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Jesús Rodríguez, jubilado desde este verano, en una de las cuatro sedes de su negocio, ubicada en Barakaldo. L. G.

«Dando una clase de camión he sido el hombre más feliz del mundo»

Problemas de salud han obligado a echar el cierre a Autoescuelas Jesús tras formar durante 56 años a conductores en la Margen Izquierda y la Zona Minera

Martes, 14 de octubre 2025, 17:32

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Toda una vida al volante y formando a nuevos conductores. Así podría resumirse la trayectoria de Jesús Rodríguez, dueño hasta hace unas semanas de Autoescuelas Jesús, negocio fundado por él hace 56 años, con sedes en Barakaldo, Sestao y Abanto, que tuvo que echar el cierre «de manera repentina» por problemas de salud. Primero fueron mareos, síncopes y una pérdida de conocimiento, en plena clase de conducción, y luego dos infartos que en verano le obligaron a tener que echar el freno de mano. «Ya toca pasar a la reserva, a cuidarse. Ahora me ahogo, me dan apneas, y se me encharcan los pulmones», cuenta a este periódico Jesús, quien pese a tener ya 75 años asegura que «de no haber sido por la salud hubiera seguido dos o tres años más». «Podía haberme jubilado hace ya diez, pero me gusta mucho esta profesión, y me encanta la escuela. Dando una clase de camión he sido el hombre más feliz del mundo».

Y es que desde bien joven el volante ha sido su modo de ganarse la vida. «Con 14 años ya conducía de todo». De familia transportista, llegó a Barakaldo con 19, procedente de la localidad coruñesa de Melide. «Allí era taxista y aquí me metí a chófer de autobus». Un trabajo que compaginó al inicio con la enseñanza en la desaparecida autoescuela Santa Teresa, un negocio que le terminó atrapando. Gracias a la ayuda económica de su padre cogió el testigo de su jefe, dando forma a su propia autoescuela en la sede que tenían en Trapagaran.

«Como iba bien y Barakaldo me gustaba mucho, pero sobre todo a mi mujer, cerramos la que teníamos y nos trasladamos, frente al centro gallego, hace más de 30 años», rememora. Luego abrió otra en Abanto, en el barrio de Gallarta, más tarde en Sestao, y después, hace unos doce años, sumaron su segundo local en Barakaldo, cogiendo la lonja que dejaba vacía Autoescuela Bilbao en Retuerto.

A lo largo de los años Jesús ha formado a varias generaciones de conductores tanto de la Margen Izquierda como de la Zona Minera, y pese a que ha pasado ya más de medio siglo, se acuerda perfectamente de cómo fueron sus inicios. «Mi primera alumna se llamaba Izaskun, acababa la carrera de Magisterio y su padre le regaló el carné. Dábamos las clases con un 600 amarillo», relata con una sonrisa. Pese a esto, asegura que en sus inicios eran pocas las mujeres que se apuntaban para aprender a conducir. «De cada diez alumnos serían dos o tres, y de camión y autobús contadísimas, pero a partir de los años ochenta empezó el boom, y ahora hay casi tantas como hombres».

Entre sus alumnos más destacados está el exciclista Óscar Freire. «También hubo otros que despuntaron. Yo estuve 20 años en el mundillo del ciclismo, formé parte del equipo que había en Trapagaran, de Ortuondo, e hice cicloturismo. Iba a las carreras con los coches y las motos de la autoescuela». Y además de las habituales clases de conducción Jesús también impartió los cursos para obtener el certificado CAP, para los profesionales del transporte de mercancías y de viajeros. Un negocio que según remarca Jesús, fue conducido realmente por su mujer, Élida, ya fallecida. «He tenido la suerte de trabajar de lo que me gustaba, que eso no es fácil, pero ella me ayudó muchísimo. Era la que ponía la cabeza».

200 alumnos

El repentino cierre sorprendió a los aproximadamente 200 alumnos que se encontraban en ese momento matriculados. «Hemos avisado a bastantes pero todavía hay algunos que no responden, y no cogen el teléfono», afirma uno de dos hijos, que también se llama Jesús, y quien siguió sus pasos montando hace unos años la autoescuela Diésel en Barakaldo. Él se está haciendo cargo de formar a quienes estaban con su padre. «Algunos ya se han examinado y han aprobado», asegura, aunque reconoce que tienen que tener «paciencia», por el gran volumen de alumnos que manejan ahora. Un legado que continúa con otra visión de negocio. Y es que su hijo, pretende expandirse, cogiendo el local de Retuerto y abriendo también en Ortuella, Trapagaran y Bilbao, transformando su centro actual en Barakaldo «en un instituto de seguridad vial, único en Bizkaia».

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