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K-Toño Frade.

Muere K-Toño Frade, el último botxero

Se le recordará siempre amable, socarrón, con verbo fácil y una caligrafía estupenda, de esas que te dicen dónde vives

patxi herranz

Lunes, 12 de noviembre 2018, 23:59

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Era nuestro Quevedo en ilustrador, érase un hombre a un lápiz pegado. Un dibujante y caricaturista burlesco pero con mucho amor, que siempre empatizó con causas solidarias. Sus dibujos son la misma historia de su querido Bilbao, un recorrido por los rostros de la memoria; la singladura de un botxero que paseaba buscando el detalle que definía al retratado. En todos estaba su firma, su mirar de Tximbo.

Para K-Toño Frade, Bilbao era el universo, no necesitaba viajar ni lo deseaba porque aquí en la villa lo tenía todo: a su familia, su querida Bego, siempre Bego, a los amigos vitales y a toda una corte de conocidos que enseguida veían su txapela entre la multitud para ir a comentar con Juan Antonio, que así se llamaba aunque pocos se lo decían, las últimas tropelías de su amado Athletic y las anécdotas dignas de ser inmortalizadas en sus trazos. Se le recordará siempre amable, socarrón, con verbo fácil y una caligrafía estupenda, de esas que te dicen dónde vives.

Jamás le oí una mala palabra, era afrancesado en sus expresiones, como buen estudiante del colegio Francés y se le pegó la diplomacia. 'Au revoire' K-Toño, como dijo Voltaire lanzando su boina al aire. Con esta charada bromeábamos juntos y se nos podía oír a lo lejos porque sus carcajadas eran gigantes. Perder un personaje tan entrañable y singular es una noticia tremenda para los que tanto le queríamos y trabajábamos con él en proyectos ilusionantes; el ultimo lo tengo ahora en mis manos con la firme promesa de que vea la luz para disfrute de los bilbainos porque sus dibujos son maravillosos.

Los Frade están ahora juntos haciendo caricaturas de San Mamés. Su aitite fue vidriero y pergaminista. Su aita, que le prestó su amor y el nombre, un conocido pintor, cartelista y dibujante con quien también compartí un sinfín de memorables charlas en la radio. Ambos de risa fácil, abrazo de oso, y muy generosos.

Para K-Toño Frade, Bilbao era el universo, no necesitaba viajar ni lo deseaba porque aquí en la villa lo tenía todo

Nacido en Indautxu, su barrio, del que solo salía por «negocios» o visitas amigables, reunía una colección impagable de notas -tenía más papeles que un investigado-, partituras de bilbainadas, y acontecimientos ciudadanos: desde menús pantagruélicos de insignes «restoranes», a carteles inolvidables. Hoy, apenas se escuchará el piar del chimbo, le guardan luto ilustres como Jodra, Botines, Cholopocholo, Lorito, el santo de Begoña, Botines y Alejandro el de la lotería entre muchos otros, quienes se preguntan quién hablará ahora de ellos, como tantos gloriosos futbolistas rojiblancos que pasaron por sus manos. Su memoria, tan grande como su persona queda desperdigada entre sus amigos que debemos perpetuar sus «sucedidos», las aventuras de un juglar que hacia disfrutar a quien estaba en su compañía.

Se ha dejado querer mucho y su persona queda impresa en su colección privada, y en cualquier local con villanía adornando sus paredes, donde Juan Antonio estará tan vivo como nuestro recuerdo hacia su persona. Querido K-Toño, haznos un último favor y sigue soñando con Bilbao.

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