Se rifa una trepanación
Cuando el ministerio le dijo a Euskadi que no hace bien las cuentas no cayó en que aquí tenemos un superordenador cuántico
Pues fuimos el otro día a una pizzería y le pregunté al camarero por el tamaño de la pizza. Lo normal. Para saber cuántas pizzas ... pedir. Me respondió que venían cortadas en ocho trozos. En ocho trozos. La respuesta, ya se ve, fue muy poco informativa para lo que eran nuestras inquietudes. Y qué replicas a eso. No vas a ponerte a argumentar evidencias como que las fracciones en las que se divide un todo no son determinantes para conocer la dimensión de ese todo, sino que es la dimensión del todo la que determina el tamaño, que no el número, de las porciones. Tampoco me puse a pedir explicaciones sobre el diámetro, el radio o la circunferencia del comestible. Cómo le iba a meter en ese brete al camarero, a darle esa tabarraza. Me habría trepanado la cocorota con una de esas ruedas cortadoras que teníamos sobre la mesa, y tendría mucha razón en hacerlo. Así que simplemente le repregunté si las pizzas daban para comer uno o dos comensales. Dijo que según lo que coma cada uno.
La comunicación es importantísima.
Hablando de comunicación y de prácticas quirúrgicas agresivas: estarán al tanto del lío que hay entre el Ministerio de Sanidad y el Gobierno vasco. Es a cuenta de las compensaciones por la atención médica a la gente que está fuera de su comunidad. Es decir, Osakidetza le pasa a otras autonomías la factura cuando atiende a forasteros que están aquí por cualquier motivo; y, del otro lado, paga a las administraciones que atienden a vascos cuando están fuera de Euskadi. Bueno, pues la descompensación es grandísima. Nos sale a pagar muchísimo. Parece descartado que esta situación tenga que ver con nuestro legendario espíritu aventurero y con la intrepidez temeraria de las expediciones vascas a otras autonomías. Así que algo huele raro.
Es que llevamos más de una década pagando muchísimo más de lo que nos corresponde. Decenas de millones de más. Firma aquí, nos decían. Y firmábamos. Que solo es dinero, coño. Y en cuestiones de salud, si el problema es el dinero, entonces es que no hay problema.
Bueno, pues ya empieza a haber problema. Y Euskadi dice que no va a pagar más hasta que se solucione la cosa. El ministerio replica que lo que ocurre es que Euskadi no hace bien las cuentas, que cobra de menos por las intervenciones a los que vienen de fuera o que no las cobra directamente, no se sabe, y de ahí viene la descompensación. Pero el Gobierno vasco alega que la culpa es del ministerio por no haber controlado esta verbena de millones y le acusa de deslealtad, supongo que por no haber avisado antes de que era muy llamativo que el País Vasco pagase casi el 60% de la cantidad total que pagaban todas las autonomías por este asunto. En diez años parece que a nadie le dio por notar que era un poquitín raro.
Eso sí, el ministerio va de buen rollo y le ofrece a Euskadi que las comunidades que sí llevan bien las cuentas le enseñen cómo se hacen los cálculos. Epa, un momento. ¿No suena esto un poco a pitorreo condescendiente?
De haber sido yo el consejero de Salud habría levantado la barbilla y el dedo índice y le habría dicho a la ministra, cuidadito eh. A ver si ahora vais a darnos clases a nosotros de cómo hacer cálculos, diría. Cuidadito que enchufe el superordenador cuántico que tenemos aquí para hacer las cuentas esas, que aún nos van a salir a devolver. Y con efectos retroactivos, además.
Ese es el otro tema relevante de la semana para quienes tenemos inquietudes científicas: la inauguración de un superordenador cuántico en San Sebastián. Creo que tiene que ver con que se puede estar en dos sitios a la vez y también con que se pueden atravesar las cosas. Parece que da algunos fallos y que de momento no se sabe muy bien para qué puede servir, pero según revelan fuentes de toda solvencia debe ser la megabombísima.
Profundizando una vez más en la vocación de servicio público de este espacio dominical, propondría explorar aplicaciones de interés general de forma experimental. Por ejemplo, diseñar una unidad de medida estandarizada para las pizzas. Como el patrón metro, pero en pizza. El pizzatrón.
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