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Los eventos masivos vuelven a Bilbao con el carnaval de Deusto: «Nos moríamos de ganas»
La lluvia no restó un ápice de participación a un desfile para el que ha habido que esperar dos años por la pandemia
Al pequeño Peio le podía la ilusión. A sus cuatro añitos, no recordaba una fiesta como ésta y todo le parecía «increíble». «El año pasado ... también nos disfrazamos pero no fue lo mismo, nosotros solos y punto», admitía también emocionada su ama, Eneritz Gómez, mientras tranquilizaba a su hijo, en la acera, junto a sus hermanos June e Ibon. Esta familia de San Ignacio formó parte del millar de personas disfrazadas que participó en los carnavales de Deusto, los primeros que abren los festejos de las mascaradas por excelencia en Bilbao. Todos han destacado que era una cita muy especial y esperada tras la suspensión del año pasado por la pandemia, y la lluvia no restó ni un ánimo de asistencia, ni al desfile ni entre el público: «Nos moríamos de ganas».
Irati Contrera confirmaba el éxito de la convocatoria realizada por la comisión de fiestas de Deusto. «Lo que cae es poco más que sirimiri y la gente está tan emocionada que no lo nota», se congratulaba mientras pasaban a su lado más de 50 pequeños junto a sus monitores disfrazados de «galtzagorri bihurriak (duendes traviesos)». «Los trajes los hemos preparado en los talleres y hemos montado hasta una coreografía», subrayaba Maider Zalbidea, una de las responsables del club de tiempo libre en euskera Txantxiku.
Detrás de ellos se encontraban más de 50 representantes del grupo de Danzas Bihotz Alai de Deusto que, en sus 63 años de historia reconocían no haber vivido una situación tan atípica como ésta. «Estamos como locos por volver a salir a la calle rodeados de gente», confesaba Mikel, sin parar de bailar en el centro de un gran circulo de dantzaris que parecían no tocar el suelo al ritmo de la música.
Sensaciones prepandemia
Carmen, Verónica, Vicente y los pequeños Candela, Mikel, Emma y Jorge conformaban un peculiar y colorido mosaico. Se habían disfrazado de geishas, ninjas y personajes de Star Wars, «a la carrera, porque hasta última hora no teníamos claro si con tanta ola de covid se podría celebrar». Pero alucinaban con el resultado. «Es una pasada vivir sensaciones que no teníamos desde hace dos años», subrayaba Vicente-soldado interestelar.
Igor Díaz disimulaba su emoción en el centro de la calzada mientras dirigía con precisión a los 12 gigantes que encabezaban la comitiva carnavalesca. «Ya hemos hecho algunas salidas desde noviembre, pero no habíamos vuelto a sentirnos arropados como ahora desde los carnavales de 2020», confesaba el miembro de Ondalan Erraldoien Konpartsa.
Junto al palco de entrega de premios habilitado en la trasera de la plaza de San Pedro (invadida por las obras de reurbanización), Diana del Corro disfrutaba como nunca disfrazada de azafata del Un Dos Tres, megagafas incluidas. «También está Mayra (Gómez Kemp), los chicos hacen de Chicho (Ibáñez Serrador), de concursantes... y los pequeños se han disfrazado de la calabaza Ruperta», explicaba. Al grupo, formado por 25 personas, no le faltaba de nada, ni siquiera unas replicas de cartón de los asientos donde respondían a los las preguntas los concursantes. Diana esperaba ansiosa que se hicieran públicos los ganadores «porque hace dos años ya ganamos nosotras con un disfraz de cómic Pop-Art». Esta edición, sin embargo, han quedado como mucho segundas, porque Julia Diéguez y Vicky Portugal, miembras del jurado y representantes de la plataforma Deusto Bizirik, entregaban a el trofeo a mejor grupo a Tintingorri, exultantes triunfadores del Carnaval con su recreación de la mágica escuela de Harry Potter.
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