«Osakidetza sabía que en Santa Marina todos nos vacunábamos y dimito por sus amenazas»
Defiende su decisión por el impacto del covid en el centro, donde tres de los cinco directivos «se contagiaron»
José Luis Sabas dimitió el jueves como gerente del hospital de Santa Marina por haberse vacunado saltándose el protocolo. Su renuncia se sumó a ... la destitución de Eduardo Maiz como director de Basurto por el mismo motivo. Pero sus casos se producen en circunstancias distintas. Maiz y varios miembros de su equipo se pusieron la primera dosis en secreto el pasado 3 de enero, cuando apenas se estaban empezando a suministrar en las residencias de mayores. Sabas se inmunizó el martes, después de que se hubiese vacunado todo el personal del hospital. Afirma que avisó a los máximos responsables de Osakidetza de que iba a realizar una vacunación «masiva» en el centro, especialmente castigado por el covid. E insiste en que recibió su visto bueno. «Me voy con la conciencia muy tranquila», recalca una y otra vez en esta entrevista.
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– ¿Le obligan a marcharse?
– Me he visto forzado a dimitir. Lo primero es que soy un caballero. Y segundo, he querido preservar a mi equipo. Si no dimito yo, me cesan a mí y a todo mi equipo.
– ¿Está diciendo que le amenazaron con destituir a todo su equipo si usted no dimitía?
– Me lo dejaron ver entre líneas. Es una situación difícil. Estoy convencido de que si hubiésemos tenido la gallardía de Iñaki Azkuna esto no habría ocurrido. Quiero separar las actuaciones de Eduardo Maiz con lo que ha pasado conmigo. Pero Azkuna hubiese hablado con claridad. Hubiese explicado que en Santa Marina no hemos hecho nada malo.
– A su compañero le han destituido y usted ha dimitido. ¿Qué diferencia hay entre sus casos?
– No quiero entrar a juzgar lo que hacen otros compañeros. Pero, por lo que se ha informado, parece que se vacunó antes. Yo me vacuné a bombo y platillo. Sin esconderme. Incluso nos sacamos fotos y grabamos vídeos. Con todo el personal del hospital, siguiendo todos los protocolos que teníamos indicados. Hay que tener en cuenta que el hospital de Santa Marina no es uno al uso. Roza el mundo sociosanitario. Hemos tenido las mayores tasas de covid de toda la comunidad. En la primera ola llegamos a tener unos 150 pacientes y ahora estamos en unos 115 ingresados, y subiendo. El doble que en Cruces. Somos el gran receptor de personas mayores y de enfermos de las residencias desde la primera fase. ¡Y en las residencias se ha vacunado a todo el mundo! El paciente de Santa Marina es supercomplicado. Muy frágil y mayor. Hay que tratarle con mucho cariño y dedicación. Al final, este centro es como una comunidad de vecinos. Son cinco alturas y todos nos movemos por ahí. Tenemos un personal entregado, que no ha dicho ni mu en toda la pandemia.
– Hay quien piensa que se ha aprovechado de su cargo para ponerse la vacuna.
– Yo no me he aprovechado de nada. Si me hubiese aprovechado de mi cargo, me habría cogido la baja en la primera ola de la pandemia, cuando tres de los cinco miembros del equipo directivo se contagiaron. Y tuve que gerenciar el hospital con la antigua directora médica, que tenía una pierna rota.
– ¿Más de la mitad de los directivos se contagiaron?
– En nuestro hospital es muy fácil contagiarte, a pesar de que nos hemos roto la cara por estar lo mejor dotados posible. Primero, porque tenemos un volumen de covid brutal. Segundo, por la propia estructura del hospital.
– ¿Cómo adoptan la decisión de vacunarse?
– Tuve conversaciones con los máximos responsables del departamento y de Osakidetza para proponerles que teníamos la oportunidad de hacer una vacunación masiva.
– ¿A quién se lo comunica en concreto?
– A la directora general y a la consejera, claro. Y el director médico lo hizo con sus superiores. Hemos actuado con transparencia. Con la consejera hablé el viernes, antes de iniciar la vacunación. Incluso le planteé que era una buena ocasión para demostrar que estábamos vacunando con mucha sensibilidad.
– ¿Hablaron en concreto de vacunar a la dirección?
– No. Hablamos de toda la plantilla.
