Maguette entregó su certificado de matrimonio para iniciar el divorcio cuatro días antes de su muerte
La trabajadora social y la doctora relatan los últimos meses de la joven, marcados por la «angustia» y el «miedo»
Los últimos diez meses de vida de Maguette Mbeugou estuvieron marcados por el «miedo». Sufría «maltrato físico, psicológico y económico», ha explicado esta mañana durante ... el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Bizkaia por su asesinato su trabajadora social, que subrayó que «quería divorciarse». La última vez que la vio, de hecho, fue el 20 de septiembre, cuatro días antes de su muerte. Llevó el certificado literal de matrimonio para poder iniciar los trámites de separación, y le detallaron de nuevo el programa de pisos de acogida. Quería contactar «con su familia en su país de origen» y, en la siguiente cita, trasladar al área de Igualdad del Ayuntamiento su decisión, si abandonaba otra vez a Bara N. No llegó a ese encuentro, previsto para el 27 de septiembre.
Su médico de cabecera ha declarado que en agosto, la última vez que la vio, «estaba muy angustiada, quería salir de casa ya, no quería esperar». Ella contactó con Servicios Sociales para intentar acelerar el proceso, pero querían que fuera «ordenado» –Maguette no dio signos de que lo necesitara con «urgencia»– para evitar que perdiera la custodia de sus hijas.
La trabajadora social ha precisado que conoció a la joven a raíz de un incidente a comienzos de diciembre de 2017. Habían llegado de Senegal, donde tuvieron una discusión, y retomaron la riña en Bilbao. «El hermano de Bara escuchó que recibe una amenaza de que, en cuanto se marche él, la pegará, y la acoge en su casa, pero de madrugada fue a por ella, la dijo 'o me mato yo o te mato a ti', y tuvo un ataque de ansiedad», ha expresado. Su cuñado la trasladó al hospital de Basurto y su hermano, residente en Francia, llegó a Bilbao y la acompañó a la Policía Municipal, donde relató que sufría «bofetones, empujones y patadas», incluso cuando estaba «embarazada».
Vuelve con él por «orientación familiar»
Solicitó una orden de alejamiento que le fue denegada. El 21 hubo un juicio en el que ella, «desanimada», se negó a declarar, y su marido fue absuelto. Al día siguiente ingresa en un centro de acogida de urgencia de la Diputación, y después en un piso. Se «reconcilia» con su pareja a «orientación de las familias de ambos», y el 12 de enero regresa a casa. El 18 tiene una cita en la que dice que la situación está «tranquila», pero no acude a la del 30 porque «su marido no se lo permite». Vuelve a contactar el 18 de mayo, y traslada que «no aguanta más», que el acusado «le ha amenazado con irse a Senegal y dejar allí a las menores para que no las vuelva a ver».
También, más adelante, les cuenta que ella asumía con su nómina los gastos de «comida», y que una vez se le acabó y él se negó a darle dinero porque «solía comer fuera; las que se quedaban sin alimento eran ella y las niñas». Asimismo, le impedía «ir a clases de castellano con regularidad» y vivía una situación «caótica», porque Bara N. «tan pronto hablaba en altavoz con sus amantes como le decía que quería tener un tercer hijo». A juicio de la profesional, «existía control», y, «sin ninguna duda», tenía el perfil de «mujer sometida».
La médico, por su parte, ha lamentado no haber «sospechado que había una situación de maltrato». Recordó que en los últimos meses estaba «nerviosa, angustiada», y que le contó que su marido «le trataba mal, le hablaba mal y que no le daba dinero». Pero, como solía repetir que «tenía miedo de que le quitase a las niñas», la doctora relacionó «las amenazas con la posibilidad de perder a sus hijas y no con que temiera por su integridad física».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión