El falso embarazo de Mireia que acabó en secuestro
La joven hizo creer a su familia y amigos que esperabaun niño. Les enseñaba ecografías y hasta compró carrito y cuna
La gran ilusión de Mireia C.S., nacida en Bilbao hace 24 años, era tener un bebé. La joven había cuidado a niños y se ... encargaba también a veces de la hija que su actual novio, un joven rumano, tenía con otra mujer cuando los padres no podían atenderla. Adoraba a los niños y estaba obsesionada con ser madre. A su familia y a su compañero sentimental les había anunciado que iba a tener una niña, aunque con el paso de los meses ellos empezaron a temer que no fuera verdad, que el embarazo solo existía en su mente, y así se lo habían transmitido.
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Los vecinos del barrio de Santutxu con los que había convivido coinciden también en que les había hecho creer que estaba en estado de buena esperanza. Mireia era alta y corpulenta, por lo que resultaba verosímil. «La vi hace tres días en el Eroski. Me enseñó la cartilla del bebé», explicaba aún impactada Nekane, una amiga «de siempre». Al verla con «tripita», no dudó de que fuera verdad. «La madre ya había comprado hasta el carrito y la cuna para la criatura».
Otra conocida se cruzó con ella cuando estaba embarazada de su hijo, que ahora tiene tres meses, y le dijo que ella también estaba encinta. «Iba enseñando la cartilla del bebé» y hasta ecografías a sus conocidos y había adquirido ropa de bebé de color rosa, según recordaban ayer en el barrio. A la hija de su novio, de pocos años, le había anunciado que «iba a tener una hermanita y que pronto iba a estar en casa».
¿Sufría un «embarazo psicológico» o bien presenta algún trastorno mental? Es una de las incógnitas que tendrá que desentrañar la investigación policial y la instrucción judicial que acaba de empezar. «Yo creo que está en sus cabales. No se le apreciaba ningún problema psicológico», apunta una conocida, que cree que tenía una «estrategia bien montada».
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«Nadie me cree»
Las dudas sobre su embarazo empezaron a crecer en su entorno. «Nadie me cree», llegó a quejarse. Enfadada por la falta de confianza de su familia, Mireia se fue de casa hace dos días con la supuesta idea de «dar a luz». Sus familiares llegaron a llamar a los hospitales de Cruces y de Basurto para comprobar si se encontraba allí ingresada y les contestaron que no. En ese tiempo, Mireia debió de planear el rapto. El miércoles por la tarde se paseó durante casi tres horas por la planta de Maternidad hasta que encontró el momento idóneo. Se vistió con un traje de sanitario de color blanco y entró en varias habitaciones hasta que se llevó a Aimar simulando que le iba a hacer una prueba de oído, de las primeras que se les practican a los recién nacidos en el hospital. Después de secuestrar al bebé llamó a una conocida. Le dijo por teléfono que ya tenía al niño y que, en lugar de una niña como le habían dicho, había nacido un varón.
Al verla tan sola -«no tengo dónde ir en el momento más difícil de mi vida», le espetó- la invitaron a que fuera a su piso a pasar la noche. No sabían lo que estaba tramando y que todo era una «película» que ella había alimentado. Allí cuidarían de ella y del niño. Llegó aproximadamente a las once de la noche y se fue sobre las ocho de la mañana. Durante este tiempo, el bebé estuvo perfectamente cuidado. Según dijo, se había olvidado en Basurto todos los papeles.
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Como a Mireia no le bajaba la leche materna pese a varios intentos, las mujeres bajaron a comprar más fórmula para lactante a una farmacia -ya lo había hecho la ahora detenida en una botica de Alameda Recalde poco antes- y le alimentaron durante la noche a biberón y a demanda, cuando el pequeño lloraba. Sus conocidos no se enteraron de la noticia del secuestro hasta tiempo después y entonces, en estado de shock, se pusieron a disposición de la Ertzaintza para ayudar en su localización. Porque Mireia se había ido del piso con el pequeño.
Para la Policía, Mireia tenía tres posibles domicilios. En Santutxu, donde residen su madre y un hermano; en la vivienda de su pareja cerca de allí, o en Zorroza, que ella considera su barrio y donde finalmente fue detenida. La joven había cuidado de niños en la zona de Barinaga. Además de niñera, también «hacía trenzas en el pelo» a mujeres a través del boca oído y de sus contactos en redes sociales. No se le conocía otra actividad profesional.
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La sospechosa cuenta con antecedentes policiales por hurtos, lesiones y amenazas desde 2015.
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