Una mañana de mubles y mojarras en la Ría
La Escuela de Pesca vuelve al muelle bilbaíno de Ripa de la mano del Consorcio de Aguas y la Federación Bizkaina
Amets, de seis años, miraba a la mojarra de respetable tamaño que acababa de pescar con una mezcla de curiosidad y desconfianza que le llevaba ... a mantener la caña, de cuyo sedal y anzuelo pendía el pez coleando, a distancia pero bien agarrada, a mitad de camino entre el triunfo y la prudencia. Desde el puente del Arenal, el público casual que había asistido a la captura aplaudía. Amets tiene 6 años y la suya era la segunda pieza que había picado en la nueva temporada de la Escuela de Pesca para niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 16 años que cada año monta en el muelle bilbaíno de Ripa el Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia, junto con la Federación Bizkaina de Pesca, que empezó ayer. La actividad, que es gratuita, se realiza todos los domingos de 11.30 horas a 13.30 horas, hasta el 9 de noviembre.
No estaba nada mal. Aunque el pez de Amets era el segundo de la mañana, él había sido el primero en apuntarse a la nueva edición de la iniciativa, que «lleva en marcha más de veinte años», según explicaba Ritxard Guimerá, presidente de la Federación.«Esto comenzó con el Consorcio de aguas, con la idea de dar a conocer cómo se estaba limpiando la ría y se estaban recuperando sus aguas».
Es una realidad comprobada pero que todavía asombra a quienes cuentan los suficientes años como para recordar aquellas aguas contaminadas de los años 70, de color indefinible e industrial, que eran cualquier cosa menos un ecosistema vivo. «Puede haber estudios, puede haber lo que tú quieras, pero el verdadero termómetro de cómo está la ría somos nosotros, porque si pescas en ella es que en ella hay vida».
Y así comenzó esta escuela que por un lado refleja que, efectivamente, en la ría hay peces y por otro introduce en la pesca a las nuevas generaciones a través de la «modalidad de captura y suelta. Aquí, pez que se pesca, pez que vuelve a la ría vivito y coleando», aclaraba Guimerá. Y lo que se pesca va más allá de los clásicos mubles: «Aparecen barbos, mojarras, chicharros... Anguilas, carpas y truchas, que las sueltan en La Peña».
Buen arranque en bajamar
Ayer la pesca comenzó con marea baja. Bajísima, de hecho. «Pero no es problema. Entran buenos peces así también», aseguraba Guimerá. Lo pudo comprobar el citado Amets, el primero en apuntarse, acompañado por sus padres, Linda y Unai. En este caso, se trataba de relevo generacional, porque la pesca está en la familia: «Ha visto las cañas en casa y le han llamado la atención», explicaba Unai. Antes de empezar, Amets no acababa de creerse que iba a pescar algo. Menos de cinco minutos después, posaba con una mojarra espectacular de escamas plateadas.
Y era la segunda de la jornada, porque la primera la capturó otro niño, casi en el primer minuto. En este caso se trataba de Urko, también de 6 años, que estaba situado junto al puente, acompañado por José Luis, monitor veterano y de buena mano. «Yo ya había pescado antes», aseguraba. Quizá eso facilitó que se hiciera con una mojarra que, calibrada por José Luis y sus compañeros, «pesará como medio kilo». Los dos peces fueron devueltos a la ría.
Algo más adelante probaba suerte Olatz, de 12 años, que se había apuntado al curso «porque se cancelaron los planes que teníamos y lo vimos buscando en internet». Como alternativa, a su madre le pareció una «actividad maravillosa para los críos». Y como Olatz «ya había hecho algún pinito , de veraneo, con una pequeña caña» que había a mano, no se lo pensaron dos veces.
Mientras madre e hija lo contaban, al fondo se oían voces de niños exaltados. Había caído un muble. Ya liberado del anzuelo, pero a la espera de ser devuelto a la ría, era observado por un grupo de niños en la cubeta en la que nadaba. «¿Muerde?» «¡No, es muy suave!» «¿Se puede acariciar?» «¿qué come?», decían todos a la vez. El pez, permanecía estoico, como si supiera que en breve iba a estar de vuelta en las aguas de las que había sido arrebatado.
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