«Vivimos de esta forma la Semana Santa para que los demás la disfruten»

Faltan siete días para que las calles de Arkotxa en Zaratamo retrocedan más de dos mil años. Para que la iglesia acoja la última cena y el barrio de Santa Bárbara se convierta en el Calvario donde Jesús fue crucificado. Si en un año normal los días previos a la función son de nervios y preocupación, en esta ocasión, la inquietud que asola a los integrantes de la asociación cultural Gaztek Abi, que son los organizadores del episodio histórico, es todavía mayor.

Llevan tres años sin salir, porque a las dos ediciones suspendidas por la pandemia se sumó una anterior. La Semana Santa de 2019 en la que los roces internos y la «falta de compromiso» de algunos participantes, dio al traste con la que debía ser la 54 edición. El CORREO ha acudido a uno de los ensayos que estos días se celebran. Las jornadas comienzan a ser más largas para que nada quede a la improvisación. Desde los diálogos hasta el vestuario y el atrezzo deben de estar a punto.

Mientras los protagonistas toman el interior del templo para ensayar las escenas, en la parte de abajo, en los locales que tienen cedidos al colectivo vecinal, un ejército de personas no descansa. Mari Tere Rodríguez es una de ellas. Plancha los atuendos. Aunque es basauritarra, hace años fue a ver, junto a su marido, la representación y allí se quedó. Hasta ahora. «Lo llevo en las venas. Es muy emocionante, vivimos la Semana Santa para que la vivan los demás, para que la disfruten como dice el lema», resume.

El trabajo no se detiene. «Tenemos que planchar, coser, limpiar el calzado, etc. Hay muchas cosas que hacer y detrás de una procesión tiene que haber mucha gente y muy bien coordinada para que todo funcione correctamente», señala.

Además de estar en los preparativos también sale el día de la actuación, como la mayoría de las personas que participan en el evento. En esta ocasión hará de Verónica. «El año siguiente a venir como público, les pregunté si podía colaborar, luego pedí un papel y me pusieron de pueblo, al siguiente me dieron otro papel e incluso he hecho de Virgen. Ese año fue muy emocionante. Toda mi familia y mis hijos participaron», recuerda emocionada.

Y mientras plancha, a su lado le espera uno de los actores más jóvenes, Ander Oliva de 16 años. «Ahora que veo que es verdad que salimos, tengo muchos nervios. La sensación que sientes cuando suenan los tambores es muy bonita», asegura.

Como otros tantos, llegó a La Pasión de la mano de un amigo del municipio. «En 2013 interpretó a Cristo y nos pidió que hiciéramos bulto. Tres años seguí así, luego me dieron un papel importante del criado de Herodes y en 2019 hice de escriba. Este año hago del apóstol Juan, así que para mí es muy importante», comenta.

En la sala contigua, rodeada de decenas de trajes de romanos, se encuentra Lolina Rodríguez. En su caso también ha interpretado una gran variedad de papeles. Este año además de estar aquí los días previos, el Jueves y Viernes Santo tendrá que controlar el camino. «Que las escenas estén en su sitio», detalla. «Tenemos muchas ganas, son tres años sin hacer nada, ha sido complicado arrancar. La gente tiene ganas de salir por ahí estos días festivos después de dos años de pandemia, pero aquí estamos contentos y con ilusión, así que esperamos que el público también responda», añade.

El director artístico, Aitor Sainz, que este año representa a Cristo, anuncia muchas novedades. Siempre innovan, pero este año tendrá nuevos diálogos y más escenarios.

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