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«Le pido a la 'Amatxu' de Begoña poder volver el año que viene»
Miles de vizcaínos cumplen con la tradición y peregrinan a pie hasta la Basílica para rendir tributo a la patrona de Bizkaia
Sobre la medianoche, la Basílica de Begoña brilla iluminada en el cielo, y los colores de los puestos de rosquillas y de las txosnas de ... talo que animan la romería le dan al entorno un halo de cuento. Es una gran cita para miles de vizcaínos que tienen el 15 de agosto marcado en rojo en el calendario: dejan de lado sus quehaceres, se calzan las zapatillas y acuden a la Basílica a pie a rendir su particular tributo a la 'Amatxu', patrona de Bizkaia, con motivo de la festividad de La Asunción. La mayoría lo hacen por la noche, durante la oscuridad, con el afán de llegar a la primera misa de la madrugada. El ritual ha pasado de generación en generación, y hay constancia de las primeras peregrinaciones en 1.300, antes de que Don Diego López de Haro diera la Carta Puebla a Bilbao y lo convirtiera en un próspero núcleo comercial.
El entorno del templo fue desde primera hora de ayer un hervidero, si bien la afluencia se fue incrementando con la puesta de sol. Por primera vez desde 2019, regresaron las casetas de rosquillas y pastel vasco y las txosnas de talo, que seguirán abiertas hasta bien entrada la tarde de hoy. Los primeros peregrinos comenzaron a llegar bien entrada la tarde y siguieron haciéndolo durante toda la noche hasta las primeras misas: la más temprana, a las cuatro de la mañana. Después recogieron el testigo más y más fieles, porque hay eucaristías programadas hasta las 21.00 horas, aunque la más multitudinaria será la Misa Mayor que tendrá lugar al mediodía, oficiada por el Obispo de Bilbao, Joseba Segura. Se calcula que más de 150.000 personas acudirán al Santuario entre la jornada de ayer y la de hoy.
Tradición anual
Más de media docena de chicas con atuendo deportivo celebran su llegada a Begoña tras la larga caminata. Son de Orduña, Llodio y otras localidades cercanas. También hay una chica de Alicante que está de vacaciones y que está celebrando su cumpleaños con la peregrinación. Han recorrido 22 kilómetros desde Llodio para cumplir con la tradición anual. «Lo hemos hecho de día y por monte, para tener otras vistas. Este año volveremos en tren, aunque el año pasado nos dio el cuarto de hora y nos volvimos por la carretera andando otra vez», relata Marta, una de ellas, en la entrada de la Basílica.
Al de poco, otra familia llega desde Las Arenas. Han salido a las siete de la tarde. El más veterano de todos, Siro Moraleja, cumple hoy 75 años y siempre ha peregrinado hasta aquí recorriendo a pie los 14 kilómetros que separan su hogar del templo. Hasta hace poco, lo hacía corriendo. También el regreso. «Nací el 15 de agosto, me casé el 15 de agosto, y mi hijo también se casó el 15 de agosto», relata el hombre, que está acompañado por su mujer, su hijo, su nuera, su nieto y la madre de su nuera. «Le pediremos a la 'Amatxu' poder volver el año que viene. Los mismos o si se puede, alguno más», dice su hijo, que ha acudido junto a su padre a pie. Las mujeres han renovado sus rosarios y se dirigen a buscar la lotería de Navidad de la Cofradía de Begoña, muy disputada estos días.
La pastelera Cristina Tejedor, de 38 años, vende rosquillas, pasteles vascos y otras delicias que ha fabricado con sus propias manos en el obrador Roskogintza de Amorebieta. De hecho, la mayoría de las que se están comercializando en los puestos son suyas. «Las vendemos por palés», explica. Sus abuelos empezaron a comercializarlas hace más de medio siglo en Begoña. Las ataban con cuerdas y llevaban una rama de laurel. Las traían en tren, con carretillas. Después fundaron la empresa hace muchos años. Ella recuerda cómo, de pequeña, dormía debajo del mostrador mientras sus padres trabajaban a destajo toda la noche. Ahora hacen turnos porque el puesto estará abierto hasta las nueve de la noche de hoy.
La tradición ha cambiado «desde antes de la pandemia. Aunque la gente sigue peregrinando desde Balmaseda, Basauri o Larrabetzu por ejemplo, vienen más por el día. La noche se ha vuelto mucho más tranquila», explica. El día de La Asunción, afirma, es mágico. Hacen rosquillas exclusivas, pero lo han pasado muy mal para dar salida a todos los pedidos por la explosión de demanda que han registrado con el regreso de la normalidad. «Llevo en esto desde cría, lo llevo en la sangre. El año pasado no pudimos montar la feria, pero vine a la Basílica, porque es un día especial», dice, muy emocionada, mientras los devotos llegan sin cesar al templo. Llama la atención que muchos de ellos lo hacen con mascotas.
«He cogido rosquillas y también laurel, porque voy a hacer una comida especial y voy a echar una hojita en honor a la Virgen. Lo que he pedido me lo quedo para mí, pero son tantas cosas...», confiesa Elena Mendiola con el ramo en los brazos. Ella y su marido Fernando son vecinos de Las Arenas y han llegado desde Mutriku. El año pasado no acudierona a la cita por la pandemia. «La 'Amatxu' es la patrona de Bizkaia, la madre de todos, y entonces es una fiesta muy especial», relatan.
Talo
«Venir este día es una tradición, la manera de decir: estoy aquí otro año más. Siempre pido que estemos todos bien, sanos», relata Belén López, de 49 años, que celebra su cumpleaños con una visita a la 'Amatxu' si la festividad no la pilla de vacaciones. Disfruta del ambiente junto a su famillia y la de un amigo, Fernando Osinaga, que vive desde hace 18 años en la ciudad pero que visita a la Virgen por primera vez. El colombiano Luis Cardona también ha llevado a su madre, Ruby Millán, que está de visita, a concer el templo, y su perrita, se mueve inquieta en el interior, ataviada con un pañuelo festivo. «Siempre he visto que había una fiesta bonita y he decidido traer a mi madre porque estaba seguro de que le gustaría».
Fuera, dos jóvenes con la camiseta del Cádiz descansan en las escalinatas de la Basílica: su club ha perdido contra la Real Sociedad. David Jiménez es natural de la tacita de plata, aunque trabaja en el hospital de Txagorritxu de enfermero desde la pandemia y reside en Vitoria. «Ahora ya entiendo más cosas en euskera, como 'agur', y 'eskerrikasko'», cuenta con gracia. Su primo, Egoitz Gómez, es de Bilbao. «Hemos venido a comer un 'taco' de chorizo y él de chistorra. Me ha dicho que lo pruebe, y está muy bueno». Y es que Aitor Aurrekoetxea despacha talos sin parar para los peregrinos desde la txosna. Hacía dos años que no montaba en Begoña, pero los devotos demuestran que siguen siendo fieles a este manjar. «Hay más gente, se les nota que están con muchas ganas», dice. En breve, volverá a levantar otro chiringuito gastronómico en Ripa, durante la Aste Nagusia.
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