«Quedo con Garikoitz y hay tanta química... ¿qué importa la diferencia de edad?»
En otros tiempos no hubiera dado una oportunidad a esta historia, pero los más de dos años que llevo divorciada me han servido para derribar prejuicios. Hoy me siento más libre que nunca
Karri Bilbao
Viernes, 5 de diciembre 2025, 00:52
Víspera del puente de diciembre, planifico los festivos para cuadrar los tres días y poder así disfrutar de encuentros familiares, quedar con amigas y anticipar ... compras navideñas. Aún sin fijar hora ni lugar de la cita, hoy quedaré con Garikoitz, el chico que conocí en Algorta la semana pasada y me despidió en la parada del metro tras hacernos una llamada perdida. Durante el trayecto de regreso a casa, recibí un primer mensaje que llevó a otros durante los días posteriores. Agradables frases que intercambiamos antes de dormir cada noche. En otros tiempos no hubiera dado una sola oportunidad a esta historia por escribir, pero los más de dos años que llevo divorciada, me han servido para derribar prejuicios y romper con estereotipos o inercias que ya no casan bien con mi estilo de vida.
Publicidad
Garikoitz es diez años menor que yo, soltero y sin hijos. Vive solo y ha salido de una relación hace apenas tres meses. Independiente y sin ataduras familiares que le anclen a un lugar determinado, se confiesa en crisis vital a falta de un horizonte despejado en el que otear una manera de vivir más o menos convencional. Aunque se lleva bien con su soledad, echa de menos algo que no sabe definir pero que le falta para ser plenamente feliz. Inteligente, educado, sensible y alegre, por lo que he podido leer entre líneas, tiene un sentido del humor que me resulta de lo más atractivo. También me gusta su pensamiento crítico, curiosidad innata y afán por aprender materias y prácticas nuevas.
Recibo un mensaje de Garikoitz con una propuesta para quedar a las ocho en La Viña, y así celebrar su reapertura tras permanecer meses cerrado por obras. Siempre a rebosar la calle peatonal, hoy especialmente con cuadrillas numerosas que se citan antes de Navidad. Le espero a la salida del metro en Diputación y nos saludamos con dos besos en las mejillas y una amplia sonrisa. Tan agradable como le recuerdo, vernos le sincroniza con el recuerdo que guardado desde hace una semana y confirma que la química no atiende a diferencias de edad sino a un instinto que va más allá de lo primario. En mi opinión es una lectura rápida del otro que conecta miles de experiencias y decide en un instante, con base en la razón. Al menos yo pienso así; al conocer a alguien se activan múltiples mecanismos que dan como resultado la indiferencia, un sí mayúsculo o un no rotundo, pero fruto de una comparativa de situaciones o sensaciones propias que nos llevan a elegir o a rechazar.
Tostas de jamón y un par de crianzas nos acompañan mientras conversamos sobre cómo nos ha ido la semana con más detalle. Especializado en energías renovables, aspira a continuar formándose para escalar y postularse en empresas líderes en su sector. Tras viajar por los cinco continentes en una responsabilidad anterior, en el presente valora el equilibrio entre el tiempo de trabajo y el de ocio. Inteligente decisión, coincidimos.
Publicidad
Continuamos por la zona sin prisa por marchar, contentos por cómo avanza la conversación; sin forzar nada. Con naturalidad nos damos un beso ligero en los labios y le digo que nos llevamos demasiados años. Él dice que la edad no importa y que nos llevamos muy bien, que parece nos conocemos desde hace tiempo y no desde hace una semana escasa. Y la verdad es que tiene razón…
He apostado por relaciones en las que características como la supuesta afinidad generacional o conocerse desde la infancia no han sido garantía de éxito. No tengo necesidad de estar con nadie y, quizá por eso, me siento más libre que nunca para estar con quien quiera, sin pensar en el futuro ni en nada más que en mí misma.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión