«Casi nos matan en un accidente y me exigen 45 euros por pedir ayuda»
La Diputación cobra la salida de los bomberos a un hombre que pidió ayuda en un siniestro causado por otra persona en el que murió una mujer
El 25 de julio de 2024 Sendoa y su pareja se vieron inmersos en uno de esos accidentes de tráfico que nadie espera pero que ... pueden cambiarte para siempre la vida. Este baracaldés de 40 años volvía de Vitoria por la N-240, en el tramo que conecta Lemoa e Igorre, cuando se vieron envueltos en un siniestro que se saldó con una mujer de 59 años fallecida y seis heridos de diversa consideración. Sendoa sufrió una contusión pulmonar y la rotura de dos vértebras. Su chica salió del coche con lesiones en las cervicales.
Este amante de la montaña todavía hoy no está totalmente recuperado de las lesiones. Tampoco ha podido borrar de su mente las duras escenas que presenciaron tras el accidente. Pero lo que no esperaba era que, siete meses después, este siniestro iba a volver a su vida de una forma muy distinta: en forma de una factura de 45,56 euros de la Diputación de Bizkaia por pedir la asistencia de los bomberos -que no llegaron a intervenir- cuando vio que el causante del siniestro, que dio 0.97 en el control de alcoholemia, era incapaz de salir de su coche por sus propios medios. «El dinero es lo de menos. Lo voy a pagar. Lo que me duele es el gesto y la falta de empatía. Es una total injusticia», explica en una conversación con EL CORREO.
La secuencia del siniestro fue la siguiente: sobre las seis de la tarde, un coche que circulaba por la carretera que conduce al puerto de Barazar impactó frontalmente con otro vehículo que iba en sentido contrario. El choque fue tan grave que alcanzó al coche en el que viajaban Sendoa y su novia. Los dos automóviles que chocaron frontalmente quedaron completamente destrozados y atravesados en medio de la calzada. La carretera se llenó de restos de piezas y de aceite y tuvo que ser cortada en ambos sentidos.
Sendoa consiguió salir del vehículo. Estaba conmocionado y con dos vértebras rotas. Pero vio que había más heridos. Decidió llamar a los servicios de emergencias. Explicó como pudo lo que había pasado y pidió que mandasen ayuda: ambulancia, policías... Fue entonces cuando le preguntaron si también necesitaban la asistencia de los bomberos.
Sendoa vio que el hombre que conducía el vehículo que impactó contra el suyo no podía salir de su coche y contestó que sí. Al final se desplazaron patrullas de la Ertzaintza, los Bomberos de Bizkaia y dos ambulancias de soporte vital avanzado. La mujer de 59 años acabó falleciendo. El hombre consiguió salir del coche por sus propios medios -no se sabe si por la ventanilla- antes de que llegasen las asistencias. Otra herida fue trasladada en un helicóptero al hospital. Los sanitarios trataron de reanimar en la misma calzada a la mujer de 59 años que perdió la vida en el choque.
Se exige evaluar la situación
Sendoa y su pareja sobrevivieron al accidente. Era lo más importante después de un siniestro tan grave. Pero para él comenzó un largo proceso de recuperación que todavía hoy no ha concluido.
Han pasado siete meses y poco a poco está mejor. Ya ha dejado de tener que llevar el corsé por la fractura vertebral y cada vez se acerca más a la vida activa que tenía antes. Sin embargo, hace unos días recibió una carta de la Diputación de Bizkaia que le enfadó. Le piden algo más de 45 euros por haber solicitado la ayuda de los bomberos sin que llegasen a intervenir. Sendoa llamó por teléfono para pedir explicaciones. Insistió en que no le parecía justo, que el atestado de la Ertzaintza había dejado claro de quién fue la responsabilidad de lo ocurrido y que, por tanto, tendrían que repercutir la factura al que causó el accidente. Según relata, le dijeron que, en este tipo de casos, los costos se imputan a los implicados y a las personas que piden la asistencia.
Sendoa insiste en que no se trata de dinero. Lo que le duele es que no se tengan en cuenta las circunstancias en las que hizo la llamada y que en ese momento se le exija tener la capacidad de evaluar la situación. Además, se realiza otra pregunta. «¿Qué hubiese pasado si esa persona muere y yo no llamo? ¿Cometería un delito de omisión del deber de socorro?».
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