Una hora de paro para el «99% de las mujeres»

Mujeres de 49 países, entre los que se cuentan Australia, Brasil, Ecuador, Alemania, Honduras y Turquía han decidido abstenerse durante el día de mañana, al menos durante una hora «la hora M», de toda labor doméstica y asistencial. Además, defenderán sus derechos a través de huelgas, paros y acciones de calle bajo un lema en común, «la solidaridad es nuestra arma». La convocatoria, organizada por un movimiento civil apoyado por organizaciones de derechos humanos que hace llamarse Paro Internacional de Mujeres (PIM) y que se gestó a finales del año pasado en Polonia y en Argentina, busca visibilizar el papel que las mujeres tienen en la estructura social, económica, política y familiar y evidenciar «cómo sería el mundo si ellas dejasen de aportar». Pretende también poner el foco en la violencia a la que las féminas se exponen «de manera continuada» y recordar la «necesidad de defender sus derechos y valorar sus vidas para detener la violencia machista». En España hay movilizaciones convocadas en medio centenar de ciudades. En Bilbao, dos, a la mañana y a la tarde. Bilboko Koordinakunde Feminista proponer «parar de trabajar, de cuidar y de consumir en empresas que se publicitan con anuncios sexistas» entre las doce y las doce y media de la mañana para concentrarse en la esquina entre Gran Vía y Alameda Urquijo, frente a El Corte Inglés. Y a las siete y media de la tarde, Euskal Herriko Koordinadora Feminista iniciará una marcha «contra la barbarie heteropatriarcal» entre la Plaza del Arriaga y la Plaza Moyua. En San Sebastián hay una manifestación convocada con este último fin a las siete de la tarde en Boulevard; y en Vitoria, en San Antón, a las ocho.

La idea del paro internacional de mujeres comenzó a gestarse en Polonia y Argentina el año pasado. En Polonia, el 4 de octubre, organizaciones feministas convocaron una huelga femenina para protestar contra un proyecto de ley que prohibía el aborto y condenaba a penas de cárcel a las mujeres que lo practicaran. 100.000 mujeres salieron a las calles vestidas de negro reclamando el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Tras esta masiva protesta, el Parlamento polaco rechazó la iniciativa. En Argentina también hubo una gran manifestación de mujeres ese mismo mes, unos días después de la de Polonia, el 19 de octubre, después de que una joven de 16 años, Lucía Pérez, fuera drogada, violada y empalada en la ciudad costera de Mar del Plata, uno de los feminicidios más salvajes registrados en Argentina. 70.000 mujeres dejaron entonces su puesto de trabajo y salieron a las calles para manifestar su repudia por este asesinato.

Para sumarse a la convocatoria de mañana, PIM propone participar en la «Hora M» entre las 12.00 y las 13.00 horas, vestir de morado o llevar una pañoleta morada como símbolo de adhesión a esta iniciativa y «discutir y reflexionar sobre el tema en todos los ámbitos». Además, invita a compartir fotos y vídeos en las redes sociales usando los hashtags #MujeresEnHuelga, #LaSolidaridadEsNuestraArma, #HoraM, #8M y #ParodeMujeres. «Nos apropiamos de la herramienta del paro porque nuestras demandas son urgentes. Hacemos del paro de mujeres una medida amplia y actualizada, capaz de cobijar a las ocupadas y desocupadas, a las asalariadas y a las que cobran subsidios, a las cuentapropistas y a las estudiantes, porque todas somos trabajadoras», sostienen las convocantes de este llamamiento mundial. «La fuerza de nuestro movimiento está en los lazos que creamos entre nosotras», subrayan.

Claman por «un feminismo del 99%». ¿Qué significa esto? Que en el restante 1% reside lo que denominan «otras variantes del feminismo empresarial» que, precisan, «no nos sirven a la gran mayoría de nosotras, que no tenemos acceso a la autopromoción individual ni al ascenso social». Y citan, a este respecto, el «lean-in» (vayamos adelante) del que suele hablar la número dos de Facebook, Sheryl Sandberg, una teoría opuesta al «victimismo» que esta ejecutiva comenzó a popularizar hace unos años y que puede resumirse en que las mujeres «nos cortamos nuestras propias alas», «aspiramos en menor medida a ocupar altos cargos», «no sólo somos víctimas del sexismo sino que también podemos perpetrarlo», «somos menos propensas a mantener la mano en alto» y algunas impiden a sus maridos compartir las tareas del hogar «por ser demasiado controladoras y críticas con ellos».

Sandberg ha dicho en más de una ocasión que su intención no es provocar, sino poner sobre la mesa un aspecto que, dice, existe pero que se discute «muy pocas veces y al que con frecuencia se resta importancia». Y suele contar la anécdota de que la semilla de esta teoría suya, sobre la que acabó escribiendo un libro, se plantó en su cabeza el día que, estando embarazada de su primer hijo y trabajando para Google, donde fue directora de ventas durante casi siete años, se dio cuenta de que si no había plazas de estacionamiento para las empleadas embarazadas era porque ninguna se había atrevido a pedirlas.