La inmigración mantiene a flote el sector pesquero vasco al cubrir el relevo generacional
Un 60 % de los marineros que se embarcan en la flota de Ondarroa y en los barcos de bajura de Bermeo, Lekeitio y Santurtzi son de Senegal
Mirari Artime
Domingo, 5 de octubre 2025, 01:42
La mar dicta sus propias reglas. Es una de las principales conclusiones del último estudio sobre las condiciones de vida a bordo de los pesqueros ... llevado a cabo por el Ministerio de Pesca. El informe destaca que la jornada media de faena de un marinero alcanza las 80 horas a la semana y que se trata de un oficio sin horarios. «El ritmo lo marca las capturas», sostiene Fatouh Sall, uno de los cientos de senegaleses que se embarcan en pesqueros de altura de Ondarroa, así como en los barcos de bajura de Bermeo, Santurtzi y Lekeitio.
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Con el 'boom' de la construcción de los 90, las manos de muchos vascos olvidaron el tacto de las escamas y los encordados de la red y fueron sustituidos por africanos, peruanos, polacos y filipinos. «En los últimos años ha aumentado mucho la presencia de indonesios, pero el 60% de los arrantzales siguen siendo de Senegal, son los que sacan los barcos adelante. Los jóvenes de aquí no quieren subir a bordo», remarcan portavoces del sector.
Tanto cofradías, como armadores, organizaciones de productores como representantes sindicales coinciden en señalar que los trabajadores inmigrantes son los que tiran para que las embarcaciones salgan a faenar. «En el caso de los senegaleses conocen el oficio, vienen de pueblos costeros, son gente de mar, trabajadores y tienen maneras», indican varios patrones en Ondarroa.
«La vida a bordo ha cambiado mucho, ya no es comparable a la de hace 30 ó 40 años porque ahora, con los avances tecnológicos, se puede trabajar y descansar en condiciones óptimas», aseguran antes de reservarse la opinión sobre los hechos protagonizados por un barco de bajura de la flota vasca.
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Desde las cofradías señalan que sólo quienes estaban en el bonitero 'Beti Aingeru' saben que sucedió realmente la semana pasada cuando entró en Gijón escoltado por una patrullera de la Guardia Civil tras recibirse una alerta por un presunto «motín» a bordo. El patrón y el armador, que también faenaba en el pesquero, contaron que tres tripulantes amenazaron al propietario y que dos de ellos lo agredieron, además de acusarlos de instigar la supuesta sublevación.
Desde Pasajes, 11 senegaleses los desmintieron y les culparon de maltrato laboral, vejaciones y amenazas. «¿Quién puede trabajar 26 días sin descanso y con alguien que te echa basura y que amenaza con matarte? ¿Cómo vamos a seguir así? No somos animales», declararon.
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Los sindicatos han solicitado que Capitanía e Inspección de Trabajo investiguen «las causas laborales del conflicto». Y el Juzgado de Llanes ha abierto diligencias para esclarecer lo sucedido. Desde LAB, mayoritario en el sector vasco, por su parte, destacan que «últimamente nos llegan muchas quejas de que cada vez hay más armadores 'nuevos' que ponen en tela de juicio eso de descansar los sábados y domingos», indican. «Y el problema radica en que no hay unas normas escritas, un convenio regulado, depende del patrón y la pesca», explican. «Es nuestra principal demanda», insisten.
Desde las cofradías de Bizkaia y Gipuzkoa, por su parte, subrayan que «siempre se ha respetado el descanso de la tripulación». Detallan que «si por ejemplo estamos pescando anchoa de lunes a viernes frente a las costas asturianas, dejamos el barco, vamos a casa y tenemos todo el fin de semana». Lo mismo sucede con el bonito, aunque las mareas son más largas, y en altura, frente a las costas francesas.
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'A la parte'
«En nuestro país ya no se podía pescar. Era imposible ganarse la vida», recalca Omar Ba, otro senegalés afincado en Ondarroa. Para ellos el sueldo que se gana en la mar «es 'generoso', sobre todo en la temporada del bonito, en la que sacas entre 2.000 a 3.000 euros por marea. La de anchoa tampoco está mal, unos mil euros por semana, pero hay que estar ahí», expresa. «Siempre hay roces, algunas veces te mandan mal y te dicen que sino quieres trabajar ya vendrá otro 'moreno', pero nada muy grave ni que no pase en fábricas de tierra». manifiesta.
En la mar se gana 'a la parte'. Según se captura. «Aunque cada barco tiene su propia fórmula, en general el reparto suele realizarse en un 55% para el armador y 45 % para los tripulantes», anotan las cofradías. Aunque las cuentas están para cerrar, las buenas costeras de la anchoa y del bonito apuntan a que los arrantzales ingresarán entre 30.000 a 40.000 euros durante un año que arrancó en marzo y finaliza en noviembre.
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«Trabajar en la mar es como 'Gran Hermano'. Hasta 16 personas conviviendo en un espacio muy reducido y en verano, es duro, sobre todo en el bonito cuando su captura exige ocho, quince o veinte días en el barco, sin venir a casa. Es una profesión muy exigente», defienden en el muelle bermeano.
La incorporación de marineros extranjeros ha permitido aliviar el problema de los tripulantes en cubierta. Pero subsiste el de los mandos. La falta de relevo sigue afectando a patrones y motoristas. No hay oficiales a pesar de que de las escuelas náuticas de Ondarroa y Bermeo salen cada vez más jóvenes titulados y se impulsan programas como 'Itsasoratu' del Gobierno vaco que beca las prácticas en pesqueros e incentiva la presencia de las mujeres.
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Las nuevas generaciones se inclinan por otras salidas menos sacrificadas y mejor remuneradas. En la actualidad, el 42% de los pescadores supera los 50 años de edad. «Es una pena porque tenemos una materia prima excelente, buenos barcos y solo hace falta ir a pescar», indican desde la federación de cofradías de Bizkaia y Gipuzkoa.
«Tenemos un claro problema. Con tanta burocracia, reglamentación, requisitos, e inseguridad jurídica sobre si vamos a poder pescar o no la inversión en este sector es muy complicada, sobre todo para que lo quiera asumir gente joven. Normalmente somos empresas familiares y los hijos no quieren asumir el barco que deja el padre», insisten.
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187 barcos
Según los últimos datos aportados por el Gobierno vasco, Euskadi tiene 187 barcos dedicados a la pesca, en los que trabajan 1.885 personas (1.202 en Bizkaia y 683 en Gipuzkoa). La flota de bajura, incluidas las artesanales, es la más numerosas con 145 unidades, seguida por los atuneros congeladores (24), altura al fresco (16) y arrastreros congeladores (2).
Tan sólo hace siete años, eran once unidades más. Si la comparación se hace con 2008, se han perdido 88 barcos y 678 empleos. No es sólo un fenómeno que afecta a los puertos vascos. En España hay poco más de 8.000 pesqueros actualmente y en los últimos quince años han quedado varados para siempre más de 4.000 embarcaciones.
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