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Frías, Burgos. M. A. M.

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Una treintena de campistas vizcaínos desalojados de Ajo buscan refugio en Frías: «Nos falta la playa»

Los vecinos afectados ya han pagado la fianza del nuevo complejo y esperan poder disfrutar de las instalaciones en verano

Martes, 11 de febrero 2025, 01:43

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Los vecinos desalojados del camping Arenas de Ajo ya tienen nuevo destino para veranear. Al menos, buena parte de ellos. Una treintena de familias, la gran mayoría vizcaínas, se trasladarán a Frías (Burgos), una ciudad situada a escasa hora y media de Bilbao que servirá de refugio para los perjudicados. Después del «enfado» y la «incertidumbre» que expresaron hace unos días, ahora empiezan a ver la luz, aunque todavía critican la falta de información por parte del complejo de Cantabria y mantienen la inquietud. «Aquí nos falta la playa, pero tampoco tenemos muchas más opciones ahora mismo», dicen.

El Ayuntamiento de Bareyo, al que pertenece el complejo de Ajo, en cumplimiento a la sentencia dictada en octubre por el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, procedió el 13 de enero a cortar el suministro de luz y de agua de nueve parcelas al haber sido construidas en ampliaciones posteriores a la apertura del establecimiento de manera «clandestina» y «sin ningún tipo de licencia». Además, afectaba a una zona incluida dentro del área de protección del Plan de Ordenación del Litoral (POL). Ya no podrán usarse más.

Vista aérea de parte del camping Arenas de Ajo, en el municipio de Bareyo. El Diario Montañes

Algunos campistas de Arenas de Ajo, muchos de ellos instalados desde hace años, han mostrado su «preocupación», ya que no saben qué pasos van a tener que seguir a partir de ahora, si van a poder llevar sus casas rodantes a otro lugar y, en tal caso, a qué precio. Eso sí, muchos ya tienen una opción sobre la mesa: el camping 'Ciudad de Frías'. Raúl Urruchi, propietario del espacio, explica que un total de 32 familias ya han depositado la fianza y «hay muchas más interesadas». «Estamos haciendo obras para poder ampliar el espacio y que puedan instalarse aquí en verano, vamos a ver si es posible tener todo listo para entonces», reza.

Incertidumbre con el traslado

Urruchi defiende que a pesar de no tener playa, Frías es un «lugar encantador». «Tiene montaña, está rodeado de naturaleza, se pueden hacer rutas de senderismo y también tiene una piscina natural. Es importante acogerles porque no tienen a dónde ir», asegura. Uno de los problemas principales a los que se enfrentan los perjudicados es el traslado, ya que mover los módulos supone un gasto de más de 4.000 euros. «Tienen que efectuarse con grúa, y a veces necesitan hacer varios movimientos para poder sacarlos. La zona en la que se ubica el camping de Ajo tiene muchos árboles y la logística no es sencilla, por lo que se encarece muchísimo».

El pasado fin de semana, algunos vizcaínos se acercaron a Frías para ver las instalaciones del nuevo camping en el que se van a alojar. «Nos parece bien, pero también es verdad que no tenemos muchas más opciones. Ahora tenemos que ver cómo transportamos el módulo, porque cuesta mucho dinero. Están preparando una zona para que nos podamos instalar. Cuando esté lista, me buscaré la vida para poder llevarlo, pero por el momento no tenemos más noticias», relata Víctor, un bilbaíno que veraneaba en el complejo de Cantabria desde hace nueve años junto a su familia.

La misma sensación de incertidumbre comparte Marinieves Teomiro, bilbaína, que compró su módulo el pasado mes de mayo para disfrutar de las vacaciones junto a su marido y sus tres hijos. Apenas ha tenido tiempo para aprovecharlo. Y ahora, después de ser expulsados, buscan refugio en Frías «porque casi no hay alternativas».

El traslado les supone un quebradero de cabeza. «Nos habían dicho un precio y ahora parece ser que cambia. Hay cosas que no acabamos de entender con el transporte de los módulos...», lamenta. Su marido fue a visitar el camping de Frías y explica que, en general, los vecinos salieron «con buen sabor de boca». «Hacía buen tiempo, empezaba a haber más gente... Está bien, aunque todavía quedan cosas por hacer». Por el momento, los perjudicados se mantienen a la espera de nuevas noticias antes de sacar sus casas rodantes del camping de Ajo.

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