'Txetx'
Luis Haranburu Altuna
Miércoles, 29 de marzo 2017, 01:16
Alguien dijo que la cultura de los vascos era una cultura ágrafa pero, sea como fuere, tenemos en la oralidad la mejor de las compensaciones. ... Nuestra literatura oral es tan funcional como rica. Los vascos somos consumados artistas en la utilización de figuras retóricas como la metonimia, la sinécdoque o la onomatopeya. Todo ello para disfrazar las cosas a nuestra conveniencia. Solemos cambiar o desplazar el contenido semántico de una palabra o utilizamos un término simple para significar una realidad compleja de la que deseamos apropiarnos. La palabra 'txotx', por ejemplo, significa todo el ritual festivo y la liturgia gástrica que se celebra en torno en torno al tonel de sidra. Ahora, en la penúltima fase de la derrota de ETA, toda la ceremonia de confusión, organizada en torno a los 'hierros' de matar, en poder de la banda criminal, está a punto de convertirse en una simple onomatopeya que suena como el sonido que hacemos al chasquear la lengua: 'Txetx'.
Jean-Noël Etcheverry, alias 'Txetx', es un activista vasco-francés digno y honorable que posee un amplio curriculum como ecologista y colaborador de causas humanitarias como la de Burkina-Faso y es, asimismo, un sindicalista que se ha erigido en sedicente representante de la sociedad civil vasca. 'Txext' es también el principal representante de la fundación Robles-Aranguiz y cabeza de puente de ELA en Iparralde. El activista Jean-Noël Etcheverry es un ferviente abertzale que, sin embargo, siempre ha abogado por la no violencia en el logro de sus metas políticas. Los problemas surgen cuando 'Txetx' se erige en representante y portavoz de la sociedad civil vasca y comienza a pontificar sobre la realidad del terrorismo vasco y dice cosas como que el desarme de ETA que él y los suyos gestionan «desbloqueará un cierto número de cosas que son consecuencia de un conflicto que nace con el golpe de Estado de 1936» en España. Es decir, 'Txext' y los suyos enraízan el nacimiento de ETA nada menos que en la Guerra Civil española, contextualizándolo en el mito nacionalista de la Guerra Civil española entendida como la agresión de España a los vascos. Es demencial, pero así lo ha afirmado el sedicente representante de la sociedad civil vasca, que ahora se ha erigido en intermediario de ETA y los gobiernos de Francia y España. El relato que 'Txetx' pretende colar de matute es el preferido por la comunidad abertzale, pero se compadece mal con la realidad histórica. ETA no es una secuela de la Guerra Civil del 36, sino una realidad totalitaria de raigambre étnica que tiene en el nacionalismo vasco su única razón de ser.
El de la sociedad civil es un término de contornos difusos que bien puede significar cualquier cosa y su contraria cuando se utiliza en el debate político. Habermas considera que la existencia de una sociedad civil diferenciada de la sociedad política es un prerrequisito para la democracia y Alexis Tocqueville estableció que esa sociedad civil la formaban el conjunto de organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que funcionan como mediadoras entre los individuos y el Estado. En el uso que los miembros del colectivo de Louhossoa hacen de la 'sociedad civil', utilizan la conocida figura de la sinécdoque para erigirse en el todo, siendo tan solo una parte, de esa sociedad civil vasca. Sería más pertinente el que 'Txetx' se autopresentara como el portavoz de la comunidad abertzale de la que ETA ha formado parte hasta la fecha. En efecto, cabe preguntar a esa sedicente 'sociedad civil', configurada por los abertzales, dónde estuvo cuando ETA asesinaba, extorsionaba y aterrorizaba a una parte muy considerable de la común sociedad civil de la que todos los ciudadanos vascos formamos parte. ¿O es que los miembros de los partidos constitucionalistas vascos, policías, juristas y empresarios asesinados por ETA no eran parte de la sociedad civil vasca? 'Txetx' Etcheverry pretende gestionar lo que resta del arsenal de ETA y todos reconocemos que es mejor que las armas estén en posesión de quien pretende destruirlas y no en manos de quienes las ha utilizado para sojuzgar a sus conciudadanos, pero queda la duda de si están todas las armas en sus manos o de si se trata de otra de las farsas propagandísticas a las que ETA nos tiene acostumbrados.
Poco o nada le resta a ETA de su anterior poder basado en el terror, pero aún aspira con cierta plausibilidad a determinar un relato que falsea su verdadero sino y perfil. En esa labor cuenta con la complicidad de la comunidad abertzale que tiende a creer en las ruedas de molino que la mitografía nacionalista se resiste a desarmar. Desarmar en Euskadi significa no solo inutilizar unas pistolas sino desmontar todas aquellas funestas creencias que armaron el brazo ejecutor de ETA; creencias que siguen vigentes y son compartidas por la cultura hegemónica que un día miró hacia otro lado cuando ETA asesinó, extorsionó y aterrorizó. El verdadero desarme en Euskadi solo se hará realidad cuando los postulados que dieron lugar a ETA se sometan a la cuarentena de la razón y al filtro de la convivencia democrática. El desarme solo será una realidad cuando el nacionalismo asuma la pluralidad de la ciudadanía vasca y el imperio del Estado de Derecho. El imperio del principio de realidad que se aviene mal con la ensoñación victimista del país dominado. Lo que 'Txetx' vaya a gestionar tiene que ver con la logística del crimen, pero lo hace con la intención de preservar un relato tan falso como criminal; de lo contrario no hubiera afirmado que ETA es una secuela de la Guerra Civil. Al grito de 'txotx' toda la sidrería acude presta al tonel y a la llamada de 'Txetx' la comunidad abertzale se dispone a comulgar con sus ruedas de molino. Bienvenido sea el desarme, ahora solo falta que ETA reconozca su carácter genocida.
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