Alertan de la presencia de billetes falsos en Santo Tomás: «Me he dado cuenta porque se ha corrido la tinta»
Baserritarras advierten de que algunas personas han intentado 'colar' billetes fraudulentos de 50 euros
Enedina Madariaga tiene 85 años y toda una vida de trabajo a sus espaldas. Nacida en Sestao en 1939, entró en la fábrica Montero de Barakaldo con sólo 14 años y desde entonces no ha parado. Trabajaba en los mercados agrícolas e, incluso, recogía los cartones que sobraban «para poder poner otro puchero en casa». Aún hoy cuenta con un invernadero, Centiflor Alonsotegi, y ha colocado un puesto en Santo Tomás. Tiene una vitalidad extraordinaria y mucha mala uva como la que ha mostrado cuando le han intentado estafar con un billete falso.
«Ha venido un hombre de unos 50 años, de aquí y bien vestido. Quería un ramo de muérdago de cuatro euros y me ha pagado con un billete de 50. Justo yo tenía las manos mojadas, y al coger el billete se ha corrido la tinta. Le he dicho que no tenía vuelta y me insistía en que le pidiese monedas a las compañeras del puesto de al lado. Por supuesto, no me he movido y se ha ido sin el muérdago ni las vueltas. Se ha juntado con otro hombre y una mujer y me miraban desde la distancia con mala cara. No hay derecho, que se pongan a trabajar», ha señalado a este diario.
Tras percatarse del timo, ha dado la voz de alarma a sus conocidos y lo ha denunciado a la Policía. Es ahí cuando ha comenzado a correr la voz. Según cuentan los baserritarras, es una práctica habitual que los amigos de lo ajeno traten de colar billetes falsos en las ferias agrícolas. Por eso, a muchos no les ha sorprendido el aviso de la mujer. De hecho, algunos, como quienes regentan el puesto de Lizagar Sagartokixa, ya marcan los billetes con un rotulador. Por si acaso.
«Serán sinvergüenzas...»
Fuentes policiales han confirmado a este periódico la veracidad de la denuncia. No obstante, apuntan a que no se ha detectado por el momento que el intento de timo sea masivo. «Serán sinvergüenzas. Que se pongan a trabajar», insistía la veterana vendedora de flores. Ya le han colado billetes falsos en alguna ocasión hace unos años, pero esta vez se ha percatado a tiempo.
«No tener y pedir no es ninguna deshonra. Yo nací en el 39 y sé lo que es eso. Pero que me intentes robar».... continúa, visiblemente enfadada. «Yo recogía cartones para venderlos. ¿Por qué lo que valía en los 60 y los 70 no vale ahora?», continúa, antes de reflexionar también sobre las condiciones de trabajo actuales.
«Es verdad que hay patrones que se aprovechan y pagan salarios de miseria, y eso no puede ser. Pero aun así, no puedes ponerte a robar», analiza. Madariaga tiene una pensión de viudedad de 815 euros y paga un alquiler social de algo menos de 300. Trabaja para vivir porque «mientras pueda, no quiero depender de mis hijos», asegura.