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Miles de personas abarrotan Santo Tomás: «Es la feria de las ferias»
Decenas de miles de personas abarrotan El Arenal para disfrutar de una de las jornadas más queridas por la gente
Cuando a las 11.00 horas de este sábado Aitor Solano encaró su primer talo del día, regado claro está con su correspondiente txakoli, supo ... que había merecido la pena. Pasar de ser un estudiante a un joven trabajador adulto tiene sus pros y sus contras. A veces es difícil determinar cuándo algo es una u otra cosa. Pero el extraño, por desconocido, madrugón tuvo su recompensa. Poder engullir apaciblemente sin tener que aguantar una hora de cola, ni pisar el césped embarrado, ni darse de codazos por una botella de sidra fue toda una experiencia para alguien que la última vez que Santo Tomás cayó en sábado, antes de la pandemia, estaba en la universidad, con escasos ingresos, y, en consecuencia, sólo conocía la gran fiesta del agro vizcaíno en su faceta vespertina y nocturna, esa en la que el teatro Arriaga y sus adyacentes se convierten en un fenomenal 'botellódromo'.
Pero este joven bilbaíno de 28 años no fue, ni por asomo, el más madrugador. A las 09.35 ya había quien disfrutaba de un bocado de beicon envuelto en la tradicional torta de maíz. Un poco pronto para meterse el primer talo, ¿no? «Pues es el segundo. Llevo aquí desde las seis de la mañana», respondía, divertido, el zornotzarra David Gil. Ya había comprado pan y pastel vasco, le faltaban las rosquillas. Luego, por la tarde, volvería para disfrutar con la cuadrilla.
Teo Carrasco, Marian Gómez y Josefi León apuraban sus bocados. «Procuramos venir todos los años», apuntaban estas vecinas de...
– Somos de Arrigorriaga. Bueno, de Bilbao. Bueno, de La Peña. Es que estamos ahí en la muga.
– Oiga, pero ¿de dónde son?
– Qué Bilbao ni Bilbao. ¡Somos de Abusu, eh!
Aclarado este punto, contaban que su plan era buscar pastel vasco y café y dar por concluida la jornada para volver a casa a la hora de comer. «Es que luego se llena de gente y es muy incómodo», se justificaban.
Santo Tomás volvió a triunfar por todo lo alto. En torno a 100.000 personas abarrotaron los 235 puestos ubicados en El Arenal para disfrutar de productos de kilómetro 0: carne, frutas, hortalizas, sidra, txakoli, pasteles, quesos... Igor Merino daba a probar miel de eucalipto y brezo, su género estrella. Este apicultor de Erandiogoikoa regenta la caseta 'Eztizen miel y polen' con la ayuda de sus padres. «Hoy es un buen día, la gente viene con ganas de gastar», exponía. Suele agotar todas las existencias. «Es que Santo Tomás es la feria de las ferias». Inapelable visto lo visto.
En defensa de la tradición
Animadas por una meteorología favorable y una temperatura razonable, un goteo incesante de personas fue llenando poco a poco, como la marea, el recinto. Hasta que pasadas las 12.30 horas ya no entraba un alfiler. Conscientes de ello, Nerea Garmendia, de Deusto, y Ruth Sagastagoia y Sara Uranga, de Muskiz, se habían citado horas antes para disfrutar del buen ambiente con sus hijos, de dos años, hacer acopio de productos y evitar aglomeraciones. Los pequeños lucían estupendos con sus pañuelos y sus txapelas. «Queremos inculcarles el amor por nuestras tradiciones, y que vean que pueden vestir así no sólo el día de Olentzero en la eskola», explicaban. Y, en un contexto en el que «las ferias están perdiendo su esencia», Santo Tomás es una suerte de trinchera, de las últimas, en defensa de la tradición.
No obstante, la feria no escapa a la influencia de la modernidad. De pronto, un alboroto de aplausos y vítores sorprendió a la multitud. En torno a una cincuentena de 'runners' aparecieron con gorros de papá Noel, orejas de elfo y espumillón, acompañados de Olentzero y Mari Domingi. Liderados por el atleta y entrenador Imanol Loizaga, eran gente de lo más variopinta que se juntan para eso, trotar. «Quedamos un par de veces por semana y salimos a correr en dos turnos, a las 06.15 y a las 07.30. La gente busca hacer deporte en buena compañía».
– ¿Qué significa 'Qtesta', que veo que lo llevan todos en sus camisetas?
– Es el nombre del colectivo. 'Que Tus Excusas No Te Alcancen'.
Ay, qué punzada de culpa. Eso no se hace. Y menos el día en que comienzan las comilonas y el festival del colesterol. Bueno, lo anotaremos en la lista de buenos deseos para el nuevo año y ya si eso vamos viendo.
En el ambiente flotaba un olor distinto al del talo. Era chorizo, pero algo más. Decenas de curiosos se agolpaban junto a los tinglados próximos al Ayuntamiento. La Fundación Bisubi preparaba, junto con la cofradía La Putxera de Balmaseda, 4.500 raciones de alubias a cuatro euros con un fin solidario: lo que se recaude irá para asociaciones que trabajan por la inclusión social.
Eran 190 kilos de alubia negra de Gernika, 70 de morcilla y otros tantos de chorizo, 50 kilos de panceta, 200 de carbón y 35 cofrades, 15 cocineros y 30 voluntarios que remueven 70 ollas que huelen a gloria: «este producto de calidad, bien tratado, es imposible que salga mal», celebraba Diego Valdivieso. Las pucheras ferroviarias funcionaban a todo trapo y Jokin Salaberri explicaba su origen, que se encuentra en el ferrocarril de La Robla que llegaba hasta León. «Tenían una triple función: los empleados se calentaban, potabilizaban el agua y también comían». «Los grandes restaurantes de estrella Michelín tienen todos ahora una puchera. ¡Hemos llegado a la alta cocina!», afirmaba, entusiasmado. Un triunfo en toda regla de la clase obrera.
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