encuentran las habitaciones. Además, Borja creó un tercer espacio frente a la cocina: el de servicio, que contiene lavandería, habitación y baño. «Esta estancia se separa del resto mediante una puerta oculta en la entrada, pintada del mismo color de la pared, de manera que uno entra y no se da cuenta de que existe», comenta.

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Borja y su equipo han generado espacios abiertos al salón y al comedor para que la luz natural inunde toda la estancia. «Abrimos una cristalera fija en la cocina a modo de ventana que permite que sea un área cerrada, pero que, a la vez, entre luz desde el salón. Al atardecer, la casa se tiñe de un color dorado del sol que da una sensación de paz muy especial con los colores beige que predominan». También ha jugado con las texturas y ha introducido colores más vivos en las zonas juveniles con un gran equilibrio. «Medimos bien la cantidad de estampados y tonalidad para evitar los elementos muy llamativos y así conseguir un remanso de paz», apunta.

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La vivienda tiene un estilo atemporal, donde las piezas de mobiliario, con un diseño moderno, resaltan y se convierten en las grandes protagonistas. Borja ha apostado por líneas depuradas y sencillas que dotan al espacio de armonía. Toda la casa sigue el mismo lenguaje cromático, pero ha destacado cada una de ellas jugando con las diferentes tonalidades. «Lo más sobrio y noble lo hemos colocado en el salón y comedor. Lo más fresco y colorido, en las habitaciones, y lo más duradero, en la cocina, que tiene que estar preparada para el tránsito, la limpieza diaria y el movimiento constante. Lo más importante es que la casa perdure en el tiempo», señala.

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El color principal es el beige, y se escogió por la sensación que proporciona a la vivienda cuando da la luz del sol. «Se crean unos tonos dorados y reflejos muy bonitos. Cuando se mezcla el rojo, se convierte en salmón». Uno de los grandes retos fue el pilar que se encontraba delante de la puerta principal. Decidieron utilizarlo «a su favor» y dejarlo aislado con un aplique de luz que lo iluminara nada más entrar. «Sirve de división visual entre el salón y el comedor. Desde la entrada, a cada lado, tenemos la cocina y la zona de lavandería, así que para generar un espacio menos anguloso y más fluido, decidimos redondear las esquinas y así crear un paso más amable. Es un gesto muy característico de esta casa».

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El arte forma parte del proyecto de interiorismo, y Borja y su equipo han resaltado detalles y piezas del mobiliario que tienen historia. El cuadro de la sala, por ejemplo, es de la galería Carreras-Múgica, del artista vasco Pello Irazu. «Fue un regalo de unos amigos de la familia, y quisimos darle su protagonismo desde el primer esbozo», dice. Entre las firmas que ha incorporado, destaca la mesa de comedor de Ethnicraft; las sillas de Andreu World; y los taburetes del comedor de la marca vasca Enea, entre otras.

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Borja ha superado con éxito el reto de convertir la vivienda en un hogar que invita a disfrutar de la calma en cada rincón. «Los colores, la luz natural, la fluidez de los espacios y los materiales hacen que según cruzas la puerta bajen las revoluciones del día a día y entres en un estado más relajado. Es como un traje diseñado a medida y cosido a mano», apunta. Lo que más satisfacción le da es apoyar y acompañar a las familias durante el proceso. «Todos trabajamos a diario para permitirnos pagar nuestras casas. Tratamos con mucho respeto esa gran inversión y ese esfuerzo que hacen por tener su hogar soñado», concluye.

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