– ¿Y no les pusieron ninguna objeción?
– No. Es más, nos preguntan cuántas vacunas necesitamos. Pedimos 100 viales, que salen unas 500 vacunas. Teníamos 575 apuntados. Pensamos que, si no había para todos, pues algunos nos quedaríamos sin vacunar. Pero eso depende de la habilidad de los que pinchan. Y fueron consiguiendo seis dosis de cada vial. Así que decidimos vacunar a todo el mundo.
– ¿Le dijeron sus superiores qué hacer en el caso de que les sobrasen vacunas?
– No. Sólo nos dijeron que calculásemos muy fino el número de vacunas. Fuimos nosotros los que les propusimos devolverlas a Basurto si nos sobraban y nos dijeron que lo tenían que pensar, que a ver cómo íbamos. La vacunación fue de diez de la mañana a diez de la noche. Pero lo que me llama la atención es la poca comunicación que hemos tenido con el Departamento de Salud. Lo único que nos han dado ha sido un protocolo de dos páginas, pero ninguna reunión con los gerentes. Si tan preocupante era esto de vacunar a los directivos que lo pondría bien claro: que no se vacunen los directivos.
Mensajes de apoyo
– ¿Fueron los últimos en vacunarse en Santa Marina?
– Fuimos intercalando entre las últimas personas y con las vacunas sobrantes. Hubo algunas personas (un 20%) que no se quisieron vacunar o no podían por estar embarazadas o por problemas.
– Dice que ha actuado con honestidad. ¿Pero le parece estético lo que ha hecho?
– ¿Estético? No hemos hecho nada malo. Tampoco éticamente. Los directivos de un hospital tienen tanta capacidad de contagiarse como cualquier otro trabajador. Y lo he visto en mis propias carnes. Y una pregunta. ¿Quién gerencia un hospital si está todo el mundo de baja? ¿Desde casa? Yo he conseguido EPIs para todo el mundo cuando había falta de material. Hoy me he despedido y me han aplaudido porque me he preocupado por ellos. Si con toda la problemática de salud pública que tenemos, que el único problema sea que se haya vacunado el gerente... He hecho muy bien dimitiendo. Nos hemos cargado a la persona. No sabemos lo que es un paciente crónico. Les invitaría una semana a cuidar a pacientes crónicos y a sus familias. Eso es lo que nosotros hacemos: trabajar con humanidad. Y es lo que ha sacado de las tinieblas a nuestro hospital. Soy vehemente, pero tiro del carro y me implico con las personas.
– Si había informado previamente, ¿por qué sospecha que le han obligado a dimitir?
– Mejor dos por uno. Yo tengo 67 años y voy a hacer 68.
– ¿Está sugiriendo que han aprovechado lo ocurrido en Basurto para prescindir de usted?
– Lo digo expresamente. Estoy convencido. Porque nosotros no hemos penado. ¡Yo no me he aprovechado! 'Aprovechategui' un Sabas no es 'ni pa Dios'. No, no, no. Por favor. Me he dejado la piel por ese hospital, como me la he dejado por todo.
– ¿Ha hablado con la consejera después de la dimisión?
– Ayer (por el miércoles). Pero tenemos una visión diferente. Creo que este tema tendría que haberse disociado del de Basurto y no voy a meterme con Eduardo (el director de Basurto destituido). Me dijo que no había cumplido el protocolo. El primer día que te nombran en un cargo público tienes que pensar en el primer día que te cesan. Y hasta hubiese entendido que me dijesen 'no vemos que un señor que va a hacer 68 años siga trabajando aquí'. Pues vale. Pactas una salida y ya. Pero yo me considero válido. ¡Y no me he quejado nunca! Son cosas que duelen. Después de tantos años, a alguien no se le puede largar de una patada.
– ¿Está dolido con su partido, el PNV?
– Cuando me cesaron de ETS lo hicieron un 30 de diciembre, en plena Navidad. No sé lo que está pasando en esta sociedad.
– ¿En esta sociedad o en su partido?
– Azkuna solía decir 'todos al suelo, que vienen los nuestros'.
– ¿Se ha sentido arropado?
– Tengo muchísimos amigos. Me han mandado mensajes muy cariñosos, también del departamento. Y el jefe de mantenimiento del hospital, que me ha hecho mucha ilusión.
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