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El bombero Jon Domínguez muestra su casco, que quedó derretido por las altas temperaturas del incendio.
«Se puso todo oscuro; sentía que me quemaba vivo»

«Se puso todo oscuro; sentía que me quemaba vivo»

Jon Domínguez, uno de los bomberos que sofocó el incendio en una empresa de tablas de surf en Gipuzkoa este lunes, narra cómo se vivieron esas horas en un edificio donde las temperaturas superaron los 500 grados

IRAITZ VÁZQUEZ

Miércoles, 21 de junio 2017, 08:49

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Los bomberos que trabajaron en la extinción del incendio de este lunes en la empresa de tablas de surf Olatu, situada en la localidad guipuzcoana de Oiartzun, lo hicieron bajo condiciones extremas ya que el interior del pabellón llegó a alcanzar temperaturas que superaron los 500 grados. Vivieron un infierno para conseguir sofocar las llamas que devoraron una de las empresas europeas más importantes de construcción de tablas de surf. «Sufrimos situaciones críticas. En segundos algo cayó del techo y hubo un cambio de luz y de temperatura enorme. Tuvimos que salir corriendo porque el calor era insoportable». Son palabras de Jon Domínguez, uno de los siete bomberos que tuvieron que ser evacuados a centros hospitalarios debido al golpe de calor. El último de los ingresados recibió el alta en el Hospital Universitario Donostia ayer al mediodía.

El enorme bochorno del pasado lunes por la tarde, sumado al calor que provocaron las enormes llamas conllevó que fuese uno de los incendios más importantes que ha sufrido Gipuzkoa los últimos treinta años en cuanto al número de efectivos movilizados, según explicó el jefe de los bomberos del territorio, Arkaitz Orbegozo que ayer visitó la zona acompañado del portavoz foral, Imanol Lasa.

«Las condiciones de trabajo fueron muy duras. Cuando salíamos del pabellón por mucho que nos quitáramos toda la ropa, el cuerpo no podía eliminar todo el calor. Nunca hemos tenido tantas bajas en una intervención», explicó Orbegozo. Algunos de los bomberos llegaron a perder más dos kilos de peso durante la intervención. Las llamas comenzaron en torno a las cinco de la tarde por causas que aún se desconocen. Aunque trabajadores de la empresa explicaron a Orbegozo que vieron «una deflagración en la zona de los ventiladores».

Para cuando la primera dotación de bomberos llegó a la empresa, situada en la calle Olagarai, la planta baja ya era pasto de las llamas. Los trabajos de extinción del fuego se centraron entonces en el piso superior donde había almacenados productos químicos y dos depósitos de acetona. Además, lograron que el fuego no se expandiera a los pabellones adyacentes, aunque las llamas también afectaron a la empresa recambios Oiartzun, cuya planta superior resultó calcinada. «Intentamos atajar el fuego por una de las cavidades que era una de las zonas de baja intensidad pero tuvimos que salir porque en cuestión de segundos sentíamos que nos quemábamos», relató Domínguez.

Este experimentado bombero del parque de San Sebastián tuvo que ser trasladado hasta el Hospital Comarcal del Bidasoa donde recibió el alta a las doce de la noche. Ayer permanecía en casa después de que los médicos le hayan aconsejado reposo y que beba «mucha agua» para recuperarse de la deshidratación que sufrió. «La intensidad del fuego que nos encontramos allí no suele ser habitual», explica Domínguez. «Temperaturas como las del lunes sí que suelen ser normales en los incendios pero se suelen controlar rápido las llamas. Lo inusual en este caso fue su prolongación en el tiempo y la temperatura del exterior». Necesitaron ocho horas de «duro» trabajo. A la una de la madrugada se dio por extinguido, aunque hasta las siete de la mañana se mantuvo un retén de cuatro bomberos del parque de Ordizia y dos vehículos para controlar las últimas llamas.

  • Los bomberos recibieron el aviso a las 17.04 horas de lunes y llegaron hasta las instalaciones de Olatu a las 17.16 horas.

