Trabajadores sin barreras en la Diputación
Cinco vizcaínos con discapacidad intelectual prestan sus servicios como personal subalterno en las sedes más emblemáticas de la institución foral
Araitz lo tenía claro. Con 40 años, ya no podía dejar escapar la oportunidad. «Era ahora o nunca». Por eso, cuando la Diputación lanzó la ... primera Oferta de Empleo Público específica para personas con discapacidad intelectual de la Administración vasca vio el cielo abierto. Sabía bien lo que es trabajar. En Lantegi Batuak, en Urrestarazu, en Lidl... Pero también había soportado la losa del paro. Por eso, la posibilidad de conseguir «un empleo hasta la jubilación» le dio alas. Energía para hincar los codos, «repasar, repasar y repasar. Todos los días». Y para preparar las prácticas, con la fotocopiadora, la taladradora, la grapadora..., porque el puesto al que aspiraba como personal subalterno conlleva, además de la atención al público, tareas de impresión, escaneo, encuadernación... Lo logró, y de qué modo, con la nota más alta de la OPE. «Un 9,7», presume la nueva funcionaria de la Hacienda vizcaína.
Esta vecina de Sopela forma parte del exclusivo grupo de cinco personas que acaba de sumarse a las filas de la institución foral. Tras batirse el cobre con otros 200 aspirantes y después de superar un duro proceso de selección, similar en esencia al de cualquier otra oposición, pero adaptado e innovador. Con pictogramas, con el temario pasado a lectura fácil, pero igual. Un proceso que ha requerido materiales y recursos propios en el que han tomado parte activa las organizaciones del tercer sector que trabajan en materia de discapacidad intelectual en el territorio: Apnabi-Autismo Bizkaia, Gaude, Fundación Síndrome de Down del País Vasco y Lantegi Batuak.
Para Aitor, el nuevo conserje del Palacio Foral, la prueba no fue difícil. Igual por la tranquilidad que se gasta este joven, de 22 años, que viste de traje para desempeñar un trabajo que para él «es como estar de vacaciones». Además, manejar las máquinas no tiene secretos, «porque en el colegio era el único que hacía las fotocopias». Desde el departamento de Administración Pública y Relaciones Institucionales, Unai también se muestra relajado, pero por gozar de un trabajo «que ya es para toda la vida». El proceso «ha sido largo» y le ha exigido muchas horas de esfuerzo. A él ya su familia, «que siempre ha estado conmigo», pero «ha merecido la pena».
«Había que entrar sí o sí»
A sus 30 años, el nuevo funcionario foral no estaba dispuesto a perder este tren y el examen práctico no le podía suponer ningún problema. Por eso hasta llegó a comprar una encuadernadora para ejercitarse en casa, a cualquier hora. «Había que sacar plaza sí o sí».
En cifras
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5.562 vizcaínos tienen discapacidad intelectual reconocida. 4.592 de ellos están en edad de trabajar –tienen entre 20 y 65 años–.
En el caso de Jon, el benjamín del grupo y de la Diputación con solo 19 años, la tensión se mascó hasta el último segundo, porque sacó bien la prueba pero tenía a cuatro aspirantes por delante para entrar en la casa. Había quedado en el puesto nueve, ya formaba parte de la bolsa de trabajo, pero se temía lo peor. «¿A que me la lían», pensaba yo? ¿Qué iba a hacer con cuatro por delante?». Al final, la suerte estuvo de su lado. «Me llamaron un día que estaba con mis aitites, que se quedaron alucinados, porque estaba dentro». Lo recuerda bien, igual que los nervios «que pasó mi aita, que no se quedó tranquilo hasta que firmé».
Jon es hoy un joven feliz, que tras pasar diez meses con los libros delante «y de meter muchas horas» disfruta de no tener que hacerlo por obligación. «Me gusta estudiar, pero he estudiado tanto que quería parar para tranquilizarme». Así le queda tiempo para otras cosas, porque tiene una agenda de lo más apretada. En la Administración, entrenando a rugby tres días por semana y practicando artes marciales. Y todo eso sin descuidar a su familia ni a su novia, a la que sueña con llevar un día a El Retiro «ahora que gano dinero». El departamento foral de Desarrollo Económico y Territorial es testigo todos los días de sus habilidades para atender al público. De las suyas y de las de Gorka, el quinto miembro del nuevo grupo de fichajes de la Diputación.
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El orgullo de las familias: «Mi hijo es un campeón, pero no se cree lo bueno que es»
La emoción que viven los nuevos funcionarios forales no es nada comparada con la que sienten sus familias, también protagonistas del proceso. La de Jon vio la OPE «como una oportunidad estupenda que no podíamos dejar pasar», aunque se antojaba difícil. «El que siempre estuvo convencido de que lo iba a conseguir era él», dice su padre. Eso que el chaval «tiene sus momentos, algunos difíciles», pero es «un campeón. A veces no se cree lo bueno que es».
Pasaron meses «un poco durillos». Jon estudiaba a diario «dos o tres horas» con su ama y hacía exámenes «que nos daba Apnabi o que nos inventábamos». «Sólo con pensar en el posible 'premio' lo cogimos con muchas ganas». Y ese premio llegó, y con él, la tranquilidad. «Ha desaparecido la preocupación constante sobre su futuro, sobre cómo viviría nuestro hijo cuando nosotros no estuviéramos. Al menos a nivel económico, va a tener cubiertas sus necesidades. Ese es un peso enorme que nos hemos quitado de encima».
El trabajo y la relación con sus compañeros le han dado a Jon «seguridad en sí mismo». Tanta que ahora se siente «capaz de realizar un trabajo igual que los demás. Está feliz», celebra su padre.
«Los discapacitantes en muchos casos son los entornos»
Cuando la Diputación abrió la selección de cinco plazas de personal subalterno a personas con discapacidad intelectual lo hizo con una máxima: «Todos somos 100 por 100 capaces». Porque para María José Vallejo, jefa del servicio de selección, «los discapacitantes en muchos casos son los entornos». Por eso, los técnicos forales se pusieron manos a la obra para adaptar la OPE a fin de que todos los aspirantes tuvieran el derecho a optar una oposición con plenas garantías. Más de un centenar de personas se implicaron en un proceso que para Vallejo ha resultado «una experiencia vital. Te ayuda a ponerte las gafas, a ver la realidad de otro modo».
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