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Cuando se descorcha la primera botella de txakoli de Bakio, comienza la primavera. El honor ha correspondido este año a la mayor leyenda viva del ... Athletic, José Ángel Iribar. «Es un vino muy rico, que gana año a año y que se ha convertido en un caldo muy bueno, totalmente exportable», explica en la mañana de este domingo el portero a EL CORREO. «En verano, además, es una bebida que entra fenómenal», añade. Es San José. Ya hay txakoli. Animados por el buen tiempo, los vecinos de la localidad se han tirado a la calle a celebrarlo. Bakio es una fiesta.
La de este año no ha sido una producción tan cuantiosa como se hubiera querido. Las tres grandes bodegas locales, Doniene Gorrondona, Abio y Zabala, han logrado producir 130.405 litros, que no son pocos, pero representan una merma del 20% frente a la campaña anterior. El granizo de la primavera pasada no impidió la floración de las vides, pero las uvas llegaron antes de tiempo, en julio. El intenso sol de agosto, uno de los veranos más calurosos que se recuerdan, hizo el resto, según ha explicado a este periódico la gerente de la bodega Doniene Gorrondona, Itziar Insausti. Aún así ha habido caldo y Bakio lo celebra, como cada año en sus fiestas de San José.
En el barrio de Zubiaurrealde, hoy, como cada año, se levantan puestos de hortalizas, pan casero, pastel vasco, dulces y talo con chorizo. Es la fiesta de San José, la fiesta de la vendimia, el día del txakolí. Bajo la gran carpa convertida en el corazón de la fiesta, la fanfarria local Txerokiak Bakio ameniza la mañana con clásicos de las Euskal jaiak, como el 'Gora ta gora beti'. Vecinos y visitantes prueban los nuevos caldos.
«Este es el primero y ya sabe usted que el primero y el último no entran bien», bromean Kepa Bengoetxea y Alicia Etxebarria, una pareja que acaban de llegar de Basauri al acontecimiento. El vicepresidente primero del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, que se ha venido con la familia, lo tiene más claro. «Excelente», califica la cosecha. «Creo que ha sido un año propicio al que se ha sumado el buen hacer tradicional de las bodegas de Bakio», resume.
Pasadas las doce, el público se impacienta. Muchos quieren ver al héroe de su infancia, al que retrató el desaparecido periodista de El Correo José Ramón Orio en una imagen inmortal de una parada en un entrenamiento en Lezama. La fanfarria toca una conocida melodía y el público asistente responde con la tonada popular: «Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar no hay ninguno».
La estrella de 81 años lleva tiempo entre el público, firmando autógrafos a camisetas a niños y a sus padres. El acto oficial está a punto de comenzar.Vecinos y visitantes reciben al deportista con una fuerte ovación. Un cuerno y un irrintzi anuncian el comienzo del festejo.
Unos niños enfundados en camisetas rojiblancas cantan a la fiesta de San José y a las delicias del bebercio txakolinero. Un grupo de danzas vascas homenajea a continuación al rojiblanco, colocándole en el centro de todos ellos y bailándole el aurresku de honor.
Después, Iribar sube al escenario, acompañado de la alcaldesa de la localidad turística, Amets Jauregizar. El portero habla de la buena cosecha y de todo lo que espera de la final de Copa del próximo 6 de abril. ¿Saldrá la gabarra? «Ojalá, pero todavía hay que jugar el partido», responde cauteloso. A la espera de ese día, llega el momento de alzar otra copa. La del vino local. Un brindis popular cierra el festejo. «Gora Bakioko txakoliña, gora Bakio», proclama la alcaldesa.
Habemus vinum. En Bizkaia ya hay txakoli. Hace un día estupendo y faltan sólo tres jornadas para la primavera.
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