  • Más de ocho horas necesitaron los bomberos en su intervención para extinguir el fuego. Un retén se quedó hasta las 7.00 horas.

  • La estructura del almacén de Olatu resultó gravemente dañada y la cubierta metálica colapsó, por lo que tendrá que ser demolida.

El casco de Domínguez es buen ejemplo de las elevadas temperaturas que tuvieron que soportar en el interior del pabellón. Quedó derretido en su parte superior. «Por encima de nuestra cabeza las temperaturas fueron seguramente superiores a los 400 grados. Cuando ves cómo quedó el casco te das cuenta de dónde hemos estado», explicó. Por la cantidad de elementos plásticos derretidos, Orbegozo calculó que en el exterior del pabellón se registraron temperaturas que alcanzaron los 200 grados, mientras que en el interior hubo «de mil para arriba».

Trabajo de coordinación

En las labores de extinción del grave incendio tuvieron que intervenir 71 bomberos, 55 de ellos del servicio foral, procedentes de cinco parques distintos -Bidasoa, Kosta, Oria, Korosti y Goierri- además de el de San Sebastián. En total, se movilizaron 29 vehículos: 13 autobombas, 5 escalas y 11 ligeros. La coordinación entre todas las dotaciones fue fundamental para controlar el fuego y no se propagase a las empresas adyacentes. «Es un trabajo complicado pero que se realizó de una manera adecuada», señala Domínguez.

El bombero del parque de San Sebastián está habituado a tener que hacer frente a situaciones de estrés como las del pasado lunes. «Todos los días tenemos que salir a sofocar incendios. Es verdad que este ha sido la más espectacular». La del incendio de la empresa Olatu, perteneciente a Pukas, no fue la única intervención que tuvieron el lunes. También participaron en la extinción del fuego que se originó en una sauna de las instalaciones de la Real Sociedad en Zubieta y en un aviso de carretera. Pero eso sí, cuando los bomberos ven que han ganado la batalla al fuego y que la gente les felicita se siente «reconfortados. Tenemos el privilegio de estar bien considerados y ahora con los incendios de Portugal y Londres parece que la gente está tomando más conciencia», añade Domínguez.

Imanol Lasa se acercó ayer por la mañana hasta las instalaciones de Olatu para interesarse de la situación en la que se encuentra el pabellón y el futuro de la empresa. En declaraciones ante los periodistas destacó «el gran trabajo realizado por los bomberos de la Diputación, en unas condiciones físicas dificilísimas y al borde de la extenuación». El portavoz de la Diputación de Gipuzkoa quiso además poner en valor «el compromiso de los bomberos, tanto en la labor que realiza de prevención, como el que demuestran en la extinción de fuegos tan complicados como este».

La de ayer era una jornada para evaluar los daños que ha dejado este espectacular incendio. Los trabajadores de las empresas adyacentes esperaban la llegada de los peritos de los seguros para que evaluaran los daños y continuar con sus labores diarias. En otros casos tuvieron más suerte. Ana Elgorriaga, de la empresa Oinona, un outlet de mesas y sillas, se afanaba ayer al mediodía en limpiar con un paño las cenizas depositadas encima de los muebles. Al igual que los trabajadores de la zona, a las cinco de la tarde tuvo que salir corriendo después de escuchar la alarma de incendios. «Nos avisaron, en cuanto nos asomamos vimos el fuego, y enseguida nos dijeron que teníamos que desalojar», incidía.

Lo primero que hizo Elgorriaga fue levantar la persiana de su establecimiento para ponerse a salvo. «Vimos una columna enorme de humo negro y que la gente salía tapándose la boca con las camisetas para no respirarlo». La incertidumbre enseguida se apoderó de ella porque no sabía si el fuego iba a afectar el negocio. «Lo mismo el fuego podía ir para un lado como para el otro, pero al final vimos que se desplazaba hacia Xardeska y no hacia el negocio», reconoció.

Las consecuencias del incendio también se notaron en el centro de Oiartzun situado a un kilómetro de Olatu. Hasta el bidegorri que atraviesa el barrio de Altzibar llegaron los restos de la fibra de vidrio del pabellón.